Capítulo 8

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La lluvia seguía cayendo sin parar ni un minuto, y las nubes seguían acumulándose en el horizonte. Desde la mañana el cielo se había tornado gris ocultando los rayos del sol.

Dalton llamó unas horas después de que la lluvia comenzara a caer para decirme que podía quedarme en casa ya que no abriría el taller hoy. Y para mi buena fortuna decidí no llevar a Robert a la escuela y mi padre estuvo de acuerdo conmigo por una vez. Así que ahora en lugar de mirar por la ventana me concentraba en un absurdo programa de televisión en el cual hacían bromas a famosos. Cuando por fin me decidí a bajar a la cocina por algo de comer me percate que no había ido a comprar nada, y ese era un gran problema, así que tenía que salir a buscar algo para alimentarnos. Soltando un suspiro de resignación tomé las llaves de mi auto y le avisé a Robert que saldría un momento.

Salí de casa cuando la lluvia había cesado solo un poco, pero el frío calaba mis huesos, y por dicho motivo me abroché la chamarra hasta el cuello.

Cuando estuve en la comodidad de mi automóvil y encendí la calefacción me puse en marcha hacia el supermercado del centro. Conducir con un clima lluvioso me tomaba más tiempo de lo normal, y eso me fastidiaba por completo. Llegué a la tienda y estacioné lo más cerca que pude de la entrada, me bajé de mi carro y me cubrí la cabeza con el gorro de la chamarra que llevaba puesta y comencé a correr en dirección a la entrada del lugar. El sitio se encontraba casi desierto a excepción de unas cuantas personas. Me hubiera gustado que Morgan estuviera conmigo en estos momentos, y así me habría facilitado más las cosas a la hora de elegir algo bueno para comer, pero me decidí por tomar de todo un poco: comida chatarra, fruta, cerveza, etc.

Empujaba el carrito por el pasillo de aseo personal cuando divisé una cabellera conocida e inmediatamente una sonrisa apareció en mi cara, me acerqué lentamente hasta donde ella se encontraba sosteniendo un paquete de rastrillos.

-Últimamente te veo por todos lados-dije dejando una corta distancia entre nosotros.

Lisa dio un pequeño respingo al escuchar mi voz.

-Espero que eso no signifique que me estas siguiendo- respondió al momento que me reconoció.

-Si- la palabra se me escapo sin dudarlo un segundo, aunque sabía que no era cierto.

-Es imposible no hacerlo-bromeé.

- Grave error- sonrió mientras depositaba el artículo en su canasta de compras. –No te fíes de todo lo que parece lindo- soltó una carcajada al tiempo que se ponía en marcha.

- Pero tú eres muy linda- se paró en seco en el momento que las palabras abandonaron mi boca. Pero nunca se giró para encararme. Tras unos segundos en silencio reanudó su paso. Era un estúpido que no controlaba su boca cerca de ella, parecía como si no pudiera mantener mis pensamientos a raya con mi cordura. La seguí tratando de encontrar una buena razón para explicar lo que había dicho anteriormente, pero ella parecía ya haberlo olvidado porque cuando volví a verla estaba tan concentrada leyendo el contenido de un paquete de galletas.

En ese momento una idea cruzó por mi cabeza, pero a la vez algo me decía que no era lo más correcto lo que estaba a punto de hacer. No me importo.

-Lisa- dije para atraer su atención.

En el momento que centró su vista en mí solté la pregunta – ¿Te gustaría ir a comer a mi casa?- sorpresa y desconcierto fue lo que surco su cara por unos momentos.

-¿A tu casa?- preguntó ahora ella- No creo que eso le guste mucho a tu novia –agregó.

Hice una mueca al escuchar su nombre.

Lisa © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora