12. La mitad de los cachos de pizza desgraciados por el suelo

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- ¿No te preocupa el peligro que puedas correr?

- Confío en vosotros. - sonrió. - Además, la última vez no pudieron conmigo.

- Luis, no sé... Tengo un poco de miedo a todo esto. - me abrazó y yo continué hablando mientras me refugiaba en su cuello. - ¿Y si la policía no llega a tiempo? ¿Y si hay un imprevisto o deciden que esta vez ya no será un aviso? - no respondía. - Luis...

- ¿Qué quieres que diga? Es una posibilidad, pero merece la pena. - me separé de su abrazo para mirarlo directamente.

- No podría perdonarme que volvieran a hacerte daño por mi culpa. - sonrió tiernamente y pasó su dedo pulgar por mi pómulo, que ya se encontraba un poco humedecido.

- Yo no podría perdonarme el poder haberte ayudado y no hacerlo. - respondió aún sin retirar la mano.

- Luis, estamos hablando en serio. Puedes acabar mal de verdad.

- Te estoy hablando en serio Aitana.

No retiré la mirada seria que había dejado sobre él y Luis tampoco tuvo reparo en sosternerla. Estaba actuando como un absoluto imprudente. Se iba a lanzar a la boca del lobo con la convicción de que lo sacaríamos antes de que se cerrase y ni yo en mis días más optimistas veía siquiera una 50% de posibilidades de que saliera bien. Hay demasiados factores que no controlamos en este plan y a él parece no importarle lo más mínimo.

- ¡Amaia vén, corre! - oímos el grito desde la puerta de la cocina. Luis bufó y se separó para comprobar cómo iba la pizza. Amaia apareció en menos de un segundo. Apoyó sus manos en las rodillas intentando recuperar el aliento después del sprint que se había marcado desde el salón. - Te juro que antes estaban super juntos, como así. - añadió la pequeña haciendo un gesto de proximidad con las dos manos. Amaia escuchaba muy atentamente.

- La pizza ya está. - dijo Luis ignorándolas por completo y poniéndose un guante de cocina para sacar la bandeja del horno.

- Eso es muy cerca. - me miró entonces a mí. - ¿Aitana os estabais besando?

- ¡Amaia! - Luis rió enérgicamente y sin cortarse un pelo. - Por supuesto que no. - dije tajante.

Al ver como su padre sacaba la cena del horno y empezaba a cortarla sobre un enorme plato, Aiti se marchó al salón con los demás. Amaia, sin embargo, prefirió permanecer.

- Aitana. - habló seria.

- ¿Qué? - respondí desesperada.

- Tenemos que hablar. Me tienes que contar cosas.

- ¿Sobre qué? - ella se mantuvo callada. - Amaia no te tengo que contar nada. No hay nada que contar.

- No lo parece. - dijo con una mirada inquisitiva obviando por completo la presencia de Luis en la habitación.

- Amaia, ¿no podemos hablar esto en otro momento?

- No, ahora estáis los dos escuchando. - el gallego continuaba a hacerse el despistado aunque de vez en cuando se le escapaba una pequeña risita. - Es que parece mentira. - levantó los brazos para aumentar el dramatismo que le estaba dando al momento. - Todo el rato volvéis a vosotros mismos. Me tenéis harta. ¡Los dos! ¡Tú también, Cepeda!

- ¿Volvemos a nosotros mismos? - pregunté sin entenderla.

- Sois como Roma y a la vez cada uno de vosotros es un lugar distinto. Todos los caminos que sigáis os llevan a encontraros.Es que parecéis ciegos. - yo levanté una ceja. A veces le entraba la locura. - Aitana después de lo que Abel te hizo podrías haber venido junto a mí, junto a Ana, junto a Roi, junto a todo el mundo y decidiste aparecer en su puerta. Pese a no haber hablado bien desde hacía días. Eso sin contar los años de ignoraros.

- Estás exagerando.

- ¿Sabe Luis que volviste a por él un año después cuando descubriste que había algo más en la ruptura? - Luis levantó la mirada lentamente dando ya a entender a Amaia que no. - Sí, Cepeda. Volvió a pedirte explicaciones sobre lo que había pasado, a intentar arreglarlo todo y entonces vio a Graciela.

- Aitana... - empezó a hablar desde detrás de mí.

- No quiero hablar de eso ahora.

- ¿Y vais a hablarlo alguna vez? - preguntó Amaia cruzándose de brazos. No respondimos.

- Amaia de eso pasó mucho tiempo. El recuerdo de nosotros juntos es muy preciado para mí, pero es eso, un recuerdo. - no parecía demasiado convencida pero la risa de Luis ante la cara que estaba poniendo rebajó la tensión que se había formado. - Somos como hermanos. Ahora de verdad.

- ¡Míralo! Si no le pasan los años por encima. Su hermano dice. Nos sabemos el cuento. - el fondo con la risa de Luis no cesaba y a mí me provocó una sonrisa tonta que Amaia no ignoró. - ¿Ves? Esos detalles se le escaparán a la niña, pero a mí no me tomáis el pelo. Estáis muertísimos el uno con el otro, joder. - rodé los ojos y Luis le dio el plato a la de Pamplona para que lo llevase.

- Eh, Amaia. - la llamó.

Ella se giró aún desde el marco de la puerta y a poco más le da un infarto cuando Luis tomó mi cara con ambas manos y estampó un beso en mis labios. No me dio tiempo a reaccionar, mis dos mejillas estaban aprisionadas entre los dedos de su mano derecha y mis manos estaban ocupadas sujetando las botellas de vino. Se separó de mí rápidamente, quizás antes de lo que lo hubiera hecho yo, por mucho que me quejase después.

El plato tembló en las manos de Amaia mientras abría los ojos exageradamente desgraciando la mitad de los cachos de pizza y dejando que se cayeran por el suelo.

- Joder, Amaia. De haberlo sabido me estaría quietecito. - soltó antes de abandonar la cocina con varios refrescos y cubiertos en sus manos. - No pienso volver a dejar que digas que somos hermanos. - me guiñó un ojos y desapareció finalmente.



Dos cosillas.

Tengo miedo, auténtico miedo. Ya me sorprendió el día que pasó eso de que escribiera como Aitana se encerraba en la sala del piano a escuchar "y llegas tú" y al día siguiente subían el vídeo de ella en la sala del piano cantándola. Me sentí super pitonisa.

Pero hola?? Que se marcha a Los Angeles a grabar el disco. Como conozca a un Abel yo me pego un tiro, aunque bueno, primero se confirmaría Aiteda oficialmente. Es que hasta estuve haciendo recapitulación, se fue a Londres. Yo pensé en que fuera a Londres pero me decidí por Edimburgo porque había estado allí el invierno pasado. Raoul es Marta! Tengo miedo de verdad.

La otra es menos interesante bueno, que la historia así que me iba a tomar más en serio no pensaba hacerla fanfic ni na, pero cada vez que la pensaba a mí me recordaba a todas las de Mimi y Ana, que son magistrales oye. Resumiendo, que la he empezado, va a ser así más seria y eso que esta y que si os interesa podéis buscarla en mi perfil y ver qué os parece. No dejaré esta, tranquilos.

Pd: Enamorada del título de esta parte. Preparaos porque ahora viene salseo gordo en esta historia y no creo que estéis preparados.

¡Abur!

Sin LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora