23. Imserso

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- Felices 24. - me susurró mientras volvía a alejarse por el agua. Amaia y yo nos miramos mutuamente y empezamos a reír.

- La verdad es que os comportáis como una pareja de viejos. - me dio un codazo por debajo del agua.

- ¿Por qué lo dices?

- Vamos a ver. - señaló a su alrededor. - ¿Un balneario? ¿Habéis venido con el Imserso? - golpeé su hombro entre risas.

- Fue idea mía. Le dije que mis padres habían venido de jóvenes y me apetecía. Luego iremos a cenar con ellos aprovechando que ya estamos en Barcelona.

- Uuuh. Cena con los suegros. Vaya peligro.

- ¡Amaia! - reí. - Como si nunca hubiera ido.

- No es lo mismo. - alzó ambas cejas.

- ¿Ah no?

- Porque ya fue y lo dejasteis. Es como... raro la vuelta, no sé si me explico.

- A mis padres siempre le gustó más que Abel. - me hundí un poco más en el agua. - Parecían contentos con la noticia. - Me encogí de hombros.

Amaia no siguió hablando y yo tampoco lo hice. El sonido de los chorros de agua cayendo sobre la piscina de agua caliente eran constantes y relajantes. El vapor envolvía la sala y dificultaba la visión más allá de un brazo de distancia.

Minutos después, Luis avanzó a través del agua ayudándose con los brazos y cuando llegó a mí se hundió lo suficiente para quedar a mi altura. Me miró en silencio unos segundos con cara divertida y yo no pude evitar reírme.

- Estás muy guapa hoy, ¿sabes? - sonreí y luego golpeé su hombro.

- Y tú estás muy tonto.

- ¿Si? - me besó cortamente. - ¿Mucho?

- Mucho. - le besé yo.

- ¡Subíos a la habitación exhibicionistas! - oímos gritar a Mimi antes de separarnos desde el otro lado de la piscina.

- ¡Mimi! - recriminó Amaia. -¡No hagas que se vayan! - frunció el ceño totalmente enfadada mientras Alfred reía a su lado agarrándose la barriga.

(...)

Había llovido con fuerza en las primeras horas de la noche. Solo se podía escuchar el sonido de las ondas del mar batiendo en la costa y las pisadas atropelladas de ambos sobre los charcos que aún quedaban en el suelo. Todo estaba apagado, eran casi las tres de la mañana. La luna era lo único que iluminaba la escena, llegaba una suave brisa desde la playa. Luis tiraba de mi cuerpo a remolque del brazo que sujetaba. Con pasos torpes intentaba seguir su ritmo que avanzaba a pasos agigantados hacia el puerto.

- No me puedo creer que estemos haciendo esto. - me reí mientras Luis sostenía la verja que nos separaba de lo que aún quedaba de la Feria de Abril.

- ¡Date prisa! - me apuró intentando también contener la risa.

Ambos atravesamos la valla quedándonos frente a un montón de atracciones a medio montar con el mar al fondo de la imagen. El viento despeinaba un poco el pelo de Luis que miraba perdido hacia delante con una sonrisa en los labios. Le tomé de la mano y él me sonrió.

- ¿Qué tramas? ¿Qué hacemos aquí? - achiné los ojos. Empezó a caminar y yo le seguí de cerca.

- Tengo un amigo que trabaja aquí. Fuimos vecinos. - asentí aunque no pudiera verme. - Cerraron esto hace dos días y el es dueño de un par de chismes de estos, entonces... - me paré en seco y sonreí todo lo que la cara me permitía.

- ¿Hablas en serio? - decidió responder agitando delante de mi cara un juego de llaves para lueo echar a correr hacia la noria.

- Mira, esto tiene automático. - señaló el aparato. - Le voy a poner 20 minutos. - yo asentí. Una vez terminó de preparar las cosas pasó a mi lado corriendo. - ¡Vamos! O empezará a coger velocidad.

- ¿Tenemos que subirnos con ella en marcha? - abrí mucho los ojos. Luis alcanzó los vagones y empezó a hacerme señas. - ¡¿Pero tú estás loco?!

- ¡Aitana! - se quejó. - Cuánto más tardes, más difícil será subir. - señalé los tremendamente oportunos taconazos que había elegido esta noche y Luis rodó los ojos. Echó a correr de vuelta a mí y cuando llego a mi altura, se agachó para envolver mis piernas con sus brazos.

- Espera, espera, espera, ¡espera! - me asusté mientras notaba que dejaba de tocar el suelo. Cargó con mi cuerpo sobre su hombro derecho y empezó a correr hacia la atracción conmigo encima riendo como una loca.

De un salto, ambos entramos a uno de los vagones.

- Tampoco era para tanto. - se sentó en un lado y yo frente a él. - Eres una exagerada. - hizo una pausa y me miró serio. - ¿No te vas a sentar a mi lado?

- ¿Acaso debería? - sonreí contagiándole antes de, efectivamente tomar asiento a su lado.

- Esto es precioso. - habló mirando la ciudad. - ¿Habías subido aquí antes? - yo reí nostálgica.

- Unas cuántas.

- ¿Y por qué te ríes así?- preguntó burlón.

- Aquí es a donde traía a los chicos con los que me quería enrollar. No fallaba. - confesé.

- Ah, vaya. - puso una mano en su pecho y fingió ofenderse. - O sea que solo quieres enrollarte conmigo.

- Tú no eres un lío de una sola noche. - hablé acercándome a su boca. Él se alejó un poco y yo le miré extrañada. - ¿Pasa algo?

- ¿Qué va a pasar después de este viaje? ¿Qué vamos a ser nosotros?

- ¿En serio estás preocupado por eso? - asintió. Parecía tenso y yo solo quería rebajar tensión al asunto. - Mira. - le agarré las manos. - Vamos a hablarlo como adultos, que tengo ya 24 años. - le guiñé un ojo y él sonrió a medias.

- Este es el 25. - me corrigió.

- A ver, ¿qué quieres tú que ocurra?

- Sabes que no se me dan bien las palabras. - negué con la cabeza. - Pero, estás prácticamente instalada en mi piso y si no quieres volver a Estados Unidos... - se rascó la nuca. - A mí me gustaría que te quedaras conmigo. Ya sé que es muy rápido quizás o muy repentino. - sacudió su cabeza buscando centrarse. - Aiti te adora y le encanta tenerte por casa, podríamos estar más juntos y aunque tuviéramos que trabajar, siempre nos quedarían las comidas, las cenas, los desayunos... - miraba al suelo. - O podemos desayunar fuera, ya como veas. No quiero que sientas que te estoy presionando en ab- su voz se cortó cuando alzó la vista lo suficiente para verme dejar caer el vestido al suelo del vagón después de bajar la cremallera en un gesto firme. Di dos pasos para salirme del vestido bajo su atenta mirada y me subí encima de él antes de mirarlo fijamente a los ojos. Le oí tragar saliva. La noria estaba empezando a ralentizar la velocidad de nuevo. Besé sus labios de forma agresiva y él deslizó sus manos por toda la piel desnuda de mi espalda hasta el final. Me separé de su boca y me mordí el labio inferior.

- Pero aún así aquí es la primera vez que paso de segunda base. - dije desabotonando el botón de su pantalón.


LO VOY A EXPLICAR UNA VEZ SOLA.

El capítulo final no va a ser una sola parte. Es demasiado largo. Por ello, he decidido que avisaré día (y hora si queréis) y subiré a modo de maratón las partes que lo forman con un intervalo entre ellas de 1 o 2 horas. Será después del cumpleaños 26 o sea que quedan como 2 capítulos antes del final. Ya os avisaré de todos modos. Vosotrxs idme sacando teorías.

Fin del comunicado.

PD: Lo subo hoy porque tengo la esperanza de que habrá contenido hoy y entonces mañana esto será una leonera. (En verdad me salió del coño)

Abuuuur

Sin LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora