¡Cambiemos celulares!

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Demasiado tarde (?) Lo sé.
El día cinco de la HiguelWeek.
...

— ¡Cambiemos celulares!— Pidió Miguel dejando de lado el lápiz con el que estaba escribiendo la melodía de una nueva canción.

—¿Qué?— Hiro levantó la vista de la computadora donde programaba un nuevo chip para Baymax, uno con el que el robot limpiará la casa en su lugar.

— Que intercambiemos celulares. Será divertido, nuestros celulares son muy diferentes y podría ser interesante.

— No.

— ¿Por qué?— Miguel hizo un leve puchero.

— Porque tu celular es una mierda.— Respondió simple el Hamada sin despegar los ojos del computador.

— ¡No es mi culpa que tu celular parezca venir de los supersónicos o una madre así!— Replicó Miguel apuntando el celular de Hiro que estaba a un lado de su computadora.

— Pero, al menos yo puedo tomar fotografías.

— Pero no puedes usar tu celular de arma, porque apenas se cae y esa cosa se da en la madre.

— ¿Crees que tu celular es mejor que el mío entonces?— Hamada se cruzó de brazos levantando una ceja, esperando que es lo que el mexicano diría.

— Si, y no solo eso, estoy seguro que no sabrías ni como usarlo y te lo puedo demostrar, solo debemos intercambiar los celulares un dia. —  Miguel se paro del escritorio donde estaba y se fue a sentar junto a Hiro en el sofa.

— ¿Qué tratas de hacer?— Le preguntó Hiro observando al moreno con curiosidad.

— Intercambiar los celulares, yo me quedaré con el tuyo para mostrarte que es mucho más fácil usar esta madre.— Miguel tomó el celular del otro y le dejó el suyo a un lado del computador.

Hiro solo se empezó a reir, que tan dificil seria manejar aquel celular antiguo siendo él un genio.

— Vale, pero si tampoco puedes usar el mio, me tendrás que dar algo a cambio.

— ¿Entonces quieres apostar?— Miguel sonrió de medio lado.— ¿Y qué apostamos?

— Quien va arriba y quien abajo.

— Me agrada. Sufrirás. —Sonrió coqueto Rivera.

— Pero… Lo empezaremos mañana, ahora, devuélveme mi celular.— Dijo Hamada arrebatando su celular de las manos del moreno y devolviéndole su propio celular.

A la mañana siguiente Miguel se había levantado más temprano que Hiro dejando sobre  la mesita de noche su celular y tomando el que le pertenecía al chino de dientes chuecos.

— Miguel ¿Qué haces?— Murmuró Hiro medio despertando de su sueño, pues el moreno se había quedado parado a un lado de su cama haciendo quien sabe cuanta cosa para tratar de encender el celular.  

— ¡Esta madre no tiene botones! ¿Qué pedo?

— Pues a ver como le haces para encenderlo, porque yo no te ayudaré.— Contestó Hiro aún medio adormilado, buscando su celular en la mesita. Pero solo encontrando el de Miguel.— ¡Y mi celular!— Abrió los ojos lo más que se podía para un mitad asiático, sentándose en la cama.

— Yo lo tengo. ¿No recuerdas que ayer apostamos? Yo tengo el tuyo y tú tendrás el mio.

— ¿Hice eso?— Confundido Hiro tomó el celular de Miguel, sorprendiéndose de lo pequeño que era y viendo la hora.

HiGuel Week #TeamMexChiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora