Capítulo 7: Desgracias

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Mi teléfono sonaba, era Stacey.

-¿Dónde estás?-gritaba furiosa del otro lado del teléfono.

-En mi casa, ¿qué sucede?.

-Necesito que vengas a la pizzería urgente. 

-¿Sucede algo?.Stacey no me preocupes- mi amiga lloraba del otro lado de la línea. No entendía nada de lo que sucedía, y cuando le quería preguntar rompía en llanto, por lo que no se le entendía nada.

-Por favor Lola, necesito que vengas cuanto antes.

-Vale, ya voy en camino- tomé mi bolso, le dejé comida a Fido y corrí a la pizzería. Cuando llegué vi a Rubius fuera del local. Se estaba agarrando la cabeza.

-Rubius, Stacey me ha llamado ¿qué ha sucedido?.

-Lola, tu...tu...padre-tartamudeaba y le caían las lágrimas.

-¿Mi padre?.¿Qué ha sucedido con mi padre?.

-¡Lola!- Stacey corrió hacia mi y me abrazó fuerte. Lloraba desconsolada, yo seguía sin entender.

-Stacey, ¿qué ha pasado?.

-Estabamos con tu padre preparando el pedido de Rubius y el de una señora más, estabamos completamente distraídos, entraron dos hombres con armas queriendo robar. Tu padre se resistió, no tenía mucha plata para darle y uno...uno...- la sirena de una ambulancia la interrumpió.

-¿Qué es esto?. ¿Dónde está mi padre?-miré a Rubius y bajó la cabeza. Los médicos que bajaron de la ambulancia, entraron a la pizzería con una camilla. Corrí a la puerta.

-¡No!-Rubius me frenó, impidiéndome avanzar. Me había tomado por ambos brazos y me empujó hacia atrás- No entres.

-¿Por qué?- ambos médicos salieron con la camilla. En ella había una persona, con una manta encima, la cual no dejaba ver a quien estaba allí. La manta estaba completamente llena de sangre- no...no puede ser.

-Uno de los hombres le disparó- continuó Stacey- y le dió a tu padre. Lola, lo lamento mucho.

-¡No!-grité nerviosa- ¡No puede ser cierto!¡No es mi padre!- empujé a Rubius y me dirigí a la camilla. Empujé a los médicos y quité la manta que cubría a la persona. Era mi padre.

-Señorita, no puede irrumpir así- me dijo uno de los médicos.

-El es...mi padre- me miró y me hizo una seña para que me subiera a la ambulancia con ellos.

-Espera, yo iré contigo- Rubius subió conmigo y me abrazó. Yo no estaba conciente de lo que había pasado aún, no lloraba, no tenía reacción. Solo miraba la mancha de sangre que se encontraba en la manta y nada más. Estaba completamente estática, inmóvil, sin emitir palabra o gesto alguno. Estaba en shock.

-Señorita....señorita- el médico me llamaba, pero yo no le prestaba atención-¡Señorita!-lo miré vagamente- necesito que llene ésta planilla con los datos de su padre.

-Vale- agarré la carpeta que me extendió y se me hizo imposible escribir. Las manos me temblaban y cuando tomé el bolígrafo, no podía mantenerlo quieto. Rubius me tomó las manos fuertemente.

-Tranquilízate- me dijo- si quieres yo los escribo- asentí y el terminó de escribir todo.

Cuando llegamos al hospital, tuvimos que esperar a que le realizaran la autopsia correspondiente. Rubius y yo esperamos en una largo pasillo. Mas tarde había llegado Sammy para acompañarnos y Stacey con su novio también. A las tres horas que estuvimos allí, los médicos me pidieron que llene otro formulario para hacer la entrega del cuerpo.

Habremos estado unas cuatro horas en el hospital, y cuando salimos ya estaba oscureciendo.

-Pediré un taxi-dijo Sammy.

-No, iré caminando- le dije.

-Lola, son treinta cuadras.

-Quiero ir caminando ¿vale?- me miró triste y asintió. Saludé a todos y comencé a caminar.

Necesitaba un poco de aire, luego de todo lo que había sucedido. Había sido algo inesperado, tan inoportuno. Debería hacer la denuncia, pero no valía nada, porque aunque la hiciera a mi padre no me lo devolverían.

Caminé y caminé, pensando en todo y sin prestar atención en donde iba. Cuando me di cuenta había llegado a la pizzería. Entré y todo estaba como había quedado en la mañana. Cintas amarillas por todos lados, la marca de tiza blanca en el suelo, sillas tiradas, cosas rotas y las pizzas que había preparado mi padre.

Arriba del mostrador se encontraba una foto en la que estábamos los dos en la playa. La tomé y la guardé en mi bolso. El teléfono sonó.

-¿Si?- era un pedido. Lo atendí de todos modos, tomé su orden y cociné la pizza. Sería la única que haría en el día y nada más. Al tenerla lista,me puse el casco y me subí a la moto.

Fui a la dirección y no me había dado cuenta que me dirigía al departamento del chico de la otra vez. La puerta de entrada estaba abierta, por lo que no me fue difícil ingresar al edificio. Cuando llegué a su departamento toqué el timbre, y el mismo chico de rulos me atendió.

-Hola de nuevo- me dijo. Yo no estaba de ánimos por lo que solamente le extendí la caja de pizza.

-Son $60-le dije.

-Parece que hoy no estamos teniendo un gran día-dijo intentando hacerme reir. Tomé su dinero y me dí la vuelta.

-No te vayas-me tomó del brazo y me acarició el rostro- ¿Has estado llorando? -mis ojos estaban hinchados.

-Si, ¿algún problema?

-Hey, tranquila. Puedes contarme si quieres.

-No gracias. Espero que disfrutes tu pizza- me dí la vuelta, pero me volvió a tomar del brazo.

-Ven aquí. Entra, puedes comer conmigo si quieres, y de paso me cuentas porque estas triste.

-No lo sé. No creo que sea lo correcto, eres un cliente.

-Vale, mi nombre es Skip. Ahora soy un cliente con nombre- hizo un gesto de reverencia, dándome a entender que entre a su departamento.

-Vale, cliente con nombre- y entré. No se si todavía estaba shockeada por mi mal día, o estaba estúpida, porque si escuché bien él se llamaba Skip. Al igual que Kipy y coincidía con las características que me había dado Becca. No, solo es una coincidencia.

Un Amor por CelularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora