Mi elección

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Un día había quedado con Rachel para ir a un concierto local, no conocía el grupo que tocaba pero ella, para variar, estaba ilusionada y quiso arrastrarme a la fuerza. Pensé en decirle que no pero yo llevaba unas semanas sin salir así que, por una noche libre que tenía, iba a aprovecharla.
Estaba terminando de arreglarme con mis medias rotas, falda a cuadros roja y un sujetador de polipiel negro cuando ella llamó al telefonillo y, a través de video portero, la vi sonriente, abrí y escuché como el ascensor subía. Todavía no había terminado de arreglarme porque no sabía si llevar mi camiseta corta de Mötley Crüe o una camiseta de asas de Behemoth. Sonó el timbre de la puerta y abrí sin mirar mientras me dirigía a la habitación.
- ¡Entra! Aún no sé qué camiseta ponerme, a lo mejor puedes ayudarme...- entonces me giré y vi que quien se encontraba en mi puerta no era Rachel. ¡No puede ser! Nota mental para Yami: mira siempre antes de abrir. Ahí se encontraba él con sus habituales pintas de rockstar y una expresión de sorpresa que duró poco porque fue reemplazada por una de lujuria.
- Yo diría que sin camiseta estás muy bien.- comentó arqueando una ceja de forma seductora.
Él entró en casa, cerrando la puerta y observándome de arriba abajo antes de comenzar a caminar hacia mí. Yo no era capaz de moverme, me había quedado ahí paralizada mirándolo boquiabierta, ¿me había encontrado porque su sangre seguía dentro de mí?
El instinto de retroceder me asaltó demasiado tarde, justo cuando él ya estaba delante de mí, así que abrí la boca para preguntarle qué hacía en mi casa pero me interrumpió besándome de forma pasional y levantándome para apoyarme en la mesa.
Me agarré a él automáticamente para no perder el equilibrio, se lo debió tomar como una luz verde porque sus manos recorrieron la piel de mi espalda, desde los hombros hasta la base, electrizándome completamente y recordándome cuánto lo deseaba.
Él se movió para ponerse entre mis piernas, agarrándome de la cadera para acercarme a él y esas manos de largos dedos pasaron rápidamente a quitarme las medias y mi culotte. Sus movimientos fueron rápidos y bruscos, incluso parecían desesperados. Intente quejarme pero su lengua estaba asaltando mi boca sin descanso, sus manos ya no estaban en mi cuerpo sino que estaban bajando sus pantalones y sus calzoncillos, moví las mías a sus hombros para alejarlo de mí pero volvió a cogerme de la cadera y, de un movimiento, me penetró profundamente. Ese fue el momento en el que dejó de asaltar mi boca, ambos gemimos de placer cuando sus caderas chocaron contra las mías y se quedó quieto unos instantes con los ojos cerrados, disfrutando de la sensación. ¿Qué me hacía éste ser del inframundo? ¿Por qué no era capaz de defenderme de él?
Abrió los parpados, mirándome fijamente con esos ojos verdes que hipnotizaban a todo el mundo, levantó una de las manos para tirar de mi barbilla y soltar mi labio inferior del agarre de mis dientes, no me había fijado en que lo estaba mordiendo.
- Dime que no deseabas esto tanto como yo... y pararé.- dijo, saliendo despacio hasta casi salir del todo y volvió a entrar, ésta vez muy lentamente, centímetro a centímetro mientras me provocaba una ola de placer que me hizo temblar y agarrarme más a él. Él suspiró de gusto.- Me encanta sentir como vibras de deseo, sentirte tan húmeda y lista para mí.
- ¿Por qué estás aquí?.- jadeé, luchando contra la abrumadora sensación de estar otra vez tan cerca de él.- ¿Por qué a mí?
- No me has dicho que pare, interesante... Contestándote, no sabes lo que provocas en mí, ¿verdad Yami? No, no tienes ni idea.- me respondió, besándome y llenando mi boca con su lengua, provocándome un escalofrío de placer.- Eres deliciosa, completamente adictiva, no tu sangre sino tú. Estar contigo es como una compulsión para mí.
Eso era una declaración en toda regla, él empujó un poco más fuerte para dar énfasis a sus palabras haciéndome gemir en alto pero, entre la bruma de lujuria, me acordé de Rachel.
- Más te vale que no le hayas hecho nada a Rachel, está embarazada y si le has tocado un pelo...- él me interrumpió, acallando mis labios con los suyos una vez más, gruñí mentalmente ante mi incapacidad de controlarme.
Él soltó una pequeña carcajada que reverberó entre nosotros y comenzó a salir una vez más.
- Está ilesa pero dormirá un rato en el cuarto de contadores.- comentó con mirada traviesa pero su expresión cambió ligeramente.- Tú no quieres hijos, ¿verdad? ¿Por qué tomarías entonces pastillas anticonceptivas?
- Empecé con ellas cuando...- paré de hablar cuando sus manos subieron a mi espalda y me desabrochó el sujetador.
- Cuando aparecí yo.- murmuró contra mis labios y yo asentí antes de besarlo, dejándome llevar por el placer, el deseo entre nuestros cuerpos y la lujuria.
Tobías me llevó a mi cama y me colocó a horcajadas sobre él, sonrió traviesamente.
- Demuéstrame cuánto me deseas, mi Ghuleh.- murmuró con su acento de Papa y la voz ronca por la lujuria.
Estaba en mi cama con sus brazos enrollados en mi cintura, disfrutando del post-orgasmo cuando se giró y se colocó otra vez encima de mí, me estremecí mordiéndome el labio inferior para no suspirar al ver lo guapo que estaba despeinado con esa sonrisa de lascivia.
- Ésta vez no vas a poder dormirte, ¿no ibas a ir a un concierto?.- comentó, guiñándome el ojo.
Tal como terminó de hablar yo volví en mí misma, intenté levantarme empujándolo con fuerza pero él no se movió ni un milímetro, suspiré derrotada y él soltó una carcajada grave, mordiéndome suavemente el lóbulo de la oreja.
Gemí, agarrándome a sus hombros, volvió a reírse y se giró sobre su costado, dejándome libre. ¡Éste tío me volvía loca!
Me levanté como un resorte, fui al baño con las medias y el culotte en la mano. Pensé en meterme en la ducha pero miré el reloj, comprobando que no me daba tiempo ni de coña, así que me limpié con toallitas húmedas y me vestí. Abrí la puerta del baño, dando un respingo al verlo ahí a escasos centímetros.
- ¡Manos arriba!.- ordenó con voz sexy, abrí la boca para protestar pero me detuvo con un simple arqueo de ceja. Suspiré y levanté las manos, con un movimiento rápido él me vistió con una camiseta... ¡su camiseta!
- Mmmm... te queda muy bien.- murmuró, acercándose tanto que mi cara estaba pegada al hueco de su cuello, inspiré su olor y me estremecí.- Pero ahora vas a tener que prestarme una a mí.
Carraspeé para centrarme, asintiendo y esquivando su cuerpo para ir a mi armario. ¡Contrólate Yami! Me reprendí mentalmente mientras pensaba que tenía que aprender a mirarlo sin ruborizarme o pensar en hacer cosas indecentes con él pero no me estaba ayudando en absoluto. Rebusqué en mi armario, cogiendo una camiseta que me quedaba grande del Killers de Iron Maiden y se la di sin atreverme a mirarle a la cara.
Él entró en el baño justo en el momento que sonó el timbre de casa, salí como un cohete a abrir y me encontré con una confusa y adormilada Rachel.
- ¡Ey! ¿Cómo está la loba feroz?.- le pregunté, sonriendo nerviosa.
- ¡Hola!.- murmuró ella entrando hasta el salón.- Estoy algo agotada, ya sabes, pero preparada para mover el esqueleto, ¿tienes un vaso de agua?
- ¡Claro!.- dije asintiendo mientras andaba hasta la cocina.
Llegué al salón, le di el vaso de agua a Rachel e iba a sentarme a su lado cuando escuché el grifo del baño. Rachel me miró con expresión interrogante, yo me encogí de hombros con una sonrisa tensa mientras notaba que empezaba a sudar la gota gorda y, del baño, apareció él con el pelo húmedo y mi camiseta. ¡Oh, mierda!
- ¡Oh, mierda!.- dijo Rachel, haciéndose eco de mis pensamientos y se levantó, señalándolo con un dedo amenazador.- ¡Maldito hijo de puta!
- Lo siento mucho, espero no haberte hecho daño.- comentó Tobías, inclinando la cabeza para mirar al suelo, se acercó tres pasos a nosotras y levantó la mirada.
- ¡Yo no... no... no te acerques!.- tartamudeó Rachel nerviosa, levantándose.
- Rach...- empecé a decir pero Tobías dio otro paso hacia nosotras, cortando lo que iba a decir.
- Sé que no es mi mejor carta de introducción pero necesitaba hablar con Yami.- dijo con voz pausada y las manos con las palmas hacia arriba en señal de no amenaza.
- ¿Hablar?.- preguntó Rachel con voz chillona, nos miró a ambos durante lo que parecieron varios minutos y, entonces, pareció calmarse ligeramente.- Querrás decir follar como conejos, ¿no?
Juro que casi me caí de culo al escucharla, me quedé mirando boquiabierta la expresión pícara de mi amiga, entonces la risa sofocada de Tobías me hizo mirarlo a él, tenía una mano sobre la boca y parecía intentar no reírse pero no lo estaba consiguiendo. Verlo así casi me hizo perder la poca cordura que me quedaba: parecía un humano normal.
La risa de Rachel ya fue lo que me sacó de mis casillas, creo que intenté hablar dos o tres veces pero no lo conseguí.
- Antes de que a Yami le de una apoplejía debería recordaros que tenéis un concierto al que asistir y vais a llegar tarde.- comentó Tobías, guiñándonos un ojo.- Yo os podría llevar en coche.
Miré el reloj, ciertamente no llegaríamos si íbamos andando, miré a Tobías y nuestros ojos conectaron enviándome una descarga eléctrica por todo el cuerpo; di un paso hacia él, casi nos podíamos tocar, intenté no sonreír.
- ¿Y nos vas a llevar?.- pregunté manteniendo un tono de voz comedido y luchando contra la necesidad de tirarme encima de él.
- Puede.- me respondió en el mismo tono que yo había usado.
- ¡Oh, por favor! Tanta lujuria no me deja respirar.- dijo Rachel, haciendo aspavientos exageradamente.- ¿Nos vas a llevar o no, sanguijuela?
- Vale.- respondió Tobías sin dejar de mirarme y sacó del bolsillo las llaves de un coche.- ¿Listas?
- Sí, listas... ¡Yami espabila!.- me dijo Rachel casi arrastrándome hacia la puerta con Tobías a nuestros talones.
Su coche era un Lexus UX 250h negro como la noche, Rachel y yo nos miramos arqueando las cejas mientras él abría la puerta de los asientos de atrás.
- ¡Señoritas!.- dijo él con una reverencia.
Nos dio tiempo a abrochar el cinturón antes de que el rugido de arranque del motor resonase en la calle y, después, nos vimos pegadas a los asientos por la velocidad por la que salimos disparados... ¡Conducía como un loco! Tan rápido que estaba segura de que la policía lo pararía para multarlo pero no pasó nada.
Llegamos al sitio del concierto justo a tiempo de que el grupo empezase, Rachel comenzó a dar saltos al ritmo de la música y yo la miré preocupada, estaba embarazada de 3 meses y me preocupaba que se pusiera en riesgo. Noté las manos de Tobías en mis caderas y su aliento me acarició la oreja.
- Tengo algo que hacer.- murmuró, lamiendo el lóbulo de mi oreja.- Te veo luego.
Lo miré mientras se alejaba entre la gente y Rachel me cogió de las manos, ambas comenzamos a bailar y a animar al grupo. Tras casi una hora sudando y bailando cuando el grupo paró de tocar, pensábamos que ya habían acabado pero los guitarristas se pusieron a afinar.
- Aún no hemos acabado.- dijo el vocalista por el micro.- Tenemos una última canción para todos vosotros, seguro que muchos la conocéis y la cantará un chico que quiere impresionar a su chica.
Dicho esto guiñó un ojo ante los gritos de ánimo de toda la sala y entonces subió Tobías al escenario.
- Pero qué coño...- comenzó a decir Rachel, otra vez en consonancia con mis pensamientos.
Entonces comenzaron a tocar las primeras notas de Cirice, un nudo se asentó en mi estómago y avancé poco a poco hasta llegar al escenario sin soltar la mano de Rachel. Tobías comenzó a cantar sin dejar de mirarme un solo segundo, tuve un pequeño flashback de la primera vez que lo vi, también con Rachel a mi lado y me dejé envolver por el sonido de su voz.
"Can't you see that you're lost without me..."
Era verdad, estaba perdida sin él, miré a mi alrededor y me fijé en que toda la audencia estaba flipando con él, con esa canción. Tras la canción la gente aplaudió con muchísima fuerza, casi más que al propio grupo en sí, Rachel me cogió las manos emocionada.
- Caray, la sanguijuela canta exactamente igual que Papa.- me dijo casi gritando emocionada.
- ¿Quién canta igual que quién?.- preguntó una suave voz a mi espalda, un escalofrío me recorrió hasta la punta de los pies y me giré para mirarlo.
- ¿Qué ha sido eso?.- le pregunté, sin saber que sentir exactamente.- ¿Soy tu chica?
- Sí...- de repente pareció como si su confianza flaquease y una arruga se formó en su entrecejo.- Es decir, eemmmm, claro, si tú quieres y no te importa estar conmigo.
Sentí la necesidad de ser mala con el así que negué con la cabeza, poniendo cara de asco y me separe de él un paso. Se quedó más pálido todavía y alargó la mano hacia mí con una cara de pena terrible, entonces miré a Rachel y ambas soltamos una risita, la expresión confusa de Tobías no tuvo precio, le di un rápido pico en los labios y asentí.
- Bueno, si me lo pides así...- contesté sonriendo.- Sí, seré tu chica, Tobías. Aparte de me acabas de cantar Cirice otra vez y eso es irresistible.
Él me sonrió en respuesta, pasándose la mano por el pelo y soltó un suspiro aliviado. La mano de Rachel me agarró con fuerza el antebrazo, la miré sorprendida pero ella miraba a Tobías con los ojos casi fuera de sus órbitas.
- ¿Otra vez?.- preguntó con un susurro que pude oír levemente por encima de la música ambiental.- ¿Tobías?
¡Oh, vaya! ¡Claro! Ella no sabía eso. Tobías me miró con una media sonrisa y se acercó a nosotras un poco, pasando su brazo por mi cintura.
- Me gusta que no se lo hayas dicho.- me dijo él al oído.- Aunque ahora ha descubierto el pastel.
- Estooo... Rach, bueno, sí es lo que piensas.- dije titubeando.
- ¡Joder! ¡JODER!.- gritó pero pareció calmarse un poco al ver nuestras caras asustadas.- ¡La ostia! Él es...
- Sí, lo es.- le corté antes de que lo dijera, no me apetecía que nadie lo oyera.
- Woooow.- murmuró ella viéndolo con otros ojos.- Soy tu fan desde siempre.
Tobías sonrió ampliamente y le dio las gracias a mi amiga, prometiendo firmarle todos los discos y algunas fotos.
- ¿Los demás saben que es él?.- me preguntó Rachel mientras él iba a la barra a por dos cervezas, una para cada uno, Rachel estaba bebiendo zumo.
- No, no sé por qué pero no he desvelado su identidad.- comenté algo distraída.- Ni siquiera cuando lo descubrí la primera vez...
- Bueno, no te preocupes, todo saldrá bien.- dijo ella, siempre tan positiva.
Estuvimos hablando los 3 un rato hasta que Rachel miró el móvil y frunció el ceño. Me enseñó una larga ristra de llamadas perdidas de Jake y había varios mensajes, parecía que todo eso le había llegado ahora por culpa de la mala cobertura del local.
- ¡Vamos a casa!.- dije en voz alta, Tobías y Rachel asintieron a la vez.
Tal como salimos por la puerta nos quedamos los 3 paralizados, fuera y con disposición a entrar estaba Jake, Tommy, Patrick y Will. Los 4 también se quedaron sorprendidos pero reaccionaron más rápido, adoptando todos una postura ofensiva, destilaban agresividad. Rachel salió disparada hacia Jake y comenzó a hablarle tan rápido que yo no podía distinguir lo que decía. Miré a Will, él estaba mirando a Tobías de forma hostil, así que me interpuse entre ellos y Will gruñó una maldición antes de mirarme a los ojos.
- Sé que yo no te gusto pero, ¿tenías que salir con alguien como él? ¿Un cadáver?.- me preguntó Will con voz dolida, abrí la boca para responder pero la fría voz de Tobías me paró.
- ¡Claro! Un chucho pulgoso es mucho mejor.- respondió casi siseando.
- ¡Yo estoy vivo! ¡Igual que ella!.- gritó Will, perdiendo los nervios.- Yo puedo hacerla feliz, puedo darle hijos... ¡Tú solamente puedes darle pesadillas!
- Eso no lo decides tú, lo decido yo Will.- intervine, mirando a mi amigo fijamente.- ¡Yo elijo! ¡Y lo elijo a él! ¡Con todas sus consecuencias!
Cogí a Tobías de la mano con fuerza, los miré a todos a los ojos y tire de él hasta alejarnos un poco.
- Os quiero mucho a todos pero, esto es un adiós.- dije, sin girarme a mirarlos.

Vampiro EmeritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora