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Ranma ½ y todas sus situaciones y personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

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Todo el olvido está lleno de memoria

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«Cierto que el aire está

contaminado

pero ¿de qué?».

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(V)

Una brisa suave pasó meciéndoles los cabellos. Ranma estaba en silencio, todavía sosteniendo la mano de su esposa, reordenando sus ideas para empezar a hablar.

—¿Y bien? —indagó Akane curiosa.

—Fue culpa de Nabiki.

—¿Eh?

—Quiero decir... bueno, tú sabes, en la boda anterior ella invitó a todo Nerima y las cosas salieron muy mal así que supusimos que ahora también lo iba a hacer.

—¿Lo hizo? —preguntó ella entre dolida y resignada.

—Decidimos tenerla de nuestro lado y por supuesto nos cobró bastante por sus servicios.

—Por supuesto —convino Akane.

—Envió invitaciones a todo el mundo nuevamente, pero esta vez eran falsas...

—¿Falsas?

—¡Sí, falsas! Estoy tratando de contar una historia aquí, ¿puedes dejar de interrumpirme? —pidió Ranma exasperado.

—Muy bien —replicó Akane frunciendo el ceño, retiró su mano de la de él y se cruzó de brazos—. Puedes continuar.

El artista marcial suspiró y siguió hablando.

—Todavía se estaban pagando las reparaciones del dojo por todo lo que había pasado en la otra boda, y mamá estaba pagando los arreglos de su casa así que para pagarle a Nabiki y comprar los anillos solo teníamos nuestros ahorros. Por eso no hubo celebración, ni luna de miel, ni nada, solo una comida con la familia —la miró para ver si ella entendía ese punto—. Bueno, las invitaciones decían que el casamiento sería en algún lugar en las afueras de Tokyo, no recuerdo bien el nombre. El punto es que ese día, mientras íbamos al juzgado a firmar los papeles y nos casábamos, toda la panda de locos iba en la dirección contraria a «impedir» justamente eso... bueno, no todos, por lo que sé, Ryoga nunca llegó al sitio.

Ranma soltó una risa.

—Pero Ryoga no fue quien arruinó la otra boda —indicó Akane.

Él no le hizo caso y siguió hablando.

—Así que las cosas fueron de ese modo. Claro que, al otro día, todos llegaron aquí haciendo escándalo... y muchos de los días que siguieron también—sacudió la cabeza pensando en que aún continuaban molestándolos a veces—. Sabíamos que las cosas no serían fáciles, pero, en fin, ya está hecho.

Akane se mordió la uña del pulgar. «¿Y cómo se habrá declarado?, ¿cómo me habrá dicho que me amaba? ¿Cómo será que me pidió matrimonio? ¡Ay! Me gustaría recordar eso. Quisiera saber, pero... Se va a burlar si le pregunto esas cosas, va a decir Pero si eres la chica menos romántica de este planeta o algo así. Idiota. ¿Qué puede saber él? Soy una chica, me gustan esa clase de cosas, que él no se dé cuenta es otro tema.» A medida que continuaba su monólogo interno, el ceño de Akane se iba arrugando cada vez más.

Todo el olvido está lleno de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora