CAPÍTULO 37

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¿CUÁNDO DEJÉ DE ODIARTE?

Esa mañana a Federico le había tocado salir muy temprano por asuntos de trabajo que ultimamente descuidaba un poco por pasar más tiempo con Cristina y disfrutar así del embarazo. Consuelo había salido también, seguro a pasar el dia con alguna amiga, y por último Vicenta tenía el día libre. Cristina había quedado prácticamente sola, pero él no tuvo mucho detenimiento en esto porque los peones estaban no muy alejados de la casa y él regresaría de inmedito ya que los asuntos para resolver no eran de gravedad...Así como dijo fue exactamente. No mucho tiempo después regresó tranquilamente. Ya había entrado a la hacienda cuando de pronto percibió unos gritos alarmantes, fijandose bien...No, no! Acaso era Cristina la que gritaba? Subió disparado las escaleras, y a medida que más se aproximaba, los gritos eran más nítidos, su corazón se llenó de miedo y más al entender claramente lo que decía entre gritos. "Mi bebita no, mi bebita no" Era lo que le oía gritar, abrió con desespero la puerta de la alcoba matrimonial y encontró a Cristina en la cama con los ojos cerrados dando puños en la cama, y respirando con dificultad. Por lo menos pudo conseguir la cordura cuando se dio cuenta que tan solo era una pesadilla, una muy terrible de la cual la debía despertar... Se acercó a ella y la vio totalmente pálida, sudada. Tuvo que estremecerla varias veces por los hombros para que Cristina pudiera despertar...

-Ella regresó Federico, regresó. - Despertó de golpe y no cesaba el llanto. Se sentó en la cama de manera brusca y se lanzó a los brazos de su marido. -No permitas que nos haga daño.

Federico no le entendía pero lo obvio era que todo lo que decía era producto de esa pesadilla.

- Primero debes calmarte mi amor. Debes tranquilizarte. -Acariciaba su cabello y la abrazaba fuerte para hacerla sentir protegida. -Voy por agua, la necesitas princesa.

Se levantó pero Cristina lo haló de la mano.

- Lo único que necesito es que me abraces, que me abraces muy fuerte. Que me hagas sentir que todo va a estar bien.

Él no necesitó más, se sentó nuevamente a su lado y la abrazó, así tan fuerte como ella quería.

- Tranquila, ya ya pasó bonita, solo fue una pesadilla. -Acariciaba su pelo repetidamente y el llanto de Cristina se empezaba a convertir en sollozos.

- Fue tan real, tengo mucho miedo...No quiero que nada nos pase. -Ya se acostumbra a hablar en plural por la bebé y Federico le entendía perfectamente.

- Y nada malo les va a pasar, nada malo les pasará porque siempre voy a velar por que estén bien, no permitiré que nada les dañe. -Enmarcó su rostro entre sus fuertes manos y besó su frente - Te amo. Ya estás más tranquila?

Ella asintió débilmente, Federico le ayudó a recostarse y a los pocos minutos quedó dormida. Era lo mejor, necesitaba descansar, el quería saber la pesadilla pero debía dejarla descansar, ya después con ella plenamente bien podrían conversar respecto a eso.

Aprovechó el momento para dedicarse a hacer el almuerzo, quería que cuando Cristina despertara encontrara todo listo. No había servicio hoy, así que con mucho amor, como tantas veces, comenzó a cocinar para su esposa.

Faltando poco para el medio día, ya Federico tenía todo listo. Se decidió al fin por carne tierna de lomito en trozos y puré de papás, el conocido beef straganoff, le sentaría bien, se vería muy bien acompañado con vino blanco, pero en el estado de Cristina era mejor evitarlo, así que
preparó zumo de naranja, cítricos, los favoritos de ella.

Sentía mucha calor por calentarse preparando todo el almuerzo, por eso procuró darse otra ducha, rápida por si Cristina despetaba, quería estar ahí, la veía tan tierna en la cama, toda acurrucadita entre las frazadas.

¿Cuándo Dejé De Odiarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora