Capitulo 28.

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Después de la boda de Bill y Fleur, el trío de oro se dirigió a cumplir con la misión que Dumbledore había encargado antes de morir; buscar los horrocruxes y destruirlos, aquello claramente no fue fácil de lograr, tuvieron muchos tropiezos, discusiones y más problemas. Harry no sabía nada de Severus, sólo había escuchado el rumor de que ahora era director de Hogwarts, tampoco sabía que era de Draco.

Cuando Harry y Hermione acampaban en el bosque de Dean después de que Ron se marchara, el ojiverde notó un patronus a lo lejos y decidió seguirlo, caminó unos cuantos metros y cuando estaba a sólo unos pasos de la brillante luz notó que se trataba de un león plateado, esta se esfumó dejándolo en completa oscuridad, el cuerpo de Harry entró en alerta y sus sentidos se agudizaron, escuchó el sonido que produce una rama al romperse bajo un zapato y volteó rápidamente; ahí estaba Severus con una dulce sonrisa mirando a Harry con ternura mientras la punta de su varita alumbraba con una luz tenue, los ojos verdes se llenaron de brillo y Harry corrió a los brazos de Severus, el mayor lo tomó y se aferró a él con muchísima fuerza, como si de ello dependiera su vida. Era la primer persona que Harry veía en meses aparte de Ron y Hermione, estaba muy feliz de verlo, aspiró su olor y alzaba la mirada para convencerse de que aquello era real, cuando se paró en las puntas de sus pies para besar al hombre, los recuerdos que habían sido nublados por la emoción regresaron a él.

— ¡Mataste a Dumbledore!— Harry empujó al hombre.— aléjate de mi...

—Harry... yo...— de haber contado con más tiempo, Severus le habría explicado todo al joven— sólo vine a entregarte la espada...

— ¿La espada?— el ojiverde no se había percatado que las pálidas manos de Severus sujetaban la espada de Gryffindor.

—Espero que te sea útil— dijo Severus mientras se la entregaba— debo irme.

Antes de marcharse, Severus se quedó mirando a Harry esperando obtener alguna respuesta, un "Gracias" o una simple mirada, pero no fue así pues Harry jamás alzó la vista.

—Adiós, pequeño.— escuchó decir Harry al hombre antes de que este desapareciera.

Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Harry, ni siquiera él estaba seguro de la razón, probablemente era por toda la situación y el extrañar muchísimo a Severus y no poder estar juntos no ayudaba. Mientras regresaba al campamento con Hermione, Harry escuchó unos pasos siguiéndolo y por un momento se emocionó al pensar que podían ser de Snape pero al voltear y ver ahí a Ron una pizca de desilusión apareció en su mirada.
El joven pelirrojo explicó a su mejor amigo todo lo que había vivido y el porque había regresado, decidieron destruir el guardapelo que reposaba en el cuello de Potter con la espada que ahora poseían. Arribaron al campamento y después de una buena bronca con Hermione, siguieron su camino.

(...)

Ahora se encontraban en Hogwarts, todo empezaba a prepararse para la batalla que se acercaba, los menores de edad y los miembros de la casa de Slytherin eran enviados por el retrato que los mandaría a Hogsmeade, los profesores y la oren del fénix protegían el colegio, Severus se había marchado después de el enfrentamiento con McGonagall y Harry buscaba con desesperación la diadema de Rowena Ravenclaw. Luna lo acompañó y le indicó que podía hablar con Elena Ravenclaw sobre aquello y ella le indicaría donde estaba, después de convencer a la fantasma, Harry se dirigió hacia la sala de menesteres donde se encontraría con Ron y Hermione, después con Draco, Crabbe y Goyle, con quienes tuvieron un enfrentamiento que terminó incendiando toda la sala, lograron salir con vida excepto Crabbe quien había caído a las llamas y después de destruir la diadema las puertas se cerraron. Harry y Draco se miraron por unos segundos y el rubio se lanzó contra Harry para un cálido abrazo que ambos disfrutaron muchísimo.

El secreto de las mazmorras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora