Borrosa

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Se acabaron las motos amarillas, los fantasmas de besos que mis labios se esforzaban en recordar. También han desalojado mi habitación los recuerdos, creo que porque los expulse yo a patadas. ¿Pero que bien nos hacía que fuera incapaz de olvidar cuerpo contra el mío?
Es más fácil así. Yo puedo vestirme de rojo, llevar la alegría pintada en la cara aunque tenga el vacío por dentro; y por las noches, tras quitarme las vestiduras, cerrar los ojos he intentar evocar fielmente los recuerdos tuyos, los míos, los nuestros. Ahora están difuminados, y eso me pone triste.

Quiero recordar con exactitud echos, pero mi mente no fue capaz de guardarlos fielmente. Que horrorosa maravilla ser incapaz de ponerme melancólica a gusto.
En algún momento pasará la impotencia que siento, lo sé. Mañana será otro día, o eso espero al menos.
Intentaré esta noche recordar como fue verte por primera vez, porque es mi recuerdo favorito, así quizás sueñe de nuevo contigo. En los sueños podemos estar juntas, aunque sea por poco tiempo cada noche, pero al menos es algo que me consuela.

Cartas de una moribundaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora