treinta y ocho.

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"¡hasta mañana, felix!"

"adiós, noona."

el mencionado acomodó su beanie sobre esos cabellos rebeldes que se negaban a acomodarse, se colocó sus audífonos y procedió a volver a casa. había sido un día terriblemente cansado. no descansó la noche anterior, como era costumbre, y la escuela había sido pesada. su vista se dirigió al cielo, nublado, un gris impenetrable que no permitía el paso de ningún pequeño rayo de luz. así se sentía.

después de eso, lo de siempre.

abrió la puerta de su departamento, encontrándose con un desastre. todo estaba en penumbras, su ropa estaba por todos lados. empaques de ramen cubriendo la totalidad de la mesa. la cama desecha, las cortinas cerradas. la ausencia de changbin siempre lo golpeaba cuando entraba a ese extraño lugar. dejó caer su mochila al suelo y se dirigió hasta su cama, sentándose con pesadez, recargando sus codos en sus rodillas y dejando su cabeza descansar en sus manos.

debió volver a australia.

negó con la cabeza, no. debía acabar la escuela. debía arreglar las cosas. debía... suspiró, metiendo su mano en el bolsillo de su chaqueta y sacando un papel doblado y arrugado. lo desdobló, leyendo las palabras que ya había repasado miles de veces, que ya sabía de memoria al derecho y al revés.

lágrimas recorrieron sus mejillas, lentas pero seguras. leía esa carta más de una vez al día, todos los días desde hace un mes. desde que changbin se fue. pero seguía haciéndolo llorar. seguía apretando su pecho y cerrando su garganta.

porque las personas se van, pero el como lo hacen siempre se queda con nosotros.

necesitaba llamarle, decir su nombre. sabía que si changbin volteaba y lo miraba a los ojos, lo perdonaría. necesitaba disculparse, él sabría que estaba siendo honesto. que se arrepentía, que no quiso herirlo al besar a hyunjin. necesitaba una última oportunidad.

pero era difícil cuando el suelo se movía debajo de él, su mirada estaba desenfocada y borrosa. una combinación errónea de alcohol y quizá un ataque de pánico. quería correr detrás de él, se sentía en una pesadilla.

una fuerte luz lo deslumbró, sus pasos se detuvieron antes de sentir un leve golpe en su cadera y perder el equilibrio. cayó al suelo, desubicado, asustado y con su corazón tronando en sus oídos. durante unos instantes la oscuridad lo rodeó, sin poder reaccionar. sintió un par de manos ayudarlo a levantarse, la gente se detuvo a ver el accidente. había personas preguntándole cómo se encontraba, él quería pedir ayuda.

necesito que detengan a ese chico, quería decir. su mirada encontró a changbin, quien se había detenido a unos metros de él, viéndolo con preocupación. sus miradas se encontraron por última vez. felix se disculpó desde el fondo de su corazón.

changbin se dio la vuelta y siguió caminando.

una risa rota dejó los labios de felix, y no reaccionó cuando el brazo de chan rodeó su cintura. tampoco cuando lo subió a un coche. el viaje fue eterno, y supo que no era sólo causado por el alcohol, cuando al bajar, no estaba en su propia casa. chan abrió la puerta de entrada y lo llevó hasta el baño, metiéndolo a la ducha con todo y ropa y abriendo las llaves del agua.

ahí abajo, irónicamente, sintió que dejaba de ahogarse y respiraba por primera vez desde que sus labios tocaron los de hyunjin. no compartió palabra alguna con chan, que dejó ropa limpia y seca en el lavabo, saliendo del baño. felix se desnudó, en cuerpo y alma, gritando al tope de su garganta. chan no lo interrumpió. se vistió y salió, caminando hasta el final del pasillo y encontrándose con chan sentado en un sillón, viendo a su celular. el mayor alzó la mirada, viéndole y poniéndose de pie.

Next door. [Changlix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora