Capítulo 8

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Como era de esperar el señor Thomas no se había quedado conforme con su ultima conversación con Ernest, testigo clave de la verdad de lo que había pasado aquella noche en aquel trágico accidente, así que después de dejar a su mujer en el Hospital como cada mañana, Thomas Robinson se dirigió a casa del joven, sin imaginarse lo que allí le esperaba.

Varios toques en la puerta hasta que el propio Ernest le abrió.

- señor Robinson - le saludo con una gran sonrisa - le estaba esperando, adelante - le dijo sin temor, algo que desconcertó por completo al hombre.

- bien - dijo el elegante señor en lo que se colocaba bien su chaqueta de traje gris - ambos sabemos para que estoy aquí, el trato es fácil, tú no dices nada y yo te dejo tranquilo.

- vera - le dice con cierto tono descarado - el trato no es así - anda al rededor del hombre - conozco a la gente como usted señor Robinson, gracias a su hijo supe la clase de hombre que es usted - el señor empieza a preocuparse por la línea que estaba tomando aquella conversación - usted cree que va a venir aquí, me va amenazar y luego va a salir por esa puerta como si nada, ¿no? Dígame, si me rehuso, ¿que pasaría?

- no sabes lo que estás diciendo muchacho, no me subestimes.

- ¿subestimarlo? No, claro que no, perdóneme si entendió eso, jamás subestimaría a un hombre que es capaz de hacer todo por su apellido, por su familia, por su carrera - Ernest se mostraba tranquilo, sabia de lo que estaba hablando, estaba jugando unas cartas con la que tenía segura su victoria - no es justo un trato en el que yo no gane nada - le mira fijo a los ojos - así que digamos que, usted me paga 100,000 dólares, y yo no digo nada.

El hombre suelta una carcajada.

- ¡déjate de bromas muchacho! - dice recuperando la cordialidad.

- ¿tengo cara de estar de broma señor Robinson? - el chico está serio, delante de él, se muestra sereno, tranquilo, Robinson es un hombre de negocios, el hombre sabe que no está de broma - en algún lugar de este salón hay una cámara de vídeo grabando esta conversación - el señor empieza a mirar nervioso por todos lados - si me pasa algo este vídeo tardará lo mismo que usted en salir por la puerta en llegar a manos de la policía, este es el trato que le brindo, ¿lo toma? ¿O lo deja?

- evidentemente no me dejas otra opción - menciona el señor guardando la compostura - si te pago ese dinero, ¿ni una palabra a nadie, de nada?

- prometido - le responde con una sonrisa levantando la mano derecha en forma de juramento.

- está bien - el hombre camina hacia la puerta de salida - me pondré en contacto contigo cuando lo tenga listo - dice saliendo al porche de la casa.

- ¡señor Robinson! - le detiene el grito del chico - si me ocurriera algo, por muy accidente que parezca, esa grabación estará en manos de policía, prensa, telediarios, todo, ¿nos estamos entendiendo verdad? Digamos que es, mi seguro de vida.

El hombre lo mira serio y furioso, no le responde, quiere matarlo con sus propias manos, allí, en ese mismo momento, pero sabe que sería el fin de todo aquello por lo que tanto a luchado, así que se pone sus oscuras gafas de sol y se monta en su coche alejándose del lugar.

Enseguida, Ernest se pone en contacto con los otros dos testigos que viajaban en el coche y les informa de lo sucedido.

- ¡estas loco Ernest!

- escuchadme bien partida de imbeciles, si jodeis el trato soy capaz de mataros con mis propias manos, decid una sola palabra de lo que paso y yo mismo informo al señor Robinson para que os desaparezca a los dos.

El chico de la calle de atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora