Vínculos

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PAPA's POV

Llegué a su ciudad por la mañana, yo ya me había tomado la pastilla anti-UVA y me había echado la protección solar aunque, aun así, me sentía incómodo pero extrañamente nervioso. Había sido incapaz de controlarla mentalmente aquella vez, suponía que tampoco le había podido borrar la memoria pero estaba intrigado, preguntándome si ella me recordaría y cuestionándome también sus motivos para no delatarme en caso de que así fuera.
Comencé a pasear por la zona centro, pasando por la sala de conciertos de la última vez y por diversas tiendas hasta que la sentí: ella estaba cerca. Me fui dirigiendo automáticamente hacia donde la percibía, acabando delante de un supermercado en el momento en que ella salía sin fijarse en mi presencia y la seguí a un par de metros.
Ella estaba feliz, despreocupada... Mi sangre dentro de ella me lo decía con facilidad. De repente, noté como ella se incomodaba y se angustiaba. ¡Vaya! Qué perceptiva era para notar que alguien la seguía.
Ella se paró delante de un escaparate, observando discretamente a su alrededor hasta que me localizó a un par de metros a su espalda. El miedo la recorrió como un rayo al verme, esa fue la única confirmación que necesité: me recordaba perfectamente.
Me había prometido darme la vuelta si le hubiese borrado la memoria o si ella no se acordase de mí pero ese no era el caso y me sentí contento por ello, puede que la hubiese olvidado mientras estaba en el estudio pero ahora lo único que quería era follarla como había hecho la primera vez. Me acerqué a ella sonriendo hasta que nuestros cuerpos entraron en contacto, una ola de deseo me recorrió y no provenía solamente de mí, ella también lo había sentido.
- ¡Hola mi Ghuleh pelirroja!.- susurré contra su cuello, su piel estaba tan cerca y su olor era tan delicioso que noté como mis colmillos se desplegaban en mi boca. Ella dio una pequeña sacudida cuando apoyé mi mano en su cadera para pegarla a mí. Casi me estremecí de placer.- ¡Oh! Te he echado de menos.
- ¿Qué haces?.- preguntó ella con voz trémula y respiración agitada.- ¡No me toques! ¡No!
Me dio un empujón con su espalda para deshacerse de mí pero fui lo suficientemente rápido para agarrarla por su antebrazo, poniéndola de espaldas al escaparate del comercio y pegándome a su cuerpo.
- Llévame a tu casa.- le ordené con voz severa, intentando controlarla una vez más.
Su expresión se relajó al momento, su miedo casi desapareció por completo y su mirada se nubló ligeramente. ¡Bien! Parecía que sí la estaba controlando pensé victorioso hasta que su cara adoptó una determinación que no me esperaba, comprobé que no había conseguido controlarla apenas durante unos segundos y su voluntad volvió a tomar el control.
- ¡No!.- gritó, empujándome con bastante fuerza para ser una humana, cogiéndome por sorpresa otra vez.
Escapó corriendo como una gacela, me recuperé de mi asombro al ver que desaparecía tras una esquina y la emoción de la caza me llevó a seguirla una vez más, aún sin entender por qué no podía influir en ella como en los demás humanos pero esa cuestión ya me daba igual, ella era especial y sería mía otra vez.
Paré de golpe, confundido ante la intensidad de mi necesidad, ¿por qué? Nunca me había pasado nada similar.
Dejé ese pensamiento en el tintero antes de que ella realmente consiguiera escapar de mí, eché una carrera detrás de ella mientras mi sangre me guiaba.
Entré en un portal casi cuando se cerraba la puerta y vi como las puertas del ascensor se iban a cerrar también, pegué un salto hasta caer delante del ascensor metiendo mi mano para detener su cierre y me introduje en la cabina con ella.
Estando en ese espacio tan reducido casi me sentí abrumado: por un lado estaba mi hambre por ella mientras que, por otro lado, tenía su miedo a mí pero también podía sentir su anticipación, su deseo y eso me estaba volviendo loco. No podía esperar.
- Y yo que pensaba que te había borrado la memoria.- comenté, excitado.- Por lo visto eres inmune a eso también.
- ¿Por qué no me dejas en paz?.- logró preguntar con voz temblorosa.
- Digamos que he desarrollado cierta fijación por ti.- le respondí casi susurrando, consciente por primera vez de que yo estaba acosando a mi presa, que todo lo que me movía hacia ella no era solamente su sangre sino su cuerpo también. Sin duda ella era especial.
La agarré por los hombros, casi abrazándola y despejé su cuello para morderla, necesitaba probar su sangre otra vez.
- ¡Por favor, no lo hagas!.- me suplicó débilmente pero empujándome con fuerza, no la suficiente para separarme porque ya estaba decidido a no dejarla huir.
- La última vez lo disfrutaste, lo sé tan bien como tú.- le susurré a su cuello y entonces le mordí.
Su deliciosa sangre bajó por mi garganta, durante un segundo su sabor fue amargo por el dolor pero, como la otra vez, cambió cuando el placer destacó sobre todos sus sentimientos.
El ascensor se detuvo con una sacudida así que me separé de ella a mala gana, sujetándola firmemente contra mí hasta llegar a su puerta. La miré sonriendo al sentir su sorpresa, metí la mano en su bolsillo trasero y cogí sus llaves demorándome un poco al sentir la curva de su culo.
- ¿Cómo lo sabías?.- me preguntó ella dejando caer su cabeza contra el marco de la puerta.
- ¿Dónde vivías?.- le respondí con otra pregunta, terminando de abrir la puerta y arrastrándola dentro. Cerré la puerta, girándome para observarla y me acerqué, acorralándola.- Leí tu DNI cuando estabas dormida.
Le guiñé un ojo divertido por su confusión pero no le iba a decir la verdad sobre mi sangre en su interior, así que deslicé mis manos bajo su camiseta acariciando su suave piel a mi antojo mientras la miraba fijamente.
- ¿Por qué mataste a Deborah?.- me preguntó de repente.
Me quedé un segundo sorprendido ante su pregunta y no atiné a preguntar nada mejor.
- ¿Quién?.- le pregunté.
- La otra Sister of Sin.- me respondió con expresión incrédula.
- Yo estuve contigo, no fue cosa mía.- le dije, sabía quién era la otra chica y quién la había cogido al salir del camerino: Mark. El muy capullo se la había cargado... Tomé nota mental de darle un par de collejas cuando lo pillase.
Continué acariciándola deleitándome con el paso de emociones que mudaba su cara: miedo, deseo, confusión, lujuria...
- Niega que me deseas Yami.- susurré, con mis labios pegados a la herida de su cuello, deseando volver a morder.
- ¡No te deseo!.- exclamó ella entre dientes.
¡Será tozuda! Pensé, sonriendo abiertamente. Subí una de mis manos a su pecho, acariciándola por encima de la tela mientras que bajé la otra a su entrepierna, comprobando que ella estaba lubricada y preparada para mí.
- Mentirosa...- dije riéndome, pero mi propio deseo me controló sumado a su placer.- ¡Joder! ¡Qué húmeda estás!
Le pegué otro mordisco rápido y, cuando me separé, le quité esos pequeños pantalones y la levanté para sentarla en la encimera. Cuando comprobé que estaba quieta me bajé con rapidez toda mi ropa por debajo de la cintura, la miré a los ojos llevándome mi dedo con su humedad a la boca, disfrutando plenamente con su reacción.
Finalmente la agarré por las caderas, empujando para hundirme hasta el fondo dentro de ella, gruñendo de placer y comenzando a penetrarla rápidamente. ¡Joder! ¡Qué bien se sentía poseerla! Mi necesidad era tal que, si seguía ese ritmo, no tardaría mucho en correrme. Llevé la mano a su pezón, pellizcando con suavidad, provocando que ella gimiese en voz alta y la callé llevando mi boca a sus labios. Sus labios sabían tan bien como todo lo demás, toda ella me embriagaba completamente.
Salí de su interior desesperado por tener más de ella, su cara estaba ligeramente teñida de rosa y su expresión de gozo era real, ella estaba disfrutando tanto o más que yo mismo. Así que la bajé de la encimera, la puse de espaldas a mí y me hundí otra vez en ella, mis manos estaban crispadas sobre sus caderas, atrayendo su cuerpo al mío.
- ¡Helvete!.- gruñí llevado por el placer, mi orgasmo estaba a punto de arrasarme. ¡Infiernos era lo que ella provocaba en mí!
La incorporé rápidamente, clavé otra vez mis dientes en su cuello y me corrí con una fuerza tan abrumadora que casi perdí el mundo de vista. Replegué mis colmillos cuando noté que ella se quedaba laxa pero hasta que no me recuperé completamente del placer no pude hacer nada más.
Recuperé el aliento al cabo de un rato, me deslicé fuera de ella y la llevé a la habitación, dejándola en la cama.
La observé muy de cerca, ella estaba bastante pálida pero respiraba bien y sus latidos eran regulares; suspiré aliviado por no haberme pasado como la otra vez.
Me desnudé completamente sin dejar de mirarla, después la desnudé a ella y descubrí que le estaban saliendo moratones en las caderas por mi culpa pero, lejos de sentirme mal, sonreí al saber que la había marcado.
Me vino a la mente la idea de que ella no se había corrido ninguna vez y yo deseaba llevarla a la locura de la misma forma que ella hacía conmigo, así que decidí despertarla con mi sangre para poder disfrutar de ella todavía más. Mordí la punta de mi dedo índice hasta que una gota escarlata surgió, dejé que cayese en sus labios un par de veces hasta que noté que su cerebro volvía a ponerse en marcha y, de repente, ella abrió los ojos consternada. Le sonreí perezosamente, lamiendo mi pequeña herida y ella siguió todo el movimiento con los ojos, asustándose cuando llevó su mano a los labios y comprobar que tenía mi sangre en ellos.
- Tranquila mi Ghuleh, no vas a ser como yo con un par de gotas.- comenté ligeramente, miré mi dedo húmedo y tuve una idea, lo bajé a su entrepierna rápidamente.
- ¡Oh, joder!.- dijo ella sin poder contenerse, levantó su mano a mi brazo para quitar mi mano de ahí pero con un gruñido mío se detuvo. ¡Buena chica!
Metí un segundo dedo en su interior sin parar de moverlos, comenzando a estimularle el clítoris también... Ella no era capaz de controlar lo que yo le estaba provocando y se le escapaban jadeos involuntarios, lo cual era música para mis oídos.
- ¿Por qué no admites que te gusta, eh?.- ronroneé, lamiéndole la mandíbula lentamente y acelerando el ritmo de mis dedos.
Su reacción fue morderse el labio para contenerse, era una visión de puro vicio y no pude controlarme antes de besarla pasionalmente. Mmmmm... Antes me había parecido que ella era sensible en los pezones así que me alejé de su deliciosa boca para descender a uno de ellos y lo mordí ligeramente.
- ¡AH!.- su grito me provocó un escalofrío de placer, ella me agarró del pelo para sostenerse y no para alejarme.
- Así me gusta, Ghuleh.- le dije, preparado para hacer que ella se corriese definitivamente.
Lamí uno de sus pezones para, acto seguido, chupar el otro durante un ratito y morderlo levemente antes de mamar en el primero; moviendo mis dedos dentro de ella profundamente y estimulándola al máximo.
Entonces el orgasmo contorsionó su cara en placer, ella gimió cerrando los ojos y arqueó su espalda pegándose a mí. Era una visión tan increíble que me sorprendí al descubrir que yo mismo me sentía satisfecho con solamente verla así.
Saqué mis dedos de su interior con cuidado y comprobé que ella se había dormido inmediatamente después de correrse, ¿cuál era la diferencia entre desmayarse y dormirse? Pues que su cerebro tenía un tipo de actividad que no tenía cuando se desmayaba.
Me quedé mirándola fijamente sabiendo que, por mucho que intentase borrar sus recuerdos, no serviría para nada y decidí que iba a marcarla otra vez ya que las gotas de mi sangre habían borrado los pequeños morados que mis dedos habían dejado en sus caderas. Sonreí ante la idea de dejarle un chupón sobre el pecho, ¿por qué no? Después volví a crearle las marcas en la cadera sin lastimarla realmente.
Estaba pensando en qué más hacer con ella cuando sonó su teléfono, por curiosidad leí el mensaje de un tal Patrick: "¡Joder tía! En nada comenzamos los bolos, estoy nerviosísimo. Parece mentira que el que menos miedo me da sea el del bar de Will, ¿verdad? Jajaja. Por cierto, ¿qué día acabábamos? El Viernes 29, ¿no? ¡Cierto! Bueno, dejo de darte la lata. Cuídate nena."
Me quedé mirando su teléfono con intensidad, borré el mensaje e intenté calmarme: estaba claro que el Patrick ese no era su novio pero, aun así, su "cuídate nena" me arrancó un impulso de posesividad. Respiré hondo varias veces, al calmarme me sorprendí del hecho de que ella también estaba en el mundo de la música y tuve curiosidad por escucharla. ¿El Viernes 29? Eso era este mismo mes, seguro. Ya tenía planeada mi siguiente visita a mi Ghuleh.
La tapé, levantándome de la cama y vistiéndome; todavía tenía varias horas antes de tener que volver al aeropuerto así que decidí explorar un poco su casa. En su salón tenía varias estanterías llenas de libros, películas y CD's de música, también tenía varias fotos con diferentes personas aunque había un chico que salía en la mayoría, me quedé observándolas con detenimiento. No, no salían en actitud de pareja.
Pasé de largo las fotos para ver sus CD's que tenía ordenados alfabéticamente, asentí complacido al ver que era tan organizada ella, tenía muchos clásicos buenos y grupos actuales con pegada. Tenía unos huecos en la G, justo donde deberían ir Ghost, lo cual me hizo pensar que eso era culpa mía.
Me senté en su sofá, inspirando profundamente y preguntándome qué estaba haciendo y por qué.
Al principio había sido como las demás: para alimentarme de ella. Pero en el momento que la probé, me volvió loco y abandoné toda cautela o sensatez. La forcé y lo peor es que lo había vuelto a hacer, había vuelto a por ella otra vez. ¡Joder! ¡Y tenía pensado volver en un futuro! Descansé los codos en mis rodillas y llevé mis manos por mi pelo, paré en el momento que recordé como ella me había agarrado en su éxtasis... Me levanté como un resorte para volver a su habitación, dominado otra vez por el hambre pero me contuve al llegar a la puerta, ¡contrólate! Me agarré al marco y suspiré, aclarando mis ideas, decidiendo que me iba de allí antes de caer sobre su cuerpo inconsciente una vez más. Miré como se movía bajo las sábanas y me despedí mentalmente de ella hasta dentro de unas semanas.
Mientras esperaba en el aeropuerto noté como ella se despertaba nerviosa pero que luego se calmaba aunque tenía emociones contradictorias, me descubrí sonriendo ante sus sentimientos reflejo de los míos propios.

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