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Rápidamente llegaron los últimos días del mes, indicando que pronto llegaría el momento en el que plazo de mi deuda finalmente terminaría y ésta estaría saldada por completo.

Es jueves por la tarde.El adicto a los videojuegos y yo decidimos cambiar la costumbre espontáneamente después de una desastrosa partida, así que nos echamos en el sofá de la casa a ver películas de terror.Lo patético de ésto es que ninguno de los dos parece mosquear con alguna escena así que podría decirse que el tema va bastante aburrido, pero las palomitas de maíz están bastante buenas y no puedo dejar de reír ante la imagen frente a mis ojos: Yanan tiene la manta hasta la nariz e inevitablemente no puede dejar de bostezar del aburrimiento.Sus piernas delgadas y largas cuelgan del sofá: no sé si soy yo o la visión de sus pálidas rodillas se me hace extrañamente adorable.

–¿Son necesarios tantos litros y litros de sangre? Ya entendimos que eres un psicópata, amigo.

Meto un puñado de palomitas de maíz en mi boca antes de decirle:

–Es el morbo.

Él asiente como sí eso tuviera sentido y vuelve a bostezar cuando el tipo de la motocierra parte en dos a su víctima, ganandose otro codazo de mí parte.

Justo en ese instante la puerta de entrada se abre de un golpe y una correntada de aire frío ingresa a la casa.Afuera hay una fuerte tormenta y los relámpagos relucen más allá de la ventana, resonando con tal estallido que pareciera sacudir las ventanas.

Joon pone un pie en la sala entonces, empapado de pies a cabeza.Ninguno de los dos, demasiado concentrados en la película, nos percatamos de su expresión inquieta.

–¿Están mirando una película de suspenso?–Nos pregunta con la voz algo ahogada, golpeteando sus dientes debido al frío.

–Es una película de terror.–Contesto yo al deducir que Yanan no estaría muy dispuesto a hacerlo.

Joon frunce el ceño como si no terminara de creerme debido a nuestras expresiones aburridas, con los labios pálidos y presionados entre sí, antes de colgar el abrigo con intención de acercarse al hogar.

Entonces me fijo en su rostro y en su expresión ausente concretamente.Lucia como si acabara de pelearse con alguien.

–¿Estás bien, Joon?

Si bien rara vez estaba en la casa y  ninguno de los dos teníamos mucha confianza aún, nos habíamos visto varias veces, las suficientes como para conseguir que las palabras salgan despedidas de mi boca sin tartamudear o hacer el ridículo.Admito que mí corazón aún galopaba con fuerza al verlo pero al menos había conseguido no ser tan tosca al dirigirme a él y no ahuyentarlo.Por alguna razón mis emociones habían menguado hasta volverse más sutiles.

A pesar de ello algunas cosas no  habían cambiado: a veces, cuando me encontraba con Joon en la casa o casualmente en la escuela, yo me decía que era el momento de decirle sobre mis sentimientos.Pero luego nuevamente dejaba que el silencio reinara entre ambos.Había algo que parecía retenerme con ímpetu aunque no sabía exactamente qué.

–S-sí.–Me dice, temblando–Todo bien.

Había algo que me hacía no creerle y por la forma en que Yanan lo observaba en silencio algo me dijo que él tampoco le creía.Su hermano estaba demasiado pálido y se lo veía agitado, como si estuviera a punto de entrar en crisis.

–Cielos...–Lo escucho decir mientras su manzana de Adán sube y baja–Que frío hace aquí.¿Han visto mí teléfono? Lo olvidé por alguna parte.

No soy tonta.Hay algo que lo retiene aquí, en la sala de estar, cuando la mayoría del tiempo usualmente llegaba y se marchaba a su habitación para prepararse para otra actividad.Además, no dejaba de mirar por la ventana y sus ojos estaban acuosos, como si hubiera estado llorando.Por un momento me dispongo a pararme con la intención de dejarlos hablar a solas, pero sería descotez y demasiado evidente.

What they say about Yanan » YananDonde viven las historias. Descúbrelo ahora