Arde

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Hola, que me han dicho en el convento que no puedo, ha sido entrar y el agua bendita ha empezado a hervir y la madre superiora ha empezado a girar la cabeza como un tiovivo. Se ha montado una...Así que como me aburro sigo escribiendo. Esto es...Mente de Delincuente.

Miriam tragó saliva mientras subía hacia la habitación que compartía con Ana. Sentía el calor subir por su cuerpo hasta sus mejillas, tiró de la camiseta que tenía puesta en un intento de hacer que un poco de aire refrescara su piel. Se acercó a la puerta y la empujó con cuidado.

— ¿Ana? — Miriam se quedó parada con la boca abierta observando la figura de Ana tapada por una una camiseta holgada.

—Hasta así, estas preciosa —. dijo Miriam mientras se acercaba a Ana. 

— Si no te callas y me besas de una vez vamos a tener un problema. 

—Si te beso no creo que pueda parar.

— A ver si te entra en esa cabezota tuya que nunca he tenido intención de que pararas. Que esto que hay entre nos otras es lo único que importa y que no quiero pasar ni una noche más lejos de ti.

Los ojos de Miriam se pintaron de deseo, ella también había echado de menos a Ana, fueron las circunstancias y no su corazón las que pidieron la ruptura. La cabeza tomo la decisión pero su cuerpo se rebelaba. Su cuerpo llamaba a Ana, la necesitaba y, cuando Miriam puso las manos sobre la suave piel de sus brazos, su cuerpo empezó a gritar que quería más . Ana, jugaba con los rizos de Miriam, mirando su boca y luego sus ojos como si no tuviera claro si esto era un sueño, si Miriam iba a desaparecer, si se iba despertar de nuevo llorando sola en una gran y vacía cama. A cada centímetro que sus cuerpos avanzaban, una barrera caía y ya sólo la ropa y la vergüenza las separaba.  Ana, bajó su cabeza hasta el ombligo de Miriam y acercó sus manos al botón de sus pantalones, Miriam echó la cabeza hacia atrás y soltó el aire que tenía contenido. Cuando los pantalones cayeron Ana asió la cara de Miriam con ambas manos.

—Mírame amor, necesito que me mires.

Ana acercó sus labios a los de Miriam y los rozó suavemente con la lengua.Miriam cerró los ojos y respiró profundamente.

— Ana, hay algo en mí que se enciende cuando estás cerca, siento como pequeñas corrientes recorren cada zona que tocas.

Ana puso una mano en la nuca de Miriam y la atrajo hacia a ella mientras la besaba. Miriam correspondió apretando el abrazo, pero a pesar de no ser su primera vez, Miriam temblaba como una hoja.

—Qué pasa amor, ¿Estas nerviosa? Hemos hecho esto muchas veces.

—No me preguntes por qué, pero es como si mi cuerpo supiera lo que va a pasar y se ha puesto a temblar de antemano. Supongo que  ese es el efecto que causas en mí.

—Me gusta poder causar ese efecto.

Ana volvió a besar a Miriam y dejó que las manos de la rubia vagaran por sus caderas. Ana se concentraba en poner intensidad en cada beso y Miriam en intentar no derretirse entre las manos de Ana. Ana agarró el borde de la camiseta de Miriam y la levantó ligeramente.
—¿Estas segura? Podemos esperar si quieres . Tú decides cómo y cuándo.
—No he estado más segura en mi vida, tú toca, toca, tócame. ( Y no, no pienso meter la canción de Cepeda)

No hubo más palabras, Ana retiró la camiseta de Miriam y la empujó contra la pared poniendo sus manos sobre su cabeza mientras mordía suavemente el cuello de la leona. Pasó su lengua desde la base del mismo hasta el lóbulo de su oreja y lo apresó entre sus dientes, tirando de él con cuidado.

—No sabes cuánto te he echado de menos leona.
—Ana, ¿Estas llorando?
—Perdona, me he emocionado.
—Es que creía que no iba a recuperarte.
—Creo que nunca llegaste a perderme.

Esta vez fue Miriam quien besó a Ana, la dulce boca de Ana, con sus labios gruesos y tiernos. Su lengua se paseó por los recovecos de su boca, esta vez no tenía prisas, esta vez le daba igual el mundo solo quería poder estar con Ana.
Ana apretó el trasero de Miriam en respuesta a la intensidad de los besos de Miriam, queria sentir su roce. Cuando sus pelvis chocaron, sintió como el calor invadía su entrepierna.
Miriam decidió entonces empezar la reconquista del cuerpo de Ana, dejando besos como el que conquista un terreno, avanzando centímetro a centímetro. Necesitaba memorizar cada curva y cada ángulo que se cubrían de piel y llenarlos de besos.
La respiración de Ana se hacía pesada, se acortaba y escapaba a jirones de su cuerpo mezclándose con gemidos. Cuando Miriam llegó a su vientre Ana ya estaba prácticamente en éxtasis....

Pero qué coño me está pasando hoy, que parece esto una novela de Corin Tellado. A ver chicas un poco menos moñas y más fuego...

— Mira tía, te estás pasando, es mi novia y me la follo como quiero.

Pero, es que tenéis que entender que las lectoras están acostumbradas a un estilo y...

—Las lectoras, las lectoras, siempre estamos con lo mismo. Qué pasa, ¿que hay más pervertidas viéndonos?

Hombre, ver lo que se dice ver, no ven nada, esto es una obra literaria sois constructos de mi mente, y puede que ellas os imaginen de otra forma.

—Miriam, ¿Qué nos ha llamado? Porque vas a insultar a tu puta madre.

A ver chicas no os altereis, constructos no es un insulto significa que sois recreaciones de mi imaginación.Os dejo que sigáis, como queráis y me voy a dar una vuelta para que estéis a solas, hasta mañana chicas.

Vaya plasta la tía esta. Te juro Miri que odio cuando le toca narrar a ella.
—Ya tía, es una pedante de pelotas deberíamos hablar con el que mande y que la echen a la puta calle.
—Bueno, eso otro día ahora vamos a seguir con lo que estábamos.¿Por dónde íbamos?

Bueno que noooo que nooo me he ido, que escribo más y no porque nadie me haya dicho nada, ni porque nadie haya sentido mucho mi perdida. Voy a escribir por dar por culo, porque yo soy muy así.  No os perdáis el próximo capítulo de.....

Y sí he dejado el polvo a medias porque soy así de chunga.

Mente de delincuenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora