1. La Muñeca de la Niña

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     ¡Maldita sea! ¡Maldito sea el despertador que no sonó! ¡Maldito sea mi empeño en apagarlo! ¡Maldito sea el día que caí en este lugar! No sé si sentirme feliz por dejar ya este departamento o jodida por no haberme preparado anoche, sabiendo que hoy era mi último día aquí.

     Estoy a unas cuantas cuadras del establecimiento donde por fin obtendré los documentos para empezar mi trabajo como serafín.

     Lo he pensado toda la noche y a causa de ello, no pude dormir bien. Es que la emoción de por fin tener acceso al mundo real, me llena de una infinita alegría, es mi meta y por lo que fui entrenada durante dos años.

     ¿Cómo será mi protegido o protegida?

     Si es una chica espero que sea amable, dulce, con una gran personalidad y sobretodo que se haga respetar. También podría optar por alguien intelectual y de una mente muy abierta. O igual estaría bien que me dieran a la típica chica que es tímida, resultaría muy adorable. Porque la verdad no sé si podría aguantar a una tipa egocéntrica y engreída, que solo ve por si misma.

     ¿Y si... es hombre? Pues espero que sea uno lo suficientemente competente. Claro, no sería una sorpresa si me llego a encontrar con el clásico niño bonito por el que las chicas se derriten. O con uno de esos tipos rebeldes que viven llenos de diversión cada noche. Vaya, ¿que tal si es alguien distante y misterioso? podría encontrar a uno frío con indiferencia absoluta hacia los demás. Las posibilidades son muchas. Aunque, siendo sincera, me gustaría que fuera el rebelde, podría ser un desafío.

     Me llaman demasiado la atención ese tipo de personas. Es algo casi magnético que siento cuando veo a un chico así. Mi ideal seria guapo, alto, con buen cuerpo, formidable, valiente. De cabello negro y rasgos determinados, ojos hipnotizantes y profundos. Un chico que en cada paso demuestre seguridad y confianza en si mismo. Tal vez tengo las expectativas apuntando demasiado alto, pero no lo puedo evitar, y si aparte de todo eso es amable, tiene mi corazón asegurado.

     Pero regresando a mi protegido. No estoy descartando también a la posibilidad de tener uno LGTB, seria algo divertido de presenciar. Y una nueva experiencia para mi.

     Por algo me entrenaron. Sea como sea, tendré que ayudarlo de cualquier forma.

     Al llegar a la entrada, dispongo sólo de unos segundos para tranquilizar mi respiración. Correr desde el apartamento hasta aquí no es fácil de lograr. Siento como las gotas de sudor caen por mi rostro, me las quitó con mi mano. Seguramente mi apariencia no es la mejor; tengo los cabellos revueltos y sin peinar. Al menos mi traje sigue intacto desde el día que llegue aquí.

     A través de la puerta de cristal llego a ver el reloj gigante posado en la pared. Cinco minutos para que cierren el lugar.

     Suspiro fuertemente y entro al establecimiento, camino directamente hacia donde esta la secretaria. Que en vez de hacer su trabajo se encuentra pintando las uñas de sus manos. Es una mujer muy hermosa de cuerpo exuberante; su pelo castaño cae en cascada por su pecho, y lleva un ligero maquillaje, denotando sus rasgos morenos.

     Lo que me hace entender que no es un Serafín. Sino llevaría una máscara.

     Tiene un lugar de trabajo muy complaciente por así decirlo. Un estante de varios folders reposa detrás de ella, este se divide en dos. Arriba las palabras "Aceptados" y "Rechazados". en la parte posterior debajo de aceptados hay  diversos folios de distintos colores y en el otro sólo los hay negros.

     «Espero nunca entrar a esa categoría»

     Carraspeo la garganta para que la secretaria se de cuenta de mi presencia. El tiempo es oro. Ella levanta ligeramente su ceja al verme, para luego barrer mi cuerpo entero con su mirada.

•Symphony of the Soul•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora