Capítulo 29

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Después de un rato en el cuál la frustración y el enfado no había hecho más que aumentar, Joel decidió que había llegado el momento de irse a su casa. Se despediría de Zabdiel y se iría, al fin y al cabo, seguramente él fuese el único en notar su ausencia.

Bajó las escaleras mientras observaba lo que ocurría en la planta de abajo o más bien, quién se encontraba en ella. No había rastro de sus amigos lo cuál por una parte lo tranquilizaba, prefería encontrarse al boricua a solas. Caminó hasta el jardín donde visualizó a Richard y Chris charlando amistosamente con unas chicas, ellos, sin embargo, ni siquiera se dieron cuenta de su presencia.

- Oye Joel dónde estabas? Te he estado buscando - Una voz a sus espaldas le hizo voltearse.

- Ey Yoandri, no me encontraba muy bien y he subido un momento a la habitación de Richard, pero ya me voy.

- Enserio? Por qué? Si la fiesta acaba de empezar! - La voz del pelinegro sonaba triste e incluso algo decepcionada.

- Ya, lo sé, pero no estoy con el mejor ánimo, y estoy seguro que al cumpleañero no le va a importar - señaló a Richard quién se encontraba muy bailarín y risueño.

- Bueno vale, no te insisto más... Quizás podríamos darnos los teléfonos y poder seguir en contacto, bueno no se, si a ti te parece bien... - El mexicano le dedicó una tierna sonrisa y sacó su móvil del bolsillo.

- Me parece buena idea, apunta el número - Cuando iba a entregárle el móvil, una mano se lo arrebató.

- Joel podemos hablar? - La cara del ojimiel era todo un poema, en cualquier momento iba a empezar a echar humo - A solas! - Miró a Yoandri quien se encontraba mirando a los dos algo perplejo.

- Noooooo, no podemos hablar! - Varios invitados se voltearon hacia ellos al escuchar la escena. El ojimiel cogió el teléfono de la mano del menor y se dirigió a Yoandri de nuevo - Apunta el número.

El pelinegro parecía dudarlo ya que sentía encima una mirada que podría fulminarlo en cualquier momento, pero lo tecleó y lo guardo, entregándole de nuevo el móvil al rizado.

- Bien, ha sido un placer conocerte, seguro que nos vemos pronto - El ojimiel se acercó y le dió un corto abrazo como despedida. No sabía si estaba actuando bien, pero ver la cara del cubano en esos momentos estaba haciendo que fuese el momento más divertido de la fiesta.

- Vale, adiós Joelin, escríbeme cuando llegues a casa para saber que estás bien - Hizo un gesto con la mano de despedida mientas continuaba con una sonrisa.

- Que eres su madre? Puto desesperado! - El ojiverde agarró el brazo del rizado tirando de él hacía la salida, sin dar tiempo a responder al imbécil de Yoandri.

- Se puede saber que haces idiota? No te he dicho ya hoy que me dejes en paz? - El rizado paró en seco, haciendo que el cubano parase también.

- Sí, y también me has dicho que hable, que te dijese todo lo que tengo que decirte, pues bien, es lo que intento pero no me estás dejando! - El ojiverde aumentó su tono de voz - Aunque parece que en diez minutos ha dejado de importarte lo que tengo que decir verdad?

- No... En realidad.... Me importa una mierda, y me importas una mierda tu! No creo ni una de las palabras que salen de tu boca porque son todo putas mentiras! Y luego... Luego está tu bipolaridad! Enserio, no hay quien te entienda! Y sabes que? Yo no quiero entenderte! Porque te repito, me importas una puta mierda! - Las miradas de los invitados que se encontraban a su alrededor estaban ahora posadas en ellos.

- Oye que os pasa? Estáis montando un circo! - Joel posó su mirada en Christopher quien parecía algo molesto con lo que acababa de presenciar, mientras que el ojiverde continuaba observando al ojimiel - Lo digo en serio, si tenéis algún problema iros a discutirlo a otro lado, no le jodais la fiesta a Richard.

- Lo siento - El mexicano parecía avergonzado. Echó una breve mirada alredor pudiendo comprobar que toda la atención se encontraba en ellos - Ya me voy, y lo siento, de verdad.

Agachó la mirada y esquivó a todas las personas que se cruzó hasta la salida. El aire fresco golpeó su rostro haciendo que volviese a la realidad, y con ello, los nervios y vergüenza de lo que acababa de ocurrir. Comenzó a caminar a pasos apresurados, quería llegar a su casa lo antes posible. Su móvil no dejaba de vibrar una y otra vez en su bolsillo pero lo que menos le apetecía en ese momento era lidiar con nadie, así que dejó que sonara. Después de un buen rato, decidió sentarse en los escalones de una casa, donde todo estaba más que tranquilo. Sacó un cigarrillo y permaneció allí, en el silencio, en la penumbra de la noche, queriendo volver a aquellos días de soledad.

- Por que no me respondes al teléfono? - Ese acento que tanto odiaba-amaba le sacó de su pequeño trance.

- Esque tú nunca te rindes Erick? - Su voz ahora era calmada. El ojiverde sacó un cigarrillo y se sentó junto a él - Por qué me odias tanto? Enserio, que te he hecho?

El silencio volvió a apoderarse del lugar. Estaban juntos y aparentemente tranquilos pero ninguno de ellos se sentía así. Erick sabía que si comenzaba a hablar de nuevo la jodería como lo hacía cada vez que abría la boca, así que se quedó ahí, callado, solo disfrutando de la compañía de Joel.

- Puedo acompañarte a casa? - El mexicano se levantó de los escalones y tiró el cigarro en sentido contrario al menor, quien permanecía con la cabeza gacha esperando una respuesta.

Joel no dijo nada, comenzó a caminar hacia su casa con la esperanza de que el menor no lo siguiese, sin embargo, cuando confirmó que el ojiverde continuaba sentado allí sin moverse, paró su paso en seco.

- No ibas a acompañarme a casa? - El mexicano chilló para que el pelinegro pudiese escucharle - Desde cuando necesitas una respuesta para hacer lo que te da la gana Colón?

Una pequeña sonrisa escapó del ojiverde el cual enseguida siguió los pasos de Joel. La casa de Richard quedaba a una media hora andando de casa del mexicano, y a esas horas de la noche la caminata parecía estar siendo interminable. Ninguno de los dos chicos había vuelto a hablar durante el trayecto a casa, sin embargo, no parecían estar incómodos el uno con el otro.

- Quieres quedarte en mi casa? Está a sólo cinco minutos de aquí y aún falta un rato para llegar a la tuya... - Erick lo miró con espectacion, llevaba todo el camino queriendo hacer la pregunta pero no había encontrado el valor hasta ese momento.

- No - Ni siquiera dijo nada más.

- No? Por qué? Estás cansado y yo también, no sería la prime... - El rizado se volteó hacia él no dejándole terminar.

- No sería la primera vez? - Una sonrisa sarcástica se escapó de sus labios - Enserio Erick, puedes quedarte aquí si no te apetece andar más, no tienes por qué acompañarme, pero no voy a quedarme en tu casa.

Erick quería decir algo pero pareció arrepentirse en el momento en que abrió la boca. Agarró la mano del rizado y la acarició suavemente, no era consciente de lo que había echado de menos el contacto con el mayor hasta producirse ese roce entre ellos - Está bien, pero creo que deberíamos hablar, quiero ser sincero contigo y no engañarte-no engañarme más. Ven, hablamos y luego te acompaño a casa, enserio.

Joel no quería creerlo, no quería ceder otra vez ante él, pero ese minúsculo tocamiento en su mano le había hecho perder la poca cordura que tenia - Está bien, pero será la última vez que te de la oportunidad de explicarte, así que espero que la aproveches.

El ojiverde sonrió levemente y aumentó el agarre en la mano del mayor en señal de agradecimiento - No necesito más oportunidades Pimentel, sólo esta.

Miedo a enamorarme - Joerick  {Terminada}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora