Antes

3 1 0
                                    

Se me ha olvidado todas aquellas palabras que escribía a papel, que guardaba recelosa en una caja y que sacaba cuando no podía más.
El humo de mi cigarrillo ahora me hace cosquillas en la nariz, la tos que tanto me jode los pulmones a vuelto, pero no me importa, solo quiero mirar un momento hacia atrás y pensar con claridad por un instante de cómo era antes de todo...

Si me preguntáis como me recuerdo, no sabría responderos con una palabra concreta, por qué ni lo era, ni lo soy. Si echo la vista atrás puedo darme cuenta de que estaba sola en un mar profundo, que era ese gato callejero que caminaba solo por la carretera aún a riesgo de que me atropellarán... pero siempre fui así. No me importaba la idea de morir por una buena causa, de no sentir, (pese a estar en constante pánico de perder mis sentimientos), me repugnaba la idea de enamorarme, de querer a alguien que no fuera mi perro.
Si me preguntáis... creo que me gustaba en verdad fingir no estar sola, siempre lo fingía, y lo sé me daba mal. Me gustaba comer helado y ver películas un sábado por la noche, tocar la guitarra por mi cuenta cuando no se tocarla, o simplemente fingir ilusionarme por algo que en verdad no me importaba. Eso sacaba de quicio a los de mi alrededor.

Pero como toda polilla, me tropecé con una luz que brillaba demasiado en un día de finales de noviembre. No debería haberme acercado, yo lo sabía, pero ella insistía en brillar demasiado. Odio cuando pasa eso. De no haberme acercado no me habría convertido en Icaro, y podría seguir siendo una de las ninfas de Artemisa, pero ya es muy tarde para volver atrás; ya era tarde en el momento que la conocí.
Aunque la herida de mi corazón es reciente, demasiado diría yo (sé me hace eterno el tiempo), se que pronto se cerrará. Confío en ello. Entonces el tiempo volverá a su cauce normal hasta que ella decida refrescarse un poco, o jugar a tirar piedras y crear hondas. Siempre me perturba.

Yo antes no lloraba, llevaba tanto sin llorar que pensaba que había perdido la capacidad; ahora con tan solo pensar en cuanto extraño sus pecas doradas mis ojos deciden inundarse en agua, cómo si de esa forma se me fuera a curar el corazón.

Y mientras escribo esto me surgen dudas:
¿Cuando empezó realmente todo? ¿Cuando podré insensibilizarme de nuevo? ¿Le hago bien? ¿Cuando empezó todo para ella?
Entre otras miles...
El mundo es cruel, pero habrá un momento en que esto sea pasado, y las palabras que brotan de la herida, como sangre de un corazón, pararán.



Lo peor de todo... es que no quiero, ni que paren, ni que acabe.

Cartas de una moribundaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora