His POV part.1

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PAPA's POV

Hoy había otro concierto, ya ni sabía en qué ciudad me encontraba. Suspiré pesadamente, tenía mucha hambre así que ésta noche tenía que alimentarme sí o sí, llevaba un par de días tan ajetreados y cansados que, cuando llegaba al camerino de las Sisters of Sin, ellas ya se habían ido.
Siempre procuraba alimentarme de ellas, luego les borraba esos recuerdos y así continuaba la gira siempre que podía con aparente normalidad humana. Yo no era humano desde hacía mucho.
Algunos medicamentos de hoy en día, protección solar alta y gafas de sol; esas cosas me permitían aparentar cierta humanidad y llevar máscara para los conciertos era también algo muy cómodo. Sonreí para mí mismo, nadie habría pensado que de la burda burla que creé para divertirme habría salido un grupo con la fama de Ghost, pero ahí estábamos, éramos un grupo musical de fama mundial y venía gente de muchas partes a ver nuestros rituales, nuestro show. Todo eso me encantaba.
Había terminado de vestirme con mis ropajes anti-Papa, lo tenía todo preparado para empezar el concierto y salir al escenario.
- Deb y yo casi optamos por huir y dejaros con el culo al aire.- oí como decía una voz femenina.
Me asomé a la esquina y vi a las dos Sisters of Sin de la noche hablando con Adam. Una de ellas era de piel bronceada, casi habría pasado por modelo, bien proporcionada y alta; la otra era una chica algo más bajita, tirando a delgada y de pechos pequeños, una belleza más normal. Me acerqué a ellas por la espalda silenciosamente para seguir escuchando su conversación, Adam me miró y yo le hice un gesto con la mano para que no me delatase.
- ¡Es verdad!.- dijo la chica morena pasándole un brazo por los hombros a Adam, el cual se sonrojó. ¡Vaya! ¡Bien por mi chico de los recados!.- Solamente nos quedamos para no meterte en un aprieto.
- ¿Os lo imagináis? Monjas a la fuga en un concierto de Ghost.- dijo la otra chica riéndose.
- ¿En serio? Yo creo que habría sido una auténtica pena perder a dos Sisters of Sin tan encantadoras.- intervine con mi mejor acento Papal.
La chica morena se giró, al verme dio un grito ahogado de sorpresa, la reacción habitual... La otra chica se giró también, abriendo mucho los ojos al verme. Ojos color miel, piel blanca, suave y frágil, enmarcada por un precioso pelo rojo fuego que acentuó mi hambre y provocó que los colmillos comenzasen a desplegarse en la boca. Me recordé a mí mismo que tenía que controlarme, cerré los ojos una milésima de segundo para centrarme.
- Era una broma.- dijo ella, con timidez pero procurando no mostrar debilidad.
- ¡Claro que sí, querida!.- dije, acercándome un paso más a ella.
Al acercarme noté como su corazón se aceleraba y ella se ponía algo más nerviosa pero que aun así luchaba contra mi influencia. Me apetecía provocarla hasta llevar al límite su control, le cogí de la mano con suavidad y me la llevé a los labios sin dejar de estudiar su reacción, sus pupilas se dilataron y entreabrió la boca, lentamente posé mis labios a través de la máscara sobre su mano y ella jadeó ligeramente.
Reprimí a duras penas una carcajada aunque algo se me escapó, ella no era para nada inmune a mis encantos aunque no se deshacía ante mí y eso me estaba poniendo cachondo, cachondo y más hambriento.
Me incorporé y mis ojos se quedaron fijos en un tatuaje de su antebrazo izquierdo, nuestro Grucifix.
- ¡Ah! Ya veo que eres una Ghuleh, querida mía.- comenté, queriendo mantener el contacto con ella pero tendría que separarme en algún momento ya que mi fuerza de voluntad comenzaba a flaquear otra vez.
- Yo no tengo ningún tatuaje pero... ¿puedo decirte que te amo, Papa?.- intervino la chica morena con voz nerviosa.
- ¿Acaso no lo acabas de hacer?.-le pregunté quizás algo bruscamente.
Me reprendí mentalmente, tenía que mantener el personaje de Papa, así que incliné la cabeza hacia ella y solté reticentemente la mano de la pelirroja.
- Oh... oh... Sí, claro.- respondió entre tartamudeos la morena.
Adam le sonrió a la chica e iba a decir algo cuando nuestra intro, Masked ball, comenzó a sonar por todo el lugar, provocando la consecuente reacción entre los fans. La pelirroja se acercó al escenario y me quedé observándola, el traje se ceñía muy bien a su cuerpo, dejando poco a la imaginación. ¡Ya vale! Tuve que apretar la mandíbula para centrarme, tenía que actuar y, después, iría a la habitación donde ellas se cambiaban porque a ésta no la iba a dejar escapar ni de coña.
- Comienza el Ritual.- comenté al aire, mirando a Adam y guiñándole un ojo, me alejé de él y la morena.
En ese momento salían mis músicos para tocar Square Hammer, ¡hora del show! Me dirigí al escenario concentrado, aunque aun así no pude evitar rozar mi mano con la de la chica pelirroja al entrar en escena, quería que ella se centrase en mí en todo momento, quería poblar sus pensamientos de la misma forma que ella hacía conmigo.
Todavía sonaba el final Monstrance Clock, cuando salí del escenario a toda prisa, solamente tenía una cosa en mente. ¡Ella! La maldita había provocado que casi perdiese el hilo de la canción cuando salió al escenario y, justo después de mirarme, besó a la morena y enardeció al público.
Llegué a su camerino, dudando si entrar directamente o no. Preferí llamar por si había la posibilidad de que abriera ella la puerta y poder atesorar su reacción pero no, fue la morena quien abrió la puerta. Aunque ella estaba ahí también, ambas boquiabiertas.
- Me alegro de que todavía estéis aquí, queridas.- comenté entrando en la habitación y cerrando la puerta.- ¿Os ha gustado el Ritual?
- ¡Sí, Papa!.- respondieron ambas a coro.
- ¿Y de quién de vosotras dos fue la idea del beso?.- pregunté a sabiendas de quien había sido la idea, acercándome a ellas y cogiéndolas a ambas de la mano, formando un triángulo.- ¿Huh?
- Fue cosa mía, Papa.- susurró mi Ghuleh pelirroja, ¡ya lo sabía!.- Pensé que sería bueno para el show. Ambas lo pensamos.
- Ya veo.- murmuré.
El hambre se hizo prácticamente insoportable pero tenía que deshacerme de la otra, así que solté la mano de la pelirroja y cogí ambas manos de la morena.
- ¿Querida mía?.- le llamé, preparándome para hipnotizarla. Era una aptitud muy ventajosa para alimentarse, algunas mentes eran más fuertes que otras pero todas acababan cediendo.
- ¿Sí, Papa?.- respondió con voz estridente.
- ¡Mírame!.- le ordené con mi voz habitual.- Quiero que te vayas, sal de ésta habitación y acompaña al chico de fuera. Luego no recordarás nada.
- Sí, Papa.- respondió con voz monótona, había caído sin prácticamente ningún esfuerzo, como todas.
Ella salió por la puerta, cerrándola tras de sí y entonces me quedé a solas con ella. La morena ahora estaba en manos de Mark, uno de nuestros pipas que también era como yo.
La observé, sabiendo el momento exacto en que ella se daba cuenta de la situación, su respiración se aceleró y casi podía oír los latidos de su corazón. Ella parecía un cervatillo ante un depredador, hizo ademán de acercarse a la puerta para huir pero me interpuse en su camino.
- ¿Ya te vas, mi Ghuleh?.- le pregunté, traspasándola con la mirada.
- Eeemmm... sí, bueno, yo... - tartamudeó nerviosa, mirando a todos lados menos a mí.- Tengo que irme.
¡De eso nada! ¡Tú no te me escapas! Di un paso precipitado hacia ella, se tensó notablemente y por primera vez me miró.
- Voy a gritar.- me advirtió temblando.
- No vas a gritar.- le ordené y la señalé con la mano.- ¡Ven!
Obviamente no gritó, su expresión se quedó en blanco pero ella se debatía entre obedecer mi orden o seguir su libre albedrío. Al final dio un paso hacia mí. ¡Bien!
- Eso es.- la animé ladeando la cabeza y ella dio otro dubitativo paso hacia mí, ya la casi la tenía entre mis garras.
- ¡No!.- gritó alejándose de repente. Me quedé sorprendido durante un segundo, ¿cómo era eso posible? Había roto mi influencia... ¡Mierda! Apreté los dientes y aproveché que ella estaba despistada para tirarla sobre el sofá.
Sus fútiles intentos para liberarse no sirvieron para nada, descubrí el lado derecho de su cuello y mordí. Su sangre se abrió paso por mi boca, calmando poco a poco mi hambre; su sabor al principio fue el habitual pero rápidamente se transformó, podía saborear la excitación en su sangre.
La sangre de los humanos hipnotizados no tiene matices de sabor diferentes, dependiendo de lo que sientan la sangre puede amargarse, agriarse, volverse más dulce... Por eso era más sencillo despojarlos de su consciencia pero con ella eso no funcionaba y estaba excitándose, metí mi mano por debajo de su camiseta y comencé a acariciarla hasta que gimió. ¡Joder! Me puse duro al instante y deseé poseerla ahí mismo en ese momento.
Haciendo acopio de toda mi voluntad me separé de ella, la miré a los ojos para ver que su mirada estaba nublada y ahora sí que ella era susceptible a mi manipulación. La herida del cuello estaba abierta así que la lamí lentamente, saboreando su deliciosa sangre un poco más.
- No puedo hacerte todo lo que quiero aquí, mi Ghuleh.- le susurré.- ¡Duerme!    

Vampiro EmeritusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora