Capitulo 8.

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— ¿Que demonios hacías con Potter, Draco?— preguntó Snape bastante molesto.

— Estábamos tomando el té, ¿no te jode?— en ese momento Malfoy hizo algo que nunca antes había sido capaz; burlarse de Snape.

— ¿Que dijiste, Malfoy?— Severus fulminaba al chico con una mirada agresiva, hervía de coraje.

— Nada... profesor— siseó Malfoy retándolo con la mirada.

— Te vuelvo a preguntar, ¿que - demonios - hacías - con - Potter?— preguntó Snape derramando bilis.

— Lo estaba consolando...— por más que lo intentó, Draco no pudo sostenerle la mirada al temible profesor por lo que terminó agachando la mirada.

— ¿Por qué?

— Creo que eso lo sabes muy bien, padrino.

— No sé de que estás hablando.— dijo fríamente Snape.

— Padrino, yo no sé lo que haya pasado aquella noche del castigo, pero lo que si te puedo decir es que has herido bastante a Potter.— dijo Draco antes de salir indignado de la habitación.

— ¿Que te dijo?— preguntó Snape alzando una ceja.

— Nada. Ni una palabra.

Días después, cuando todo el asunto había pasado a segundo plano para Harry (aunque seguía atormentándolo día y noche), asistió por primera vez a clase de pociones sólo después de recibir una lechuza proveniente de Dumbledore preguntando las razones de su inasistencia a dicha materia.

Todos los alumnos se encontraban sentados esperando la llegada del hombre, Harry estaba junto a Ron y atrás de Hermione mientras platicaban de cosas sin sentido, por fuera intentaba aparentar normalidad para no seguir preocupando a sus amigos y evitar estar en la boca de los demás alumnos de Hogwarts en chismes ridículos, pero internamente estaba fatal, sentía su pulso bastante acelerado como si su corazón estuviera apunto de explotar, le costaba bastante respirar como si sus pulmones se hubieran reducido al tamaño de una pasa, tenia una gran desesperación por salir corriendo de ahí y sus manos le sudaban como si no hubiera un mañana. Al escuchar la puerta del aula abrir y cerrarse posteriormente, su corazón se detuvo por un segundo.

— Buenas tardes.— saludó el profesor Snape a sus alumnos mientras caminaba hacia su escritorio.

Harry lo miraba fijamente, algo en el llamaba su atención, el hombre se veía agitado como si de alguna manera estuviera... nervioso... por otro lado, el hombre se veía cansado, tenía unas ojeras bastante marcadas que realmente preocupaban a Harry y al parecer no fue el único en darse cuenta, ya que en el salón se empezaron a oír cuchicheos y "disimulados" susurros.

— Silencio— ordenó Snape volviendo a su actitud de docente malvado— el día de hoy prepararemos una pócima infladora, espero que ninguno de ustedes, grupo de inútiles destruya de nuevo este salón...

El hombre se acercó a la pizarra y comenzó a escribir las instrucciones, pero ese día pasó un fenómeno que nadie en aquel salón había presenciado nunca; Snape había olvidado algunos procedimientos de la poción, nadie lo había notado hasta que Hermione corrigió la hombre, ganándose una mirada turbia y asesina por parte del profesor. Al final, todos lograron hacer la poción a excepción de Neville quien había recibido tres semanas de castigo con Filch por derretir un caldero. Los alumnos comenzaron a salir del aula cuando se escuchó la voz del profesor Snape:

— Potter, necesito hablar con usted.— Harry sintió que su sangre bajó hasta sus pies y se quedó inmóvil en su lugar.

Ambos esperaron a que todos salieran del salón, mientras tanto en el pasillo Ron y Hermione se encontraron con Draco.

— ¿Que haces aquí, Malfoy?— preguntó Ron al chico.

— Vine a buscar a Harry, ¿no está con ustedes?

— El profesor Snape dijo que tenía que hablar con él.

— ¿Qué?, ¿Harry está con Snape?— ambos chicos asintieron y siguieron con su camino.

Draco se acercó a la puerta del salón intentando escuchar lo que ocurría dentro de esta.

— Potter, tenemos que hablar sobre lo qué pasó aquella noche— dijo Snape acercándose al chico.

— ¿Que pasa, profesor?, creí que había sido un error...

— Y así fue Potter, sin duda alguna.

— ¿Sólo me llamo para decirme eso?— preguntó el chico con un nudo en la garganta.

— ¿Que más esperabas que te dijera, Potter?— dijo Snape acercándose peligrosamente al menor.

— N-nada.

— Dime, ¿esperabas un romance de novela?— dijo acercándose más y más al menor hasta que sus labios estaban a sólo unos milímetros de distancia.

— N-no, señor...

— ¿O sólo buscabas esto?— dijo Snape tomando con fuerza la mano de Potter colocándola en su entrepierna por fuera del pantalón.

Harry cerró sus ojos, aparentándolos para evitar sentir aquellas sensaciones que le eran provocadas por su profesor, evitaba perder el control... pero su voluntad no fue lo suficientemente fuerte como para resistir tanta tentación y adrenalina, se dejó llevar por la calentura del momento enviando todo a la mierda en esos momentos, ¿que más podía perder?

Comenzó a acariciar el miembro del hombre, Snape apretó sus puños y mordió su labio inferior permitiéndose sentir y gozar, a Harry le encantaba ver lo que sus atenciones provocaban en el mayor.

Severus perdía el control de si mismo, tomó a Harry rodeándolo con sus brazos y comenzó a besarlo tan apasionada y desesperadamente, ambos querían más, ambos deseaban sentirse. Snape desnudaba a Potter, Potter desnudaba a Snape mientras ambos apreciaban el cuerpo del otro sin creer aún que eso no era un sueño más. Harry besaba, lamia y mordía el cuello de Severus haciendo que esté se retorciera de placer y excitación, mientras Snape acariciaba todo el cuerpo del menor, sintiendo su piel suave. De repente tomó a Harry por la cintura, le dió la vuelta y lo inclinó haciendo que el menor recargara sus brazos y frente en el escritorio.

— Por fin sabrás lo que es el verdadero placer, Potter.

El secreto de las mazmorras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora