El Nuevo Cuerpo y el conocido.

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Lugar desconocido, hora desconocida, personajes...bueno a estas dos sí que las conozco. Ana Guerra y Miriam Gallego (bueno en persona no, ya me gustaría pero en mi mente sí). Narra, tú eres mi remedio para todo mal nena.

La verdad es que Ana tenía razón, no podíamos negarnos. Quizás yo no me jugara demasiado, salvo la vida y la reputación, pero la idea de poder llevar una vida con Ana donde no tuviéramos que ser rivales me sedujo un poco. Bueno, eso y que me he enterado de cuanto te pagan trabajando para estos tipos.

— Reclutas, bienvenidos al quinto o sexto nivel de la inteligencia española, al cuerpo de los cuerpos. No están aquí por casualidad, llevábamos tiempo observándolas, cada una de ustedes ha sido seleccionada en base a una serie de cualidades individuales. Esas cualidades son distintas para cada una de ustedes y son esenciales para este trabajo. Pero les falta mucho por aprender hay muchas disciplinas que desconocen...—Menudo rollo se está soltando aquí la rubia — tiro, estrategia, tácticas militares, disfraz, seducción.—
—Disculpe — Ana levantó el brazo no sé yo si eso es muy normal en este tipo de sitios — ¿Seducción?—
—No se preocupe señorita G, esa clase la tiene usted más que superada — ¿Será hija de puta la M esta!, no me quiere levantar la novia —. Seguimos, trabajarán ustedes por parejas, sus antiguos nombres, sus amigos, sus vidas anteriores han dejado de existir. Lo único que importa a partir de ahora es su compañero. Va a ser su madre, su hija, su novia, toda su existencia. A partir de ahora vivirán con una sola misión, proteger y cuidar a sus compañeros, vivirán con ellos, dormirán con ellos, su mundo entero serán ellos. Ahora empezamos con el reparto— Me parece que esta tipa se quiere quedar a mí Ana en el reparto.
— A ver la señorita GM, con la señorita RG, las geges juntitas, habitación 205. Sí, vosotras, la de rizos y la morenaza os hablo a vosotras— Yass que me ha tocado con Ana en el cuarto. Me quedo un poco empanada pensando en que va a pasar cuando comparta el cuarto con Ana — ¡que mováis el culo, coño! ¿Acaso no me habéis oído? Vuestro nombre en clave a partir de ahora va a ser las grecas porque debéis estar igual de drogadas para andar tan empanadas—

Subimos a toda ostia a la habitación porque la rubia puede parecer chiquita pero tiene una mala ostia que te cagas. Aunque es cierto que parece que la mala leche es más por mí que por Ana, se la comía con la mirada. Pues lo siento agente Doblas, como usted misma ha dicho voy a hacer que para Ana yo sea su mundo entero. Nadie juega con mis cosas y aunque ella lo quiera o no, yo soy la dueña de Ana Guerra.

— Bueno Ana, elige, Toñi o Encarna—

— Mira que eres burra Miriam, esas son las azúcar Moreno. Carmen o Tina, que no sabes nada de los clásicos de la música española—
— Te estoy amando locamente pero no sé cómo te lovia dici—
—Anda, deja de hacer el lelo. No sé tú pero yo me voy a dar una ducha, si es que encuentro ropa para cambiarme—
—No te preocupes Ana, tú ve a ducharte tranquila yo voy a preguntar si nos van a dar ropa nueva— Eso es lo que le dije a Ana, pero la verdad es que tenía que salir de allí cuanto antes. Porque yo soy una chica dura, pero el baño no tiene puerta y ver a Ana en pelotas mientras se ducha cuando aún no tengo claro como están las cosas lo veo un poco tortura.

Bajo las escaleras buscando a alguien  a quien pedirle ropa y consigo ver a un tipo con cara de pocos amigos y unas enormes gafas de sol.
—Perdona chico, ¿Podemos conseguir algo de ropa limpia?— El tipo no dice nada solo señala la puerta que hay a su espalda. Cuando entro en la sala veo unas enormes cestas con lo que parece va a ser nuestro uniforme en la próxima semana. Pantalón negro, camiseta negra, botas y gorra, lo único que no es negro son las toallas. Las cestas están etiquetadas con nuestros nombres cojo la mía y la de Ana y subo cómo puedo las escaleras con ellas.
Dejo las cestas en el suelo y busco ropa para cambiarme, ojalá haya un pijama de esos calentitos que tapan bien los riñones. Me decepciono un poco cuando veo que solo tenemos un pantalón corto de algodón y una camiseta. De repente me acuerdo de que Ana no tiene ropa y tampoco toalla y si sale aquí sin toalla a mí me da una embolia.

—Ana, he traído toallas.¿Quieres una?—
—¿Me la puedes traer por favor?— Bueno, valora Miriam valora, no tienes porqué verla en pelotas, habrá una cortinita o algo. Entro con mucho cuidado, y con algo de miedo por lo que me pueda encontrar. Intento prepárame mentalmente. No he tenido ni tiempo para pensar como me siento y he vivido un secuestro, un reclutamiento y un emparejamiento forzoso con mi ex.
Las toallas se me caen al suelo cuando me encuentro con esto, no, no hay cortina, hay mampara y es transparente.

Las toallas se me caen al suelo cuando me encuentro con esto, no, no hay cortina, hay mampara y es transparente

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Ana se queda mirándome mientras yo intento recoger las toallas del suelo.
—Saldría a ayudarte pero estoy empapada, ¿Puedes dejarlas sobre el lavabo?— Intento quitarle hierro a la cosa.
—Ella, mojadita— Ana empieza a reírse atropelladamente. Soy un tanto patética lo sé — .Bueno, eres, esto...Me voy a la cama.

Casi me parto los dientes al tropezar en mi salida del baño. Intento quitarme de la cabeza la imagen de Ana desnuda con el agua resbalando por sus brazos. Es que está preciosa hasta empapada y con el rímel corrido. Me pongo el pantalón y la camiseta y me meto en la cama y me hecho la fina manta por encima. Tendría que estar congelada pero estoy ardiendo por dentro. Apagó la luz y oigo los pasos de Ana, cierro fuertemente los ojos esperando que Ana crea que estoy dormida. Entreabro los ojos y veo cómo Ana se coloca unas bragas limpias y una camiseta. Luego coge la manta y la echa sobre mi cama. Acto seguido se mete en la cama conmigo y yo no sé qué hacer.
—Ana, ¿Qué haces?—
—Hace un frío horrible, el aire acondicionado está a tope y nos han dado dos mantas que son papel de fumar. Si dormimos separadas vamos a ponernos enfermas las dos y yo no me pienso poner enferma.

No digo nada más porque sé que Ana tiene razón, y porque, en parte, mi cuerpo estaba deseando volver a sentir a Ana tan cerca. Ana se acurruca en el hueco de mi cuello y busca mi estómago con su mano, lo que me enciende aún más.
—Ana, estás mojada.
— No sabes cuánto Miriam, no sabes cuánto.

He vuelto perras.... después de esta crisis creativa estoy aquí, aquí para quererla y porque.... ¡sinala es más grande que nada Dios!. ¿qué pasará? Aguantarán nuestras amigas el entrenamiento ¿Qué coño se estudia en clase de seducción y por qué no nos enseñan esto en la uni? Todas estas preguntas sin respuesta y otras más en el próximo capítulo de... Pues eso que ya sabéis que es Aquí.

Mente de delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora