Capítulo 5

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Esperar en una sala de hospital no era mi mejor plan para un sábado por la mañana, tenía que estar dentro de dos horas en el taller de Dalton y lo que deseaba en este momento era estar tirado en mi cama, no aquí contando los pulcros azulejos del piso o las incontables veces que la recepcionista ha volteado en mi dirección.

Llevaba aproximadamente cuarenta minutos deseando que en algún momento Robert apareciera por el largo pasillo. Había hojeado la revista que tenía en la mano como unas tres veces, pero el aburrimiento no parecía irse. Me detuve en una sección de deportes que logró captar mi atención y me entretuve unos momentos.

Escuché unos pasos que se detuvieron a unos centímetros de mí a lo cual levanté la vista pensando que se trataba de Robert, pero ahí parada vi a la persona que menos imagine, con su metro setenta o tal vez menos y su gran sonrisa, era ella.

-Lisa-balbuceé - ¿Qué haces aquí?- ella simplemente se encogió de hombros y se sentó a mi lado.

-Visitando a alguien, ¿y tú? – vi como su mirada reflejaba curiosidad.

-Vine acompañar a Robert-ella frunció el seño lo más que su cara lo permitió.- Es mi hermano pequeño-expliqué.

Me regalo una suave sonrisa.

- Ya no los he visto por el bar-dijo acomodando su blusa de tal manera que parecía que quería borrar las arrugas inexistentes. En su cara se podía ver reflejado el cansancio, y lo peor era que parecía que llevara días sin dormir bien.

-¿Extrañas verme ahí?-solté con el fin de tratar de aligerar el ambiente, y lo logré cuando apareció una vez más esa sonrisa torcida. Esperé a que respondiera a mi comentario pero solo se mantuvo callada observando la pared de enfrente.

- Me tengo que ir galán-dijo poniéndose de pie y palmeando mi hombro– Tal vez nos veamos luego.

Debía admitir que no lograba entender sus reacciones, algunas veces parecía estar a la defensiva, en otras herida por mis absurdos comentarios, y en días como hoy evasiva. Tampoco es como si fuéramos amigos de toda la vida, y eso que ni amigos éramos, apenas y la había visto un par de veces y hablado otro tanto, pero me intrigaba lo que hacía y por qué lo hacía.


Luego de que mi hermano por fin saliera lo llevé a comer un helado como le había prometido para después dejarlo en casa de Rita. En el taller Dax se encontraba debajo de un Toyota liftback y en cuanto me escuchó que estacioné mi viejo cacharro salió de debajo del auto y se limpió las manos en un trapo lleno de grasa.

-Ya era hora de que llegaras-

-¿Donde está Dalton?- pregunté dejándome caer en una silla colocada cerca de la entrada.

- Miranda- dijo Dax poniendo los ojos en blanco.

Desde que Miranda había terminado con Dalton, hace aproximadamente un año, no habíamos sabido nada de ella, pero parecía que ahora lo volveríamos hacer muy a menudo. Estuvieron juntos por más de 3 años hasta que ella decidió que necesitaba un respiro para poder enfocarse en sus estudios. Solo deseaba que esta vez ninguno saliera herido por el bien de mi paz mental.

-Creo que ahora solo seremos tú y yo - mencionó mi amigo como si estuviera herido.

-Dramático- le dije.

Me levanté de la silla y fui a ver lo que estaba haciendo con el auto. Terminamos de arreglarlo cuando la noche estaba comenzada a caer, Dalton seguía sin aparecer por el lugar así que supusimos que más tarde nos llamaría. Estar solamente con Dax era una locura, parecía como si tuviera otro hermano pequeño. En algunas ocasiones pensaba que Robert era mucho más maduro que él para sus escasos ocho años. Prendí la radio en una estación local tratando de acallar la risa de mi amigo que hacía una mala imitación de Dalton.

Lisa © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora