3: Mi vida

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Lyon

Tres días después del incidente.

¡¿Pero qué pasó aquí?! Mi departamento es un desastre. Observo a un lado y otro, buscando a ese adolescente revoltoso que tengo como hermano. No puede andar destruyendo mi casa a su antojo, si no va a estudiar, que se deje de fiestas y se vaya a trabajar, pero esto no puede seguir así.

Vivo con mi hermano menor Jeremías, desde que nuestro padre murió, me hice su tutor legal, pero la verdad ni puedo controlarlo, es un chico demasiado rebelde, para alguien tan ocupado como yo. Me dedico mucho a mi trabajo como oficial de policía, desde que perdí mi puesto en "asuntos especiales". Acusé a un maldito mafioso, las pruebas misteriosamente desaparecieron y por su culpa estoy metido en más líos que antes.

Resumen de mi vida: Una porquería de mala suerte.

Actualmente, con mi puesto, no llego ni a las cuentas del alquiler, mi hermano destruye mi casa y Cross, el maldito millonario mafioso, piensa que le debo mucho por acusarlo.

―¡Jer! ―lo llamo―. ¡¿Qué rayos hiciste con mi casa?!

―No soy tu hermanito, pero qué bueno que estás aquí, le puedo decir a mis hombres que lo vayan a buscar por ti. ―Visualizo al delincuente más rico de todo el país y frunzo el ceño―. ¿Por qué esa cara? ―Se ríe―. ¿No me extrañaste? ―se burla.

―Cross, nadie te extraña.

―Qué raro, mis amantes sí. ―Se hace el que piensa y luego vuelve a observarme―. Volviendo al tema, necesito un favor.

―No trato con asesinos, ni delincuentes. ―Sonrío―. Lo siento.

―¿Por qué no? Ya eres como de la familia, querido cómplice.

―No soy tu cómplice ―exclamo molesto.

―Me la debes.

―No te debo nada, es más... ―Me acerco furioso―. Esto es allanamiento de morada, tú me debes mucho más ahora.

―Tranquilízate, tigre. ―Se ríe―. Mis empleados se pasaron con el revoltijo, pero te aseguro que lo arreglaremos en cuanto tú y yo hablemos de negocios, ¿o es que acaso no te gustaría recuperar tu puesto? ―Levanta una ceja―. Puedo retirar todos los cargos que tengo sobre ti.

Detengo mi puño, ya quería darle un puñetazo.

―¿De qué estás hablando?

―Ya estamos conversando como hombres civilizados. ―Camina hasta una de las sillas y se sienta―. ¿Quieres charlar? ―ofrece, señalando la que está en frente de él.

Bufo y me siento.

―No sé qué planeas, pero termina rápido, así te largas.

―¿Has oído de la masacre que ocurrió hace tres días? ―expresa tranquilo.

―Sí. ¿Qué con eso?

―Necesito saber si puedes entrar a la morgue, que tiene los cuerpos de esos muertos en específico y así recuperar a ese alguien que me pertenece ―aclara, fríamente, mirándome directo a los ojos, parece determinado.

―Por si no lo recuerdas, no pertenezco más a asuntos especiales, por lo tanto, no tengo tal permiso y aunque lo tuviera, hay abierta una causa, no puedes robarte un cuerpo, ni mucho menos voy a dejar que lo hagas. ―Más me habla, más me enoja, no lo soporto―. ¿Por qué no te largas de una vez, Cross? Me haces perder el tiempo y tengo que trabajar. Por si no lo sabías, en un trabajo honesto, no en tu porquería.

―A ti lo que te falta es una buena puta, estás muy frustrado, querido. ¿Hace cuánto que no tienes sexo? Pobre de tu amiguito, la verdad. ―Se ríe―. Mi trabajo es mucho más lucrativo que el tuyo, te lo aseguro.

―Tu trabajo da asco y tú me repugnas. Métete en tus propios asuntos, no necesito tus asquerosos consejos.

―Pero si necesitas el trabajo. ―Hace una señal y el hombre que no había visto, sale de una puerta, apoya un maletín en la mesa, abriéndolo, mostrando la gran cantidad de dinero que hay dentro―. Mira, haremos así, arreglaré tu casa, pagaré tus deudas y además, te devolveré tu viejo empleo, solo me tienes que traer el cuerpo de una muchacha que solo se la conoce por el nombre de Claire. Tan simple como eso, ¿qué te parece?

―Una oferta tentadora, pero me niego, no soy un corrupto.

―Te lo estoy ofreciendo bien, Everwood. ―Frunce el ceño―. Más te vale que cooperes porque quién terminará en una morgue, no será ni una chica, ni mucho menos tú, si no las pagará tu hermanito.

Mi mandíbula se tensa y bufo. Ante una amenaza debo desistir, no me queda de otra, sabía que en algún momento lo haría rabiar, pero no pensé que tan rápido. Lamentablemente, solo me queda aceptar.

―¿Qué tengo que hacer?

~~~

¿Cómo he llegado a esta situación? La chica está viva, rompo el trato con Cross y lo apunto con mi arma. Pareciera que ninguno de los dos va a desistir, hasta que el morocho baja su revólver, sin embargo, no confío en él como para yo también hacerlo.

―No puedo asesinarte aquí, sería muy evidente y aún me sirves, baja eso ―expresa con su típica sonrisa de ganador―. Escúchame bien, no puede saber nadie que Claire está viva, ¿entendiste? Entrégala de una vez, es mía.

―Eso no es cierto. ―La oigo por segunda vez, su voz es tan suave y se nota en un susurro. Es obvio que está débil y necesita ser atendida con urgencia―. No me dejes con él ―me ruega.

―No lo haré. ―La miro un segundo y vuelvo a Cross―. No irás con él.

―Lyon, no me hagas enfadar ―expresa, empezándose a enojar el morocho.

―No quieres que se enteren, ¡bien!, pero ella no irá contigo. ―Intento calmar la ira que veo venir por parte de Cross, sin acatar sus órdenes por completo―. No le diré a nadie, curaré sus heridas y todos felices, ¿de acuerdo?

La mira un segundo, entrecerrando los ojos, luego a mí, y tarda en contestar. Su mandíbula se tensa, pero al fin abre la boca.

―Está bien. ―Bufa y se gira―. Por ahora. ―Veo como se retira y cuando ya está fuera de mi visión, bajo el arma.

Suspiro.

―Pensé que nunca se iría.

Siento las manos de la chica, agarrarme la chaqueta y me quedo tildado. Debería reaccionar, indirectamente, dije que yo la cuidaría. ¿En qué lío me acabo de meter?

―Gracias.

―No es nada, es mi deber. ―Aunque ya me he desviado mucho de este como policía que soy, pero parece que el destino no me deja otras opciones, lamentablemente―. No puedo dejar que una chica se vaya con un degenerado como ese. ―Aquello estaría en contra de mis principios.

―Gracias por eso y por también no contar nada acerca de mí.

¿Qué? ¿Está de acuerdo con Cross?

Me giro, la agarro de los brazos para sostenerla y la miro confundido.

―¿No quieres que nadie se entere de que estás viva? ¿Acaso no tienes familia o algún amigo que esté preocupado por ti? ―Me lo pienso al no haber respuesta, agrego también―. ¿O quizás una pareja? No sé.

―A mi familia no la recuerdo, amigos no tengo y... ―Baja la mirada, poniéndose triste―. Y mi pareja, pues... ―Levanta la vista―. No quiero hablar de eso.

Bufo.

―Cómo sea, ¿puedes caminar? ―Niega con la cabeza y sobresalta cuando la levanto entre mis brazos―. Necesitas un médico, pero como no puedo decir nada sobre ti, deberemos buscar otra alternativa. ―Asiente ante mis palabras y comienzo a caminar.

La pregunta se repite en mi cabeza, ¿en qué lío me acabo de meter? 

Perversa Oscuridad: Claridad [#7]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora