Capítulo 18: Al fin se descubre la verdad

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Narra Kristoff:

Ya estábamos a punto de llegar al castillo.

Anna: ¡Kristoff para!

Anna empezó a decir cosas sin sentido sobre un Ángel que si no paraba podría chocar con él, pero yo no veía nada en el camino, todo estaba despejado.

Anna: ¡Kristoff! ¡Espantaste al Ángel, se fue volando!

Kristoff: ¡Anna ya estamos a punto de llegar, no sigas con él Ángel!

Anna: ¡Pero sí había un Ángel! ¡¿Por qué no me crees?!

Me cansé de discutir con ella así que le seguí el juego.

Kristoff: ¡Bueno sí había un Ángel!

Anna:¿Ves? Te lo dije.

Kristoff: Como sea... ¿Qué te dijo el Ángel?

Anna: Que Elsa cambió el rumbo de las cosas, y que yo ahora era lo único que podría detener el Invierno Eterno ¿qué crees que signifique?

Kristoff: Sea lo que sea, si no lo adivinas pronto, ya no nos quedará esperanza de poder detener esto.

Y ya habíamos llegado al castillo, las mucamas ayudaron a Anna a levantarse del trineo y llegar a su cuarto, y me cerraron la puerta en la cara.

Narra Elsa:

Valentín: Bueno Elsa, fue un placer haber venido, ya sabes lo que tienes que hacer para que el Invierno Eterno se acabe, así que adiós.

Valentín extendió sus desplumadas alas de Ángel para irse, pero yo lo extrañaría así que no dejé que se fuera agarrándolo por atrás y volteándolo hacia mí.

Elsa: No te vayas por favor, Valentín no me dejes con los que están abajo- supliqué y lo besé.

Valentín: Wow... Elsa, te prometo que volveré, pero tengo asuntos pendientes que atender- y me devolvió el beso, sólo que más intenso.

Elsa: Por favor no tardes... te amo.

Valentín: Y yo a ti- hizo un corazón con sus manos y se fue.

Ahora no podía dejar de pensar en él, en sus hermosos ojos azules, en sus sedosos rizos dorados, en su hermosas sonrisa blanca y encantadora... Pero volví a la realidad cuando el monstruo de nieve soltó un alarido, bajé lo más rápido posible para ver que pasaba afuera, abrí la puerta y había un montón de guardias del castillo peleando contra mi monstruo.

Y todos eran dirigidos por Hans.

Dos hombres que no eran guardias me vieron y fueron tras mío, me escondí pero me encontraron, corrí pero los guié arriba y uno me disparó con la ballesta.

Pero no hubo impacto.

Abrí los ojos a ver por qué no me dolía alguna parte del cuerpo y era porque la flecha había quedado atrapada en medio de un escudo de hielo, hecho por mí sin darme cuenta. Me dí por vencida al darme cuenta de que la única solución de salir de este problema era usando mis poderes. Al primer hombre lo acorralé contra la pared con otra pared de hielo con una púa que estaba a punto de clavárselo en el cuello, al segundo hombre lo empujé con un muro de hielo hacia el balcón y ya estaba a punto de caer al vacío. Hasta que llego Hans.

Me miró con cara de horror, como si estuviera viendo a un monstruo, lo que era verdad.

Hans: Reina Elsa, no queremos hacerle daño, por favor deténgase.

Hans me conmovió un poco, pero en ese momento de debilidad, el hombre que tenía la púa en el cuello disparó su ballesta hacia mí, Hans se dió cuenta y desvió la ballesta, pero la flecha dió al enorme candelabro de hielo, en ese momento sabía lo que iba a pasar y salí corriendo, pero me tropecé y quede inconciente.

Jelsa: Un amor congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora