9. Fama de Pervertido

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     Terror...

     Es la mejor expresión que define mi estado actual. Chloe y Kim no dejan de compartir miradas de complicidad y cinismo, Kim es el primero en empujar mi cuerpo contra la pared, haciendo que logre golpearme con furor la cabeza. Quiero pedir ayuda a Sabrina, pero en este momento debe estar odiándome o creyéndome el peor de los pervertidos. ¿Cómo es que ni siquiera tengo el beneficio de la duda? ¿Tengo acaso fama de acosador o algo por el estilo? Tengo deseos de gritar a los cuatro vientos que ese dibujo de nosotros desnudos no es mío. Sin embargo, mi voz se queda retenida en mi garganta, quizás por el nudo que ya hacía allí. Bien Adrien, eres un fracaso.

     Cielo santo, yo no soy capaz de dibujar algo como eso, no es como si tenga deidades en el arte. No sé como llegó tal ilustración entre mis cosas. Pero a simple vista puedo decir que no es un dibujo sexual, o bueno... yo no lo considero así, sólo son bocetos. ¿Y cómo tengo bases para hacer tal afirmación? Porque en la oficina de mi padre hay muchos papeles llenos de ejemplares anatómicos, y él no es un pervertido, es un diseñador.

—Me das náuseas, Adrien. —Me lanza el cuaderno de mala gana, golpeando de paso mi pecho—. Además de un nerd, se demuestra realmente su bochorno de calentura sexual a  través de sus dibujos, sin importarle dañar la imagen de una chica. Eres de lo peor. Ya decía yo que esa imagen de niño educado e intachable no era más que una fachada.

—Est... esto no es mío.

—Ni pienses mentirnos. Ahí dice en letras grandes “Adrien” es obvio que esto es obra tuya —argumentó Chloe, sacando su celular del bolso y tomando una fotografía a la evidencia y otra a mi.

    ¡Sí, era mi cuaderno! ¡Pero el dibujo no lo hice yo!

    «Ahora...¿podrías intentar diciendo la misma frase en voz alta?»

    Los ojos me arden de la impotencia, y siento mi corazón bombear con euforia ¿por qué no me creen?, la presión en mi pecho me indica que en cualquier momento no podré contenerme y comenzaré a llorar como una nena. ¿Por qué no puedo hablar?¿Por qué no niego sus palabras? ¿Por qué les tengo miedo? ¡¿POR QUÉ TENGO MIEDO?!

—Chloe, mi real majestad, ¿me concedería el honor de encargarme de esta basura? —pregunta acercándose. Mi cuerpo tirita de miedo al sentir sus manos en mis hombros.

    «¡Defiende tu orgullo, nenita!»

    Escucho de nuevo a mi conciencia, que no deja de burlarse de mis actos y acciones, así como de mi forma de ser. En lugar de ayudarme sólo me reprocha cada cosa que hago.

—Él no es nada ni nadie para mi. Ensuciarás tus manos con esta peste. Pero claro, ¿Quién soy yo para condenarlo? Todo está a juicio de Sabrina —la prepotente chica me da la espalda, en busca de la pelirroja—. ¿No es así Sabrina?

     Ella viene temerosa, sin apartar sus ojos del suelo, con las manos entrelazadas y el bolso al hombro. Levanta la mirada, y puedo identificar el dolor y la decepción en su rostro, creyendo ciegamente cada palabra de su odiosa amiga. Me duele profundamente que no confíe en mi.

—T-tal vez debería, es decir... se lo merece, ¿no? —balbuceó, aparentemente para intentar convencerse de ello.

     Sé que sólo ha sido una semana, que no hablo tanto, que ella apenas y me conoce. Pero pensé que al menos me dejaría explicarme. No le he dado motivos para que desconfíe de mi.

—Sabrina, por favor... tienes que creerme —rogué, brindándole mi más sincera expresión de remordimiento. Sólo por este malentendido no quiero perder a una amiga, no quiero perder su amistad. El sentimiento miedo a todo ello, me lleva a tomar sus manos. No me importa que Kim me vea y me de una golpiza digna de un reconocimiento por la mejor sede renombrada de lucha libre. Entrelazo nuestros dedos, como en otras oportunidades—. Sabes que no soy capaz de hacer algo como eso, te lo pido Sabrina... escuchame, si quieres sólo por esta vez. Dame al menos unos cuantos minutos para explicarte.

•Symphony of the Soul•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora