Marcos muy contento se despidió de sus amigos y familiares, todos le aconsejaban que era mejor quedarse a pasar la noche allá, ya que después de la cena se habían entretenido mucho entre conversaciones y vino y ya se había hecho muy tarde. Pero él ya le había dicho a su hermana que regresaría esa misma noche.
—¡Vamos, hombre! —le insistía su tío Rafo— No veo necesario que cojas carreteras a estas horas y con este aguacero.
—Tío perdone, es que le dije a Maité que regresaría.
—Pues llámala y avísale —insistió Rafo.
—Me gustaría quedarme tío, de verdad, pero aún tenemos muchas cosas que ordenar de la mudanza... Sé que espera que llegue a ayudarla, aparte de que mañana tenemos que madrugar.
—Bueno, bueno, está bien, salúdala de mi parte, y dile que venga antes de que tu tía se regrese a Granada.
—Vendrá, sólo tiene muchas cosas que hacer por ahora.
—Entiendo, pero no esperen ocasiones especiales para venir a visitarnos, son bienvenidos aquí cuando gusten.
—Lo sé, tío y gracias. La pasé muy bien, nos vemos pronto —se le acerca y le da un fuerte abrazo al que su tío corresponde muy cariñosamente.
—Ve con cuidado mijo —le dice dándole unas suaves palmadas en la espalda.
Marcos sale con un paraguas a toda prisa, se sube a su carro, lo enciende y acelera mientras su tío se queda parado frente a la ventana de cristal viéndolo alejarse hasta que ya no podía ver el carro ni las luces. Marcos tenía mucho tiempo siendo independiente al igual que su hermana Maité, la diferencia era que Maité se había casado y tenía un hijo de 5 años, mientras que Marcos vivía solo en un cuarto de apartamento.
Maité se había separado de su esposo y duró un mes viviendo sola con su hijo, un día, Marcos se enteró de la venta de una gran casa, alejada de la ciudad, pero, que por el increíble y cómodo precio era imposible dejar pasar la oportunidad. Llamó a su hermana de inmediato y después de ir a ver la inmensa casa ambos se desprendieron de sus ahorros y la compraron enseguida.
Luego que la casa estaba ya a nombre de ellos, fueron a revisar lo que habría que reparar, ya que la casa era antigua y tenía mucho tiempo deshabitada. Era la segunda noche que pasarían en la casa, aún tenían problemas con la electricidad por lo que al llegar la noche era con lámparas y velas que se alumbraban el camino, para no tropezar con muros, muebles, cajas mal colocadas por doquier... La casa era tan grande que los pasillos se tornaban eternos y les costaría un tiempo pasearse por ellos sin perderse de vez en cuando. En el camino, aún a distancia de casa hubo un accidente al parecer, había unas cuantas personas amontonadas a pesar de la lluvia, una ambulancia se acercaba así que los vehículos se orillaban para darle paso. Marcos no se pudo detener a ver qué pasaba, y sólo pudo ver un cuerpo tirado en el suelo y un señor bien vestido postrado sobre sus rodillas frente al cuerpo, con las manos en la cabeza y la mirada en el suelo. «¿Cómo habrá pasado?» Se preguntaba Marcos, pero ya no había tiempo de curiosear. Marcos llega a casa y con la luz de la pantalla de su móvil rebusca con la vista y logra encontrar las escaleras. Después de andar un rato por los pasillos, debajo de una puerta logra ver unos rayos de luz que se escapan entre la puerta cerrada y el piso. Camina hacia ella y luego escucha la voz de su hermana detrás de él.
—¿A dónde vas Marcos? Tu habitación está por allá —dice girándose sobre sus talones hacia su izquierda mientras señala con el dedo índice de su mano derecha.
—Lo sé, es que creí que estabas ahí dentro —dice mientras vuelve a mirar hacia la puerta a la que se dirigía, y para su sorpresa la luz que creyó haber visto antes, ya no estaba.
—¿Por qué?
—Es que vi... —se rasca la cabeza mientras se vuelve a dirigir a ella— olvídalo, creo que si estoy un poco desubicado.
—Te entiendo, me la he pasado hoy dando vueltas en círculos, salgo de una habitación unos segundos y cuando quiero volver entro a otra, todas se parecen —dice con notable pesar, aunque era obvio que estaba exagerando— me estoy aburriendo de esto.
—Oye, ya te acostumbrarás, dentro de poco ocuparas los cuartos que vayas a utilizar y los que no, permanecerán cerrados.
—Si, eso tengo planeado.
Él sonríe y la toma del hombro haciéndola girar para regresar por el pasillo
—Ya verás, y Mati, ¿cómo ha pasado el día?
—Muy trabajoso, me ayudó muchísimo, cenó temprano y se durmió, está exhausto.
—Pobre de mi sobrino.
—Sí, dice que no le gusta mucho este lugar.
—Ah, eso es porque extraña a sus amigos.
Marcos volvió a mirar atrás, hacia la puerta, no dejaba de pensar en que esa luz había sido muy real como para haberla imaginado. Después de llegar a la habitación donde Maité estaba ordenando algunas cosas, ella se dio cuenta que faltaban muchísimas cosas por ordenar y que estaba muy cansada.
—¿Sabes qué? —dijo con una mueca— Dejemos esto ya para mañana.
—Si tú quieres.
—Sí, estoy agotada, y es muy incómodo seguir así a oscuras, descansemos y continuemos mañana.
—Como quieras, la verdad que no estoy de mucho ánimo. Que descanses.
—Tú igual.
Marcos logró encontrar su habitación en la oscuridad, gracias a la luz de su celular, se deshizo de un poco de ropa y se tiró en la cama. Después de algunos minutos cuando casi se quedaba dormido, unos ligeros pero molestos toques le hicieron levantar la cabeza, miró a todos lados, se había acostumbrado a la oscuridad y más o menos veía su entorno por la poca luz que entraba por las ventanas sin cortinas. El ruido cesó, él creyó que era a causa de una ventanita de mallas contra insectos, que se había quedado sin asegurar y como hacía mucho viento chocaba con la ventana de cristal cerrada. Se puso de pie, abrió la ventana para cerrar la de mayas que quedaba de lado a fuera, luego regresó a la cama. Minutos más tarde el ruido volvió, Marcos aún con los ojos cerrados trató de ignorarlo, pero le fue imposible, por un momento su expresión cambió y abrió los ojos de golpe cuando aquel ruido de repente pareció ser pisadas dentro de la habitación. Levantó la cabeza de golpe, tomó su celular de la mesita de noche y trató de ver algo con la luz de la pantalla, pero no había nada, luego escuchó la ventana de nuevo, se puso de pie y notó que la agarradera de la ventana de mayas no servía, buscó algo para amarrarla, y mientras lo hacía notó algo muy extraño, su único vecino estaba parado frente a su ventana mirando hacia la casa, cuando se percató que Marcos le veía se alejó de su ventana y apagó la luz.
Marcos terminó de atar la ventana y luego paradoen medio de la habitación miraba a todos lados, no sabía en qué pensar, si ensu extraño vecino, en los pasos que creyó haber escuchado o en ambas a la vez.Fue al baño y se duchó luego regresó a la cama y después de casi media horalogró quedarse dormido.
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Cuentos: Tiempos de lluvia.
Short Story📚Colección: 🌧Tiempos de lluvia⛈ 🔞 No son cuentos para niños. 🗓Publicado en Febrero 2018. Esta es una recopilación de cuentos de autoría propia, seleccionados en base a su escenario y contenido para formar parte de esta colección. ⚠️Contenido par...