Capitulo 23 - FIN

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    Tocaron el timbre incansablemente hasta lograr que la señora Taylor despertara de su sueño, aquella noche, como muchas otras tenía que tomar relajantes que la ayudasen a dormir, asustada se puso la bata de seda blanca y bajo de prisa por las escaleras, cuando abrió la puerta su susto fue aun mayor dos guardias de policía le daban la terrible noticia.

- se trata de su hijo, Ryan Taylor.

- ¡mi, mi, mi hijo! ¿Qué pasa con el? - pregunta en un estado de autentico terror.

- ha sufrido un grave golpe en la cabeza, esta inconsciente, lo han trasladado al Hospital General de la ciudad, esperamos a que se vista y nosotros mismos la llevamos.

   Entre llantos la mujer se pone algo de ropa rápido y baja enseguida, los oficiales conducen el coche hasta el hospital. Allí estaba Tiffany, empapada en agua sentada en los asientos del pasillo de cuidados intensivos, junto a Allen, los dos cogidos de las manos, la mujer se apresura corriendo por el lugar hasta llegar a los chicos.

- ¿Qué ha pasado? - pregunta asustada, preocupada, nerviosa.

- no lo se - le responde la joven nerviosa, con el pelo desecho y el maquillaje corrido - el desapareció de la fiesta, estaba un poco bebido, estoy segura que algo tuvo que ver con Ernest, al rato vi como Ernest tomó un bate de beisbol que había colgado en una pared de decoración, estaba furioso, asustado, era como si hubiese visto un fantasma. Sali detrás de el, pero no alcance a ver a donde estaba, entonces llame a Allen para que viniera a buscarme, llegamos demasiado tarde. Lo encontramos ahí tirado en el suelo, lleno de sangre, ¡oh por dios! - dice derrumbándose entre los brazos de Allen que la abraza fuerte.

- no puede ser - la señora Taylor deja caer su peso sobre la silla, la mirada esta perdida, no llora, no grita, solo siente dolor, un dolor tan fuerte que no le permite a penas ni gesticular.

    Sintió un fuerte golpe en la cabeza, fue lo ultimo que sintió hasta que todo se volvió negro, el dolor duro poco, luego dejo de sentir, y cuando abrió los ojos se pudo ver a si mismo tirado encima de la calle de aquel oscuro callejón, el mismo que ya una vez había visto, vio llegar a Tiffany y a Allen, los vio llorar y llamar a la policía, las ambulancias, vio como cargaban su cuerpo en aquella camilla y lo se lo llevaban, vio a Tiffany llorar desgarradamente, vio a Allen gritar fuerte, enfadado, dolido. Eso fue lo ultimo que recuerda antes de abrir los ojos nuevamente.

   La señora Robinson se había quedado dormida a su lado, en el asiento al lado de su cama, con sus manos agarradas a las de el, un movimiento la despertó, un cosquilleo en su mano hicieron que la mujer despertara asustada, los parpados del chico temblaban, una luz blanca se hizo ante el, y al fin alcanzo ver el rostro de su madre a su lado.

- mamá - dijo con voz cansada y la mujer emocionada no se lo podía creer.

- ¿Max? ¡Max! ¡oh por dios Max! - decía entre gritos y llantos de alegría - ¡Thomas! ¡Thomas! - gritaba despavorida por los pasillos de la casa - ¡Thomas! - corre y entra de nuevo en la habitación donde su hijo había permanecido guardado las ultimas semanas, dormido, en silencio, el chico tenía los ojos completamente abiertos, aun un poco perdido y algo mareado.

- muchacho - dijo su padre de pie junto a la puerta de entrada de la habitación - estas aquí - murmuro emocionado mientras sus ojos se volvían agua, se acerco temeroso, con miedo de que aquello solo sea parte de su imaginación, sus manos temblorosas se acercaron al chico, lo tomo de las manos, cuando sintió el calor de las manos del joven apretar fuerte las suyas fue como regresar a la vida después de tanto tiempo, el hombre se inclino para abrazar a su hijo y llenarlo de besos.

El chico de la calle de atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora