Capitulo 21.

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Harry caminaba por los terrenos de Hogwarts, admiraba la exótica belleza del lago negro cuando vislumbró una silueta de alguien que se aproximaba. Severus Snape se acercó quedando a unos centímetros del joven, lo tomó bruscamente por la cintura, lo atrajo hacia él y comenzó a besarlo de una manera bastante inusual; pasó de sus labios al lóbulo de la oreja y después al cuello de Harry, por supuesto que el joven se sentía en las nubes mientras acariciaba todo lo que podía del cuerpo de Snape, Potter cerró los ojos y dejó que las sensaciones se apoderaran en aquel momento. Unos pasos se escucharon a un costado de los enamorados y ambos voltearon a ver de quien se trataba, en cuanto Snape reconoció de quien se trataba empujó a Harry provocando que cayera al suelo.

— ¿Lograste olvidarme, Snape?— Lucius acomodaba su elegante cabello mientras miraba con una ceja enarcada y una sonrisa pícara a Severus.

Snape corrió hacia el mayor de los Malfoy, tomó el mentón del hombre y comenzó a besarlo de igual manera o incluso más intenso que cuando se trataba de Harry, el joven león miraba la escena horrorizado y sintió cómo las tibias lagrimas resbalaban por sus mejillas, comenzó a gritarle a los hombres pero parecía que estos no lo escuchaban.

— No, sólo intentaba alejarlo de tu hijo— dijo Snape una vez separados— Draco estaba apunto de cometer la estupidez de meterse con él— Severus dirigió una mirada de desagrado a Harry que seguía en el piso, tomó a Lucius del brazo y se fueron caminando hacia el castillo.

Potter despertó a gritos y con la respiración tan agitada como si se hubiera tratado de un maratón, tardó unos segundos en darse cuenta de que aquello sólo había sido una terrible pesadilla aunque al recordar todo lo que había pasado la mañana anterior, la realidad no le gustaba más.

Harry estaba destrozado, estaba al borde de perder la cordura, había pasado todo el día y noche encerrado en su habitación en la torre de Gryffindor y todo su tiempo se le iba en lamentos y lágrimas excesivas, había conciliado el sueño porque se había cansado de llorar. Su corazón sufría como nunca antes había experimentado, su cabeza no le ayudaba y le traía recuerdos que sólo lo torturaban más y más. Necesitaba a Severus, necesitaba que Severus entrara por aquella puerta que no pedía de vista y le dijera que todo era una mentira o una broma de mal gusto.

Harry se levantó de la cama con un inimaginable pesar, tomó un pergamino y comenzó a escribir una carta dirigida a Ron y Hermione, pero cuando iba a mitad de esta se dió cuenta que no era a ellos a quienes necesitaba en aquel momento (además de no querer confesarles la verdad), rompió ese pergamino y tomó uno nuevo en el que escribió "Querido Draco" cómo encabezado; en la carta Harry relataba todo lo que había sucedido y todos los sentimientos y pensamientos que tenía guardados, no quería molestar al platinado en sus vacaciones pero no aguantaba más, llamó a Hedwig y envió la carta. Unos golpes en la puerta llamaron su atención y se acercó a abrirla.

— ¿Puedo pasar, Harry?— Dumbledore estaba del otro lado de la puerta con una gran sonrisa.

— Mejor vayamos afuera, profesor, la habitación no está muy presentable.

— Me preocupas, muchacho— dijo el anciano mientras caminaban hacia los sillones de la sala común— no sé qué te esté pasando, pero no estás nada bien. Esta noche viajaré a la madriguera, me gustaría que vinieras conmigo para que así pases las fiestas con tus mejores amigos.

Harry se lo pensó unos minutos y al final accedió, pensó que era mejor estar con Ron y Hermione que encerrado en una habitación todas las vacaciones.

— Perfecto— dijo Dumbledore entusiasmado— te veo en la entrada del colegio al ocultarse el sol. Por cierto, deberías bajar a comer algo, viajaremos por aparición y no puedes estar débil.

El secreto de las mazmorras. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora