Tentación

234 11 0
                                    

    Sus manos seguían subiendo y bajando lentamente por mi espalda, luego esas mismas manos se fueron hacia mis caderas y subieron por mis costillas con lentitud diabólica, contuve la respiración mientras intentaba no jadear ante su contacto. ¿Cómo era posible que me excitase tantísimo?
- Niega que me deseas Yami.- me susurró, pasando sus labios justo por la zona ultrasensible que él acababa de morder.
- ¡No te deseo!.- exclamé tozudamente con voz débil y piernas temblorosas.
Una de sus manos subió hasta cubrir mi pecho sobre el sujetador mientras la otra bajó a mi entrepierna sin que yo lo pudiese parar, deslizando uno de sus dedos en mi interior con mucha facilidad y me estremecí jadeando sonoramente.
- Mentirosa...- me contestó riéndose de mí e inesperadamente ronroneó.- ¡Joder! ¡Qué húmeda estás!
Entonces me mordió otra vez, gemí confusa entre el dolor, el placer y la impotencia de no poder resistir a este demonio que me estaba matando lentamente.
Dejó de morderme para separarse de mí mientras aprovechaba para sacar el dedo, bajarme los shorts y sentarme en la encimera de la cocina, él se bajó con rapidez los pantalones revelándome su pene ya totalmente erecto. Me miró a los ojos, lamiendo la humedad de su dedo con endiablada lentitud, volví a estremecerme porque esa mirada hizo que mi cerebro se fundiese completamente, después bajó ambas manos para ponerlas en mis caderas y se hundió dentro de mí hasta el fondo soltando un gruñido más animal que humano.
No me dio respiro antes de comenzar a moverse dentro-fuera con un ritmo rápido y ansioso, muy parecido a la primera vez pero ahora no me estaba mordiendo durante el acto en sí. Elevó otra vez su mano hasta mi sujetador, deslizando la tela hacia abajo y pellizcándome ligeramente el pezón desencadenando una ola tremenda de placer que cruzó mi cuerpo y grité de placer antes de que sus labios me devorasen la boca, acallándome.
No me había dado cuenta de que clavaba con fuerza mis uñas en su cazadora de cuero mientras su lengua exploraba a placer mi boca y yo no hacía nada más que corresponderlo, queriendo más, deseando más.
Incluso logré ignorar el sabor metálico de su boca ante el cortocircuito de lujuria que me recorría. ¡Madre mía! Besaba de maravilla el muy cabrón y respecto a lo otro... ¡AAAHHHH!
Salió de repente, separó sus labios de los míos mirándome con ojos encendidos y pupilas dilatadas; me bajó de la encimera, me dio la vuelta contra ella y volvió a penetrarme, sujetándome con tanta fuerza de las caderas que me dejaría marcas.
- ¡Helvete!.- gruñó él en un idioma que no reconocí, supuse que era Sueco pero yo tampoco le presté atención ya que desde éste ángulo llegaba más profundamente y me encontraba demasiado cerca del orgasmo como para importarme.
Deslizó su mano por mi cintura para incorporarme, me volvió a hincar sus dientes en mi cuello y, entonces, la oscuridad me engulló.
Tenía un sabor salado y metálico en la boca, tragué con cierta dificultad e intenté moverme pero tenía un peso encima que me inmovilizaba. Abrí los ojos de golpe para encontrarme con dos orbes verdes observándome, mi pesadilla particular y yo estábamos desnudos en mi cama. Él sonrió de lado y se metió su dedo índice ensangrentado en la boca, ¿qué estaba haciendo? Me llevé una mano a los labios y noté el sabor de su sangre en mi boca, comencé a respirar más rápido por el miedo.
- Tranquila mi Ghuleh, no vas a ser como yo con un par de gotas.- dijo él, adivinando mis pensamientos y llevó ese mismo dedo a mi entrepierna, introduciéndolo con rapidez.
- ¡Oh, joder!.- murmuré sin poder evitarlo, llevé automáticamente mi mano a su antebrazo para que él parase pero él emitió un gruñido de advertencia y me congelé en el acto dejando caer mi brazo inertemente.
Introdujo un segundo dedo haciéndome jadear, él sonrió en respuesta y con su pulgar comenzó a frotarme el clítoris. ¡Oh, por Satán!
- ¿Por qué no admites que te gusta, eh?.- ronroneó, pasando su lengua por mi mandíbula, acelerando el ritmo de sus dedos.
Me mordí con fuerza el labio inferior para evitar gemir pero no era necesario ya que él pegó sus labios a los míos, volviendo a devorar mi boca con ansia.
Un grato escalofrío recorrió toda mi columna, sus dedos no paraban de moverse dentro de mí, su lengua arrasaba toda la cordura a su paso y yo, aún apenas estando despierta, me sentía al borde del abismo.
Después de unos minutos torturándome así por fin soltó mis labios, boqueé para tomar aire pero la respiración se me cortó cuando llevó su boca hacia uno de mis pezones y mordió ligeramente.
- ¡AH!.- grité mezcla de dolor y placer, llevando mis manos a su pelo pero sin apartarlo, de hecho, deseaba acercarlo aún más.
- Así me gusta, Ghuleh.- me animó, lamiendo primero un pezón y chupando el otro, luego volvió a darme un ligero mordisco en ese pezón y comenzó a chupar con fruición el primero.
¡Era demasiado! Mi cerebro sufrió un cortocircuito provocado por tanto placer y explosioné, gritando mi orgasmo mientras cerraba con fuerza mis ojos y me arqueaba contra él apretándolo contra mí como si fuera un salvavidas. Después me quedé tendida en cama como una marioneta a la que cortan las cuerdas y me dormí.

Vampiro EmeritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora