Capítulo 3

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Michael Fox como Billy Staton, padre de Venice. (Multimedia)

JEREMY

-- ¡Bien niños! -- Nos llama la atención el entrenador. -- Acérquense. Quiero informarles de algo muy importante.

Todos los que estamos allí, nos miramos entre nosotros con una expresión de desconcierto. Nos dirigimos lentamente hacia las gradas, donde estaba sentado, apuntando un par de cosas en su libreta. Cuando ya no faltaba más nadie, el entrenador se dispone a hablar.

-- ¡Bien! -- se levanta y nos mira a todos -- Estuve hablando con el presidente del equipo y llegamos a la conclusión de que deberíamos instalarnos un mes antes allí, en Los Ángeles, con el objetivo de prepararnos mejor para la final.

-- No entiendo. -- expresa Clay, confundido.

-- A lo que voy es que... -- da un gran suspiro -- Hagan sus maletas. Mañana partimos para Los Ángeles.

Inmediatamente, todos mis compañeros lanzan gritos de júbilo al cielo.

Estábamos tan cerca de lograr el campeonato que debíamos estar atentos hasta del mínimo detalle. Viajar a Los Ángeles, un mes antes del partido definitorio había sido una gran idea.

-- Lo que si, -- el entrenador interrumpe nuestros festejos -- Viajaremos en micro.

-- ¿Que? -- pregunto casi sin darme cuenta.

-- ¿Algún problema con eso, Suns? -- me pregunta en forma de amenaza.

-- ¡Si! -- me quejo -- Se supone que somos un equipo respetado, a pesar de no ser tan reconocido, con jugadores de élite y ¿Vamos a viajar en un micro mugroso?

-- ¡Si, Suns! -- me regaña -- Y si tienes algún problema con eso, simplemente te saco de la lista de convocados y no viajas.

-- ¿Sabe que? Saqueme -- le ordeno -- Atrevase a perder a su mejor jugador -- me cruzo de brazos.

-- En eso te equivocas hijo, la decisión está en ti, no en mi -- me explica con calma -- Si tu no quieres viajar con todo el equipo me veré obligado a sacarte de la convocatoria. Está en ti, decidir que harás.

-- Saqueme. -- doy media vuelta y me retiro hacia los vestuarios.

Se que es ridículo lo que estoy haciendo pero no le daré la razón a ese viejo.

Antes muerto que derrotado.

(...)

-- Jeremy -- me llama mi amigo.

-- ¿Que paso? -- giro la cabeza y lo encuentro con el rostro suplicante.

¿Qué me pedirá ahora?

-- ¿Podrías meter el bolso de la señora allí arriba? -- me señala el lugar y me da el equipaje.

Sé que dije que no iría, sólo que lo pensé mejor, en frío, y pude darme cuenta que no valdría la pena arruinar todo lo que he hecho hasta ahora, por una discusión sin sentido.

-- ¡Okey! -- cogo el bolso y lo meto en el lugar donde la señora me indicó.

Lo cierto es que al viajar en micro, también lo haríamos con otras personas. Allí había señoras, niños, algunos ancianos, entre otra gente común.

-- ¿Estás nervioso? -- me pregunta Clay al ver que me he sentado de nuevo en mi lugar.

-- No, sólo un poco fastidiado. -- señalo con la cabeza a toda la gente que hay allí.

-- Sacrificios que un equipo, no tan reconocido como el nuestro, debe hacer. -- se lamenta Clay.

-- Este será el último. -- digo y me recuesto en mi asiento recrinable e intento descansar un poco. Cierro los ojos, y luego me quedo profundamente dormido.

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