1: Prostituta

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Claire

Un año antes del incidente.

La música suena, mis movimientos son perfectos, atraen a la seducción. Bailo para aquellos hombres, esos que me están mirando en este mismo momento. Uno esta noche estará entre mis piernas, aunque no sea yo quién lo elija. A diferencia de las demás prostitutas, no me quejo, soy diferente. No puedo sentir deseos por mi libertad, no sabría qué hacer con esta. Lo único que conozco en este mundo es el sexo, no podría hacer otra cosa. Simplemente, un día desperté y ya estaba dentro del prostíbulo, sin recordar nada más. Me acostumbré a este, no tengo más que decir.

Mi jefe está contento conmigo, soy su mejor adquisición. Veo como me hace una seña para que baje del escenario y ha llegado la hora de hacer mi trabajo. Bajo los escalones y me acerco a Andreski.

―Jefe.

―Bella Claire, ya conoces a Cross, lo acompañarás esta noche. ―Señala al hombre de cabello oscuro y asiento, me acerco, entonces agarro su brazo para guiarlo a la habitación―. ¡Trátalo bien que ha pagado mucho! ―grita el jefe y se retira a atender a otro cliente.

Entramos al cuarto, ya que como lo conoce bien, abre el mueble, sacando dos copas y la botella de vino.

―Esperé tanto esta noche, necesito festejar.

―Siempre festejas. ―Sonrío.

Sirve una copa y me la entrega, sé perfectamente que tengo que aceptarla. Aquí lo único que importa es lo que quiera el cliente. Se sienta sobre la cama y me ríe.

―Es que es muy estresante ser tan rico.

―Oí que eras unos de los mafiosos con más dinero e influencias. ―Camino y me siento en su regazo, como sé que le gusta.

Toma un sorbo de su copa y toca mi cabello.

―Sí, lo soy, nadie se opone a mí. ―Me besa y le correspondo―. Ni tú.

―Yo jamás iría en contra tuya. ―Lo abrazo por el cuello―. Yo estoy para servirte.

―Lo sé, bonita. ―Presiona mi trasero y gimo―. Me encanta verte a mi merced.

―Estoy para eso.

A veces pienso que lo conozco, dice palabras extrañas que me confunden, pero como siempre he ignorado mi pasado, no veo razón para indagar. Además, al parecer le molesta que le pregunte, se pone agresivo. Esa parte de él da miedo y no planeo enfrentarlo. A nadie aquí en realidad, eso pondría en peligro mi vida.

He visto a otras mujeres siendo golpeadas por no acatar órdenes, también he presenciado sus muertes, es horrible, pero es la realidad de aquí dentro. No hay opción, o te comportas o será tu fin. Aunque ellas me miran como un espécimen raro, por nunca quejarme de absolutamente nada.

¿He recibido golpes? Obvio que sí, ni las obedientes se salvan aquí. Un mal día que tenga el cliente o que resulte ser un agresivo o una mínima equivocación y terminas lastimada. Eso me ha ocurrido con Cross, recibí un golpe fuerte por preguntar si me conocía de antes, me insultó de muchas formas, negándolo por completo. Recuerdo que ese día mi rostro quedo amoratado, incluso aunque solo había hecho esa pregunta amablemente, sin exigirle nada. La verdad, no creo que hubiera sido necesario llegar a tal extremo, pero es como es y ya no importa.

Cross me baja de su regazo, apoya las copas en la mesita y se sienta en el centro de la cama, para empezar a quitarse el cinturón.

―Chúpalo ―dice liberando su erección fuera de su pantalón y bóxer.

Perversa Oscuridad: Claridad [#7]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora