XXX

3.9K 421 180
                                    

Capítulo 30:
Revelación

Desde mi joyero brillaba el collar de oro blanco con un reluciente dije de cristal. Un cristal que poseía un punto dorado que representaba la valentía. Mi supuesta valentía.

Mi mano acarició el collar antes de cerrar el joyero suavemente.

Dos semanas transcurrieron desde que dejé de hablarle a Theo. A veces me sentía una exagerada reina del drama..., pero me dolía. ¿Qué más podía hacer? Me dolía saber que estaba saliendo con alguien cuando me besó. Eso de jugar con dos personas no era lo mío.

Ya, sé que se arrepentía, pero la cara de esa Amber me aparecía hasta en la sopa. Me la había cruzado un par de veces en los pasillos de la mansión y no parecía enterada de nada.

Era obvio que alguien tan irresistible como Theo tendría a una chica preciosa y sensual esperando por él en casa.

Tuve que pedirle al jefe de seguridad que se asegurara de que Theo no se cruzara en mi camino, inventando unas palabras como conflicto de intereses. Qué horror.

Estaban haciendo un trabajo de maravilla, porque no lo había visto para nada.

Mi corazón pedía a gritos hablar con él, pero mi cerebro susurraba receloso que él debería habérmelo contado antes de besarme... O antes de toparnos con ella de la nada, maldición. ¿Cómo podría confiar de nuevo? Necesitaba tiempo...

Tampoco había visto a Mike, había desaparecido junto con Theo. Supuse que se estaban dedicando a trabajar, entrenar y a conquistar nuevas chicas. O a volver con Amber.

Finn, por el contrario, estaba conmigo día a día. Ni siquiera me había hablado respecto al tema. Entrenaba conmigo. Junto a él logré aprender varias técnicas de ataque y defensa personal.

También entrenaba cada tarde con Hannah. En catorce días había progresado con creces el manejo del poder. Incluso podía mover grandes objetos como sillas y troncos.

—¿Listo para la clase de hoy? —le pregunté a Finn.

Eran las ocho de la mañana, la misma hora en la que entrenábamos todos los días. Nos dirigíamos a un pequeño circuito de entrenamiento en la planta subterránea de la mansión real.

—Hoy no, Claire. Nos han llamado a una reunión inmediata. La dictará el rey, estará presente el Consejo, tú y yo. —Finn pensó un segundo y continuó—. No sé por qué me llamarían a mí a una reunión de Atanea. Debe ser algo grande e importante.

—Seguro tienen buenas noticias de tu padre.

Su padre era un patán infernal, pero aun así debía preocuparle que los lumbianos lo tuvieran secuestrado.

—Yo tengo una noticia para ti —agregó, entronando los ojos.

Fuera cual fuera la noticia, no se veía buena.

—¿Theo te pidió que me convencieras de que le hablara? —respondí, pero me costaba imaginar a Theo pidiéndole un favor a Finn, ni aunque estuviera muy desesperado.

—No. —Soltó una carcajada seca—. Eso no es noticia, me lo pidió desde el tercer día en que le declaraste la ley del hielo.

—Ah.

Mi garganta tragó una bola amarga. Theo sí le había pedido a Finn que me convenciera, pero él no me había pasado el mensaje.

—¿Por qué no me lo dijiste? —No sabía si me sentía angustiada o amargada.

Finn me miró con compasión.

—Solo tú sabrás cuando es el momento indicado para volver a hablarle.

Heredera doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora