2. La Universidad

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"Este diario le pertenece a... "
Adrien Agrestte.

"La historia de tu vida comienza..."
Naciendo.

"La causa de tu felicidad"
Mi familia.

"Tu edad"
Cinco.

"De grande serás..."
Doctor, para cuidar a mamá.

     Que gran inicio de introducción para un niño de tan solo cinco años, que tiene mejor caligrafía que yo. Las demás preguntas en el diario sólo estaba la respuesta "No sé" y en las otras, simples dibujos mal hechos con frases de su día a día. Cosa que no me ayudaba en lo absoluto a saber nada de él.

"Mamá preparó pasteles de canela ¡Desde hoy declaró que son mis favoritos!"

      Vaya, eso ya es un paso. Podría conquistar el mundo con tanta información. Sigo pasando las hojas sin prestar ninguna atención a lo que escribe, solo encuentro horribles dibujos de su infancia. Mamá uno, papá el otro. Nada de él. Si los de arriba pensaron que este objeto me ayudaría se equivocaron.

"Papá se molestó mucho cuando escape de Nathaly en el hospital, yo solo quería ver a mamá"

     Está bien, de aquí no obtendré nada. Y si no me ayuda ¿para que tenerlo?

     Tiro a un lado el diario del niño. Lo único que me queda es conocerlo por mi cuenta. Sin embargo, al dirigir mi mirada hacia él y observarlo durmiendo pacíficamente, me percate de algo en esencia importante: Adrien era tan inútil, como su estúpido libro.

     Joder, ¿¡Como conocer a un costal de huesos que se la pasa tirado en la cama sin hacer absolutamente nada!?

Lo único que pude ver cuando Nathaly se fue, y la rubia dejo de hablar con su muñeca. Es que sacó de debajo de su cama una maleta negra, abriéndola en dos y luego comenzó a desplazar la ropa de su armario a esta. En un ritmo tan lento y tortuoso por cierto, que ganas de gritarle unas cuantas palabras, no me faltaban, iba y venia cargando prendas con toda la paciencia del universo, con una paz interior... ¡No lo soporto!

     De hecho, ahora que lo pienso, no sé que me provoca más odio hacia él en este momento, si su infinita calma sabiendo que tiene que terminar ese equipaje ya mismo. O lo horrible que es la ropa que va metiendo en esa condenada maleta. Me  deprime, ¿abrigos? ¿camisas mangas larga? ¿más abrigos? ¡bufandas! ¿es que sufre de frió, acaso?

     Me exaspera.

     Cualquier otro chico de su edad, estaría un domingo por la noche, en una que otra fiesta, lleno de diversión. Bailando, bebiendo, ligando a las chicas, o teniendo sexo... Vale, tal vez  no hay que llegar a tanto,  con que estuviese en casa de un amigo jugando videojuegos seria suficiente para mi. Pero él no, él se pone a leer un libro de más de quinientas páginas, echado en su cama, como, bueno, como un fenómeno.

—Princesa, es divertido, tu también deberías leer.

     "Divertidos son mis calzones"

     Alzo la mirada al pensar que se esta dirigiendo a mi. Más caigo en cuenta que soy invisible para sus ojos. Adrien le está hablando a su muñeca, acercándole el libro para que lo vea también. Juega con ella riendo, imaginándose como la bailarina le responde. Seria normal y tierno si fuera un niño. Pero me parece absurdo al tratarse de un joven de diecinueve.

     Deberían internarlo en un hospital de locos.

  —Me agrada estar contigo  —dijo el rubio.

     Urgente.

     Mi despertar es terrible, la incomodidad, el echo de estar encerrada en un objeto, como una muñeca, es horrible. Estiro mi cuerpo con flexibilidad, haciendo tronar los huesos de mi espalda. No me queda de otra. Ese será mi envase por el tiempo que me lleve encontrar a su otra mitad. Ya que los sentimientos que la unen con mi protegido son muy grandes. Ademas no quiero que Adrien sepa de mi existencia. Y quedarme dormida en su habitación con el peligro de que él despierte en cualquier momento, no es una opción.

•Symphony of the Soul•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora