Las diez. Salgo tarde de casa, pero a pesar de eso, Dani aún no ha llegado. Me siento en un banco a esperarlo. Después de un rato esperando, me tapan los ojos
-¿Dani?-Pregunto.
-Su gemelo.-Responde riendo.
-¡Jesús!-Digo levantándome para abrazarle.
-Perdón por decirle a mi hermano que te llamara. Es que sé que últimamente hablas mucho de este tema, y he pensado que igual no querías hablar más.-Dice sentándose en el banco.
-Pues tu dirás.-Digo.
Es verdad que estoy un poco cansada del tema, pero bueno.
-No puedo más _____. Sé que la que tendrías que decir eso eres tú. Pero no puedo más. Te necesito. Ahora es cuando, realmente, me estoy dando cuenta de que la he cagado. Con lo de Janice, con lo de Susana. Pero sin duda, y lo que más me duele es haberte fallado a ti. Cada vez que te veo, tengo la necesidad de ir a abrazarte, de besarte, pero no me atrevo. Porque no quieres verme, porque soy idiota, lo sé. Pero soy un idiota arrepentido.-Dice con los ojos llorosos, y yo le beso.
Se que me estoy contradiciendo, que he dicho que aún no quiero volver con él, pero no puedo más. Le necesito, yo también le necesito.