19: Perdóname, Lyon

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El silencio se forma en el camarote, ya que no respondo al ofrecimiento que Jayce me hace, pero me sobresalto cuando me levanta entre sus brazos, sacándome del sillón, y me apoya delicadamente sobre la cama.

―Ya que no contestas, elijo el colchón, pienso que te será incómodo con esa herida en el brazo ―Señala la venda y luego sus manos bajan a mis piernas, puedo notar esa mirada llena de lujuria ―. Lucecita, vamos a ver qué es lo que tanto te asusta.

Ruedo los ojos.

―No me asusta, solo te aclare los términos.

―Admítelo ―Saca el primer botón de mi pantalón de jean ―debe sentirse muy incómodo dejar que te toque, soy consciente de lo que hice ―Quita el segundo botón para acto seguido bajar la cremallera ―. Si vamos a hacerlo, seamos sinceros ―Se relame los labio y baja el pantalón, tirando a la vez mis zapatos ―. Mm medias largas.

Me da un leve cosquilleo cuando asciende por mis rodillas, hasta volver con sus manos para quitármelas. Siento un pequeño escalofrío al mis piernas quedar descubiertas.

―Te perdone ¿no? ―le recuerdo ―Y ya te lo dije, para mí esto es trabajo. Ni es odio, ni amor ―Me rio cuando aclaro lo último ―ni deseo. Solo es sexo, sin nada más que agregar.

―Pero si no lo disfrutas ¿Cómo lo voy a hacer yo? ―Continua alegre porque hasta bromea ―No te preocupes, lo voy a arreglar.

¿Arreglar? ¿Arreglar qué?

Rápidamente se deshace de mis bragas y su boca se apoya en los pliegues de mi feminidad, su lengua ataca sin previo aviso humedeciendo toda mi parte intima sin dejarme reaccionar a tiempo. No me había percatado a qué se refería, pero llenarme de placer es su forma de decir que puedo sentirlo tranquilamente. El maldito infeliz doblego todas mis palabras, porque ahora mi cuerpo desea más.

Oh la excitación.

Mi espalda se enarca cuando su lengua sigue jugando allí, no puedo evitar sentirme extasiada ¿Qué mujer se puede resistir a este tipo de hombre? Para mi desgracia y mi culpa, es demasiado bueno en la cama, como para negarlo. Sostiene mis piernas mientras mis caderas se intentan mover, la sensación es demasiado buena.

Perdóname, Lyon.

Jayce se acerca mi rostro para besarme, le correspondo enseguida cuando siento su lengua, pero me sobresalto cuando él toca debajo de mi remera y hace una pequeña risita.

―Sh, tranquila, son cicatrices sin importancia.

Niego con la cabeza cuando se me acelera el corazón. Es tan toxico, no debo olvidarlo. Demasiada oscuridad para mí. Me agarra de la barbilla y vuelve a besarme. Se deshace de mi remera y respiro agitada. Debo resistir estos nervios y las controversias que generan en mi mente. Veo como se quita la chaqueta, entonces me muerdo el labio inferior, al ver ese buen torso. Tengo demasiadas emociones en mi cabeza, explotare. Necesito recapacitar, recordar por qué estoy aquí, dejar de preocuparme por las repercusiones de mis actos, tengo que obtener esa información. Esto pasara antes de que me dé cuenta, ya habrá tiempo para sentir culpas.

―¡Ah! ―gimo cuando pellizca mi clítoris.

―No has cambiado Lucecita, sigues siendo igual de sensible ―Me gira agarrándome del brazo y mete uno de sus dedos en mi trasero, el cual se contrae por la sensación ―¿Se ve que a Cross le gusta el sexo anal? ―exclama en un tono serio ―Seguro ni se molesta en prepararte.

Perversa Oscuridad: Claridad [#7]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora