•Symphony of the Soul•

17. El héroe de una conejita en apuros

    Oh oh...

—¡Pervertido!

    Un jabón de color verde, hizo un viaje de 0,5 segundos, con un punto fijo. Mi frente. El golpe me hizo ir hacia atrás por la fuerza ejercida. Todo paso demasiado rápido. Alya, Nino, Ladybug. Secretos, mentiras, amores verdaderos. Corrí, cuando ya no pude controlar las lágrimas de impotencia, dolor y el extraño sentimiento de no querer existir. Todo para terminar en las duchas femeninas.

—¡Lo siento! —dije ni bien gritó. No era mi intención entrar, equivocarme.

    Mi acciones sólo causan problemas.

—¡Eres un maldito pervertido! —me recibió con sus puños en la parte baja de mi pecho, al momento de voltear, los cuales no me atreví a detener. Yo habría reaccionado de la misma manera si fuera mujer. —¡Sal de aquí! —ella me daba empujones. Ladybug seguía detrás mío, sus palmas tocaban mi espalda.

      Estaba a punto de salir cuando la chica de cabello fucsia, dejó de golpearme para aferrarse a mi cuerpo, al resbalar con el mismo jabón usado de proyectil contra mí. Ambos caímos.

    Auch.

    "¿Adrien estás bien?",
preguntó al escuchar el sonoro golpe de mi cabeza chocando contra el piso.

  "Sí, mi Lady."

—¡Joder! — escuché gritar a la chica.

    No sin antes sentir como se levantaba para salir fuera de las duchas.  Abrí mis ojos, tocando mi cabeza adolorida.

   No esperaba que la toalla de la chica siguiera aquí.

—Ladybug ella se fue...

—Desnuda. —terminó por mí —La toalla quedó atrapada entre tu cuerpo y no se atrevió a tomarla.

     A mi mente llegó ese día donde Luka me bajó los pantalones, las burlas, las bromas, las fotografías.

      La vergüenza al pasar por los pasillos siendo señalado por  unos desconocidos que sólo conocían la mitad de la historia.

—Adrien no. —dijo Ladybug suponiendo mis acciones —.   Adrien ni lo pienses. ¡Te meteras en problemas!

    No se si la locura de mi "ángel" ya se me había pegado como goma de mascar, pero no iba a permitir más injusticias. Sabía que sí no hacia nada ahora, me arrepentiria por el resto de mi vida.

     No quiero que se burlen  de una dama y menos por mi culpa.

     Dejando a la catarina enojona en las duchas, corrí por el pasillo con la toalla en mano, buscando a la pelirosada.

      Para mi buena suerte, el pasillo estaba vacío a esta hora, aún así tenía el tiempo limitado, nada me decía que una persona no pasará por aquí. 

      Logre divisar a la muchacha  un poco más alejada de lo pensado, eso no detuvo mis pasos largos.

—¡Espera!—grité sin querer.

   Al escucharme apresuró el paso, tuve que correr el doble. Tenía que darme prisa. Ella parecía el conejo de Alicia, en plena carrera.

   No fue hasta el momento al doblarse el tobillo, donde paró frenéticamente.

   Sentí su dolor cuando soltó una injuria de sus labios. Siguió corriendo, saltando, con un solo pie. Hacia de todo por mantenerse alejada.

—¡Por favor!¡Espera!