Andrea
Cuando le pregunté a mamá por qué le pidió a papá juntarnos y a tía Di traerme estas cartas hoy, en un momento difícil para mí, contestó que, siendo el caso de que estoy a punto de tomar una de las decisiones más importantes de mi vida, darme una oportunidad con Oliver o no, para ella es esencial verme cerrar ciclos. Busca que me sienta segura, por completo feliz para que, de añadir a Oliver a mi vida, lo haga porque de verdad lo amo y no porque lo necesito para seguir.
Sentada en mi cama abro la caja, reviso con detenimiento todo y acomodo el contenido sobre mi colchón. Además de las cartas hay flores, ahora marchitas; peluches, recipientes vacíos, fotos y pulseras de la amistad. «Un momento, ¿recipientes vacíos?», pienso al no encontrar lógica. Solo tienen dentro post-it con textos como «Pollo a la Andrea», «Bolitas de papa a la Andrea», «Dedos de queso a la Andrea». Todo escrito por tía Di. «Esto no me lo explicó», recuerdo. Pero ya es tarde para que la llame. Mañana.
Saco una por una las cartas, reviso el nombre y comienzo a leer. «Las han enviado durante estos años», dijo tía Di al despedirse. Sin embargo, por petición de mamá, no me las había entregado. «Primero quisimos asegurarnos de que estabas lista».
Andrea,
No te juzgué cuando escuché de ti y tu vídeo. Por el contrario, me hubiera gustado ser tu amiga; pero era difícil, ya que, según recuerdo, creías que todos los que se acercaban a ti lo hacían para burlarse.
Con cariño,
Zonia
P.D. ¡Escucha el programa de radio de Joel Burat!
—Hola Zonia —contesto en voz alta, recordando—. No tienes idea de lo difícil que fue volver a confiar.... Todavía es difícil.
Después releo la posdata «Escucha el programa de radio de Joel Burat». Lo intenté pero no me gusta. Trata sobre gente llamando al tipo para contarle historias de amor dependiendo de cuál sea el tema, gente con el corazón roto, y eso me pone nostálgica. La única vez que me vi obligada a escucharlo fue aquella noche que fui al lago con Oliver y él lo tenía sintonizado en su camioneta, e intenté poner otra cosa pero no me dejó.
Escojo otra carta.
Hola Andrea,
Te juzgué tan mal. Me burlaba de ti pensando que así me temerían los demás. De verdad lamento haberte hecho pasar por tanto. Sé que te lastimé profundamente.
Hace unos meses te vi y me dio tanta vergüenza que me escondí como cobarde.
Quisiera poder acercarme y pedirte disculpas cara a cara, pero no puedo.
Espero hayas salido adelante,
Espero me perdones,
Azul.
—No tengas miedo de acercarte, Azul —suspiro—. Hace mucho decidí no guardarle rencor a nadie. A la única que le haría daño eso es a mí.
Andrea,
Desde el fondo de mi corazón te pido me disculpes porque te hice la vida imposible sin detenerme a pensar que también soy mujer y no soy quién para juzgarte.
Atentamente,
Yeraldin Bitch.
Sí, Bitch. Ese no es mi apellido pero debería serlo porque con el tiempo comprendí que todas tenemos una puta sensual en el interior que solo la dejamos ver al hombre que, pensamos, es el indicado; mientras para el resto del mundo somos unas damitas.
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La buena reputación de Oliver Odom ©
RomanceLa Reputación #2 CONTINUACIÓN de La mala reputación de Andrea Evich, también disponible aquí en Wattpad. Es importante leer esa historia para comprender el contexto de esta (: La encuentras escribiendo el nombre en el Buscador o entrando a mi perfil...