Aquella noche Ryan no paro de darle vueltas a la cabeza de un lado a otro, la historia de Max le había dejado confundido, pensativo, no entendía muy bien de que se trataba pero algo si era cierto, ¿como sabía lo del libro? Por más respuestas que buscara no encontraba ninguna que pudiera explicar lo sucedido, entonces utilizó aquella técnica que también le iba, evadirse de su mente detrás de la música y meterse de lleno en sus estudios, así que prendió el Appel Music a todo lo que sus oídos podían aguantar y se adentró en lo más adentro de sus libros de texto y sus problemas de matemáticas.
Max se sentía frustrado, a cada rato miraba la ventana de la habitación de Ryan, pero esta estaba cerrada herméticamente, como si quisiera huir, era evidente que aquel tema le estaba trastornando, así que también busco una solución que le ayudara a evadir aquella obsesión en la que se estaba convirtiendo dicho tema, se puso su ropa de deporte y salió camino al gym.
Al llegar a casa después de unas largas horas de un duro entrenamiento Max Robinson se ducho y se acostó en su cama, el reloj marcaba que la hora de dormir ya había pasado, sin embargo la ansiedad y la frustración le mantenían despierto. De vez en cuando se asomaba por la ventana y miraba a la casa de Ryan, aún permanecía cerrada, aquello le molestaba y es que el joven y guapo Max no estaba acostumbrado a que pasaran de él.
Una divertida serie en Netflix fue lo único que le ayudó a evadirse un poco del tema, se distrajo un buen rato hasta sus párpados empezaron a pesarle, apago el ordenador, lo echo a un lado de la cama y se quedó dormido.
3:00am y sus ojos se abrieron, se puso en pie, esta vez más tranquilo, se observó tendido sobre su cama, no se alteró, estaba dispuesto averiguar que era lo que estaba pasando. Anduvo por su casa, salió a la calle y anduvo todo lo que pudo, dejó que sus pies le condujeran a donde quisieran, todo estaba oscuro, de repente unas luces rojas y azules llamaron su atención, se acercó al sitio, sintió gritos, murmullo de gente hablando, había sangre en el suelo, no entendía que era lo que estaba pasando, no veía a nadie, pero se empezaba a poner nervioso, ¿era aquello un aviso? ¿Había alguien en peligro? El temor y la desesperación lo llevaron a correr lejos de aquel lugar cuando repente despertó sobre su cama de un sobresalto. Intento entender que era aquello que había visto, quería intentar recordar el lugar, la carretera, todo se hacía eco en su cabeza, era difícil volverlo a visualizar, intenta relajarse después de un vaso de agua, la ventana de Ryan se mantenía cerrada, parecía todo tranquilo allí, no se había despertado aquella noche y tampoco había aparecido en su habitación como noches anteriores, a lo mejor tampoco tenía tanto que ver como el pensaba, recostó de nuevo su cabeza a la almohada y volvió a dormir.
Cuando Max alcanzó el sueño prácticamente era la hora de levantarse para ir al Instituto, así se lo avisó el despertador que iba sonando de cinco en cinco minutos hasta que al fin logro despertarse.
- ¿has dormido bien? - le preguntó su madre cuando lo vio aparecer en el comedor algo cansado - pareces agotado, ¿te encuentras bien?
- si - contestó serio y sin dar mayor explicaciones.
Se tomó la taza de café mientras su madre lo observaba detenidamente. Se levantó de prisa de la mesa, se despidió con un frío "hasta luego" y salió corriendo hacia su coche hasta llegar al Instituto.
Ryan guardaba las cosas en la taquilla, casualmente a unas tres taquillas más de las de Max, miraba hacia el frente, sin hacer caso a los ojos de Max que no paraban de mirarlo.
- debemos hablar - le dice bajo, tan bajo que apenas ni el mismo Ryan alcanza a escuchar.
- ¿cómo? - pregunta.
- que debemos hablar, de lo de ayer, necesito contarte algo.
- no creo que sea posible, tengo cosas que hacer.
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El chico de la calle de atrás
Teen FictionMax y Ryan son vecinos y van al mismo Instituto Desde pequeños, Max es el típico chulo de gym al que le llueven las mujeres, Ryan es un tímido y delicado chico gay del que todos se burlan. No existía nadie más diferentes que ellos, pero un día una t...