Estaba sentada en una de las sillas más incomodas del planeta… mis manos no paraban de temblar, yo solo las veía e intentaba pensar que hubiera pasado si no nos hubiéramos peleado hace unas cuantas horas, que pasaría si no le hubiese hecho caso a los rumores y le hubiera creído a él. Movía mis manos inquietamente, aparte de que me sudaban y temblaban al igual que mis rodillas, además estaban llenas de tierra, había varias personas a mi alrededor, podía escuchar a lo lejos a personas rezando y a otras cuantas llorando… perdiendo la esperanza… temía estar como ellos, temía demostrar mi debilidad, la debilidad que solo le mostré a una persona, y que ahora por mi culpa, se encontraba en la lucha más grande de su vida, en una lucha en la cual puede quedar atrapado y nunca más sanar su heridas.
Él era un hombre no un niño o adolescente, un hombre y muy fuerte, debido a todas las cosas por las que pasó, nunca le importo cuantas veces callera o que tan fuerte era la caída, él siempre se levantaba y seguía luchando, nunca se rindió ni se atascó en un momento triste o malo, superaba las tristezas y desilusiones de la vida y al final siempre sonreía y le mostraba al mundo que estaba bien… a diferencia de mí, yo nunca me recuperaba de una caída por más leve que fuera esta, yo me quedaba en el piso destrozada, sin fuerzas ni esperanzas, ante la mínima desilusión o el más ligero problema todo se me venía abajo, mi felicidad, todo acababa hecho polvo y la más pequeña y diminuta luz desaparecía dejando solo oscuridad y tristeza a su alrededor y yo creía que era el fin de todo… pero siempre él estaba ahí, la luz de mi vida, mi salvación, mi propio héroe, aunque sé que no lo merecía y no teníamos diferentes puntos de vista, él nunca se fue ni me abando… como ciertas personas que ni siquiera conozco e inclusive a las que conocía y se olvidaron de mí, el siempre seguí allí, esperándome con los brazos abiertos y listos para protegerme del mundo, no del mundo no… de todo lo demás pues él era, es y será siempre mi mundo sin importar que o quien pasé, hemos pasado muchas cosas juntos y esto no lo va a cambiar, sé que saldrá por esa gran puerta y me sonreirá, con esa sonrisa tan peculiar que siempre ame… esa sonrisa que me hace ver todo de colores y no oscuro y gris como a veces (siempre que no estaba con él) lo veía, pero aunque me estuviera muriendo nunca nadie me veía mal, mostraba una parte “fuerte” de mí, insultando y odiando a todos, mostrándome diferente, él es el único que me ha visto como… bueno como yo.
Él, el hombre más fuerte del mundo… mi desconocido, mi conocido, mi odiado, mi enemigo, mi amigo, mi hermano, mi razón de sonreír, mi felicidad, mi vida, mi razón de existir, mi mundo, mi universo, mi todo, y ahora… mi tristeza, mi desesperación y mi preocupación… ese es mi Will, por algunos conocido como Alexis Thomsson… pero para mí él es Will, Willie o “N.A.H” como le decía cuando lo conocí, el (como la mayoría nosotros) cambió su nombre, pues solo era un recuerdo vacío y lleno de tristeza y dijo que siempre le ha gustado Will y que le gustaba más porque lo ayude a elegirlo, yo soy una de las pocas personas que conocen su verdadero nombre completo. Pero ahora no importa su nombre… importa que se levante y que…
-Responsables de Alexis- dijo el doctor… claro él no sabe que no es “Alexis” que es Will.
-No le gusta que lo llamen así- Dije levantándome de mi asiento.
-Lo lamento pero aquí dice Alexis… ¿Quién es el adulto responsable niña?- sonaba agitado… espero y mi Will este bien.
-Lo que tenga que decir puede decírmelo a mí… tengo 18 no soy una niña… y soy su hermana- dije cruzándome de brazos para ocultar mi mentira de que soy su hermana… y de mi edad.
-No, no eres su hermana Annabell- agh esa voz.
-¿Y usted quién es?- dijo el doctor dirigiéndose a la persona detrás de mí.
-Yo soy la Srta. Wildember, la responsable del joven Alexis- dijo nuestra “tutora” Amanda.
-El ya no es un joven, es un hombre-dije encogiéndome de hombros.
-Sigue siendo un joven-comenzó el doctor, agh lo odio-Señorita Wildember creo que es mejor que me acompañe a mi oficina para decirle el estado de “JOVEN”-remarco la última palabra… lo odio más.
-De acuerdo, vamos doctor-dijo Amanda con su peculiar tono estricto y calmado a la vez.
-Por aquí-comenzaron a caminar, Amanda siguiendo al Dr.
-¡ESPEREN!-me vieron extrañados… creo que porque grite muy fuerte-Quiero escuchar-me encogí de hombros.
El Dr. Vio a Amanda quien asintió con la cabeza. Camine detrás de ellos, mis manos estaban en mis bolsillos temblando, mi cabeza y vista dirigidas al suelo, mis pies casi arrastrándose por el piso, este momento era en el que todo se volvía gris y entonces llegaba Will a iluminarlo todo como un Sol… pero no estaba ahora y yo tenía que ser fuerte por los dos, aunque era lo más difícil del mundo estando sin Will.
Mientras caminábamos por los largos, blancos y concurridos pasillos del hospital mi miedo aumentaba y mi corazón latía cada vez más rápido, si tan solo pudiera darle esos latidos a Will… *Will… Will tienes que levantarte como siempre lo haces… como solo tú lo sabes hacer, no puedes dejar que te venzan… no ahora… no ahora que por fin entendí que no eres solo un hermano para mí… que eres más… que eres mucho más……* Ni siquiera pude seguir con mis pensamientos pues las lágrimas caían desenfrenadas por mis mejillas, la primera vez que lloro en público, delante de alguien que no es Will, delante de desconocidos, la primera vez que lloro por alguien a quien amo.
Entonces comencé a recordarlo todo… desde el día que nos conocimos por primera vez.
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Siempre Te Recordare.
Roman pour AdolescentsAlisson con tan solo 16 años tiene una idea muy oscura sobre las personas; ella ha vivido en un orfanato desde que era una bebe y piensa que la única manera de vivir es mostrándose como ella no es en verdad. Durante los últimos 9 años de su vida ha...