Diez Últimos Días | malec-jimon au

Americanos v/s Morgenstern Ltda.

Bueno, en el capítulo anterior se me había olvidado señalar que era "siete días antes" de que comenzara la cuenta regresiva.

Ahora retomamos la cuenta regresiva normal.

~~~~

Día tres, primera parte

Es lunes, lo que quiere decir que al fin ha terminado el fin de semana más extraño de mi vida. "¿Extraño por qué?", dirán ustedes. Pues no sé si lo recuerdan, pero logré terminar mi video, aquel con el cual descubrí las crudas realidades de mis tres mejores amigos, y, por si tampoco lo recuerdan, con Magnus somos...

¿Qué somos? Porque sí, nos besamos; sí, le dije lo que siento por él; sí, él también se declaró a su estilo. Sin embargo, nunca llegamos a un acuerdo sobre qué pasará con nosotros de ahora en adelante, en caso de existir un "nosotros", claro está.

Con mi uniforme puesto y listo para desayunar, miro a mi compañero de cuarto. Simon no parece tener el más mínimo interés en ir a clases hoy, porque sigue durmiendo desparramado en su cama.

–Simon, ya van a ser las siete con treinta –lo mezo suave–. Vamos, despierta si quieres llegar a clases.

–Cinco minutos más, mamá –murmura entre sueños.

–No soy tu mamá –frunzo el ceño.

No puedo dejarlo así, porque cuando despierte y llegue tarde a clases querrá matarme por no insistirle lo suficiente. No obstante, si sigo insistiendo en despertarlo aun cuando él no quiere, terminaré muerto de todas formas.

De pronto tocan la puerta y yo la abro pensando que lo más probable es que sea Jace.

Cuando unas brazos rodean mi cintura y unos labios se apoderan de los míos, comprendo que mis suposiciones no están en lo correcto.

–Hola –sonrío, aun siendo sujetado por Magnus.

–Hola –me corresponde la sonrisa–. ¿Cómo amaneciste hoy?

–Muy bien.

–Hola, tortolitos –nos interrumpe una suave risa junto a nosotros–. ¿Simon sigue sin levantarse?

Es Jace, también listo para ir a clases.

–No, aun duerme –contesto sonrojado y me separo de Magnus.

–Bueno, iré a despertarlo –suspira Jace con falsa resignación–. Si no llegamos a clases, inventen que estábamos enfermos.

Y bueno, eso nos deja claro a Magnus y a mí que mi cuarto se transformará en motel otra mañana más y, sin que Magnus lo imagine, hoy en la noche me veré en la obligación de ver la porno que seguramente Simon grabará del acto.

Salimos del edificio de los dormitorios y cruzamos el internado hasta llegar a las torres que constituyen la escuela. Son tres edificios continuos pero que no llegan a juntarse entre sí. Sus paredes son de ladrillo rojizo desde lo más bajo a lo más alto, algo que me hace recordar a la universidad donde mis padres hacen clases y donde yo pasaba días enteros cuando no conseguían una niñera para cuidarme en mi infancia.

–Me toca biología –dice Magnus.

–A mí deportes –suspiro derrotado.

–Mi clase favorita.

–Pues la mía no –me cruzo de brazos, berrinchudo.

–Ya, no te enojes –me abraza.

Todos aquellos que van pasando junto a nosotros se quedan mirando la escena. Magnus se da cuenta, pero con sólo dar una mirada amenazante, logra espantar a todos los curiosos que rápidamente retornan su camino a clases.