El alba

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Mientras caías en los brazos de Morfeo como saco de arena por culpa del alcohol, yo estaba despierta. Quizás en ese instante Artemisa decidió abandonarme, pero te tenía a mi lado, y no envidiaba a la luna como hago cada día; Apolo también estaba, y fue el alba más melancólico que he visto jamás, por que sabía que según avanzaba el sol, y con el, el tiempo, te ibas a ir. Por eso disfrute el alba. Disfrute el calor que me proporcionabas, intenté memorizar cada detalle de tu rostro como quién guarda una fotografía con cariño... pero Morfeo me venció en mi pequeña guerra, y caí dormida abrazándote contra mí, que segundos antes habías decidido acurrucarte en mi pecho.
No quería dormirme, pero me sentía como en casa; cómo si, por una vez, la tierra se frenará, y el destino con ella.

Cartas de una moribundaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora