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¡Estoy tan contenta! ¿Por qué? Bueno... hace unos días fue mi cumpleaños, y mi papa me acaba de regalar un auto. ¡Un auto! No puedo creerlo. Les había comentado sobre que mi auto tenía algunas fallas, claro lo comente solo para que supieran porque no los visitaba muy seguido. Pero no espere esto.

Miro por milésima vez el mercedes frente de mi, y entre cierro los ojos hacia el. Sigo sin aun tragármelo por completo.

—Deja de ver el auto como si te fuera a comer Ro—dicen detrás de mí. Volteo y veo a Preston, le sonrió y vuelvo mi mirada al auto.

—Es que, es difícil de creer. ¿Estoy dormida? No lo creo, si fuera un sueño tuvieras un plato de avena en las manos—comento y el ríe.

— ¿Sigues con tu adicción a la avena?—pregunta y yo lo fulmino con la mirada.

—Claro que si, y no es una adicción, es un estilo de vida. Y si fuera una adicción, tendría razón para que. La avena es una delicia total—digo y luego mi estomago hace un sonido de protesta. —Gracias ahora me dio hambre—gruño molesta, y el vuelve a reír.

Chispitas... el sonido de su risa, es exquisito, siempre me ha gustado su risa, y escucharla de nuevo hace cosas raras a mi estomago ¿O es el hambre? Si debe ser eso.

Mentira...

Oh... tu cállate mente.

—Te propongo algo—dice con una sonrisa. Alzo una ceja y me cruzo de brazos.

—Te escucho.

—Vamos a desayunar y así pruebas aquella hermosura—señala el auto yo finjo pensar una respuesta. En realidad no hay mucho que pensar, tengo hambre, y tengo un auto que aun no he probado, y puedo usarlo cuando se me pegue la gana, y sería bueno salir un rato con Preston.

—Claro—sonrío, y él me devuelve la sonrisa pero un poco más entusiasmado.

***

—¿Has sabido algo de Alisha?—pregunto de repente, y veo como se tensa a la mención de su.

—Mmm... —murmura y toma un sorbo de su soda. —Nop. No ha querido hablar conmigo desde aquel incidente—hace una mueca.

¿Le molesta o le agrada que no le hable? Una pequeña... bueno una gran parte de mi le molesta de que le deprima que ella no le hable ¿Se volvieron muy amigo o qué? ¿Por qué actúan raro cada vez que nombran al otro? ¿¡Por qué se preocupan tanto el uno por el otro!?

Con esas preguntas en mi mente, y no tener ninguna respuesta, digo lo primero que me viene a la mente.

—¿Qué siente por Alisha?—Bueno eso no era lo que quería preguntar, pero eso es lo que salió. Hago una mueca pensando en lo que podrá pensar, o responder.

Lo miro pensarlo un momento, veo cariño y amor brillar en sus ojos y mi estomago duele y ya no tengo hambre.

—¿Que siento por Alisha?—repite mi pregunta y yo asiento.

Vuelve a AmarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora