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Ranma ½ y todas sus situaciones y personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

Todo el olvido está lleno de memoria

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«Yo no elijo mis sueños».

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(IV)

Akane caminó hasta Ranma, hasta estar muy cerca y casi arrinconarlo contra el antepecho de la ventana. Él la miró nervioso, nunca sabía qué esperar de Akane y mucho menos ahora que estaba tan rara, así que se puso en posición de defensa.

—¿Qué pasa? —demandó. Vio que tenía los ojos rojos y un poco hinchados, como si hubiera estado llorando, pero no parecía triste. Enfadada tampoco. Destilaba un aire de resolución.

La muchacha tuvo que levantar la cabeza y pararse en puntillas para mirarlo directamente a los ojos, se dio cuenta de que este Ranma tenía un par de centímetros más que el que ella recordaba. Lo observó atentamente y después exigió:

—Quiero que me lo muestres.

Akane relajó la postura pero no se alejó ni un milímetro, se quedó esperando.

—¿Cómo? —quiso saber el muchacho. Se rascó la parte de atrás de la cabeza, desconcertado.

—Que quiero que me lo muestres —volvió a repetir Akane levantando un poco más la voz—. Si en realidad estamos casados supongo que no habrá ningún inconveniente —continuó con tranquilidad, después lo miró directamente a los ojos durante un segundo interminable—. ¡Muéstramelo ahora!

Ranma pestañeó y después miró el techo. Finalmente se aclaró la garganta.

—Y... solo por saber... ¿qué es exactamente lo que quieres que te muestre? —preguntó.

—¡El Certificado de matrimonio! —exclamó Akane—. ¿Qué más va a ser? ¿Qué otra cosa voy a pedirte...? —se detuvo abruptamente cuando cayó en la cuenta de algo—. ¡¿Qué era lo que imaginabas? Tú... tú... ¡degenerado! —finalizó con la cara roja.

—No no no no no —se defendió Ranma cruzándose de brazos—. ¿Qué es lo que pensaste que yo pensaba? ¿Eh? ¿Quién es la degenerada? —se burló.

Akane miró a otro lado, horrorizada porque él tenía razón.

—Lo sabía —murmuró ella para sí misma—, me casé con él y ahora... yo también soy una pervertida.

—¡¿Qué dices? ¡Yo no soy ningún pervertido!

—No cambies el tema —contraatacó ella—. Quiero ver el Certificado de matrimonio.

—¡Pues bien! ¡Te lo voy a mostrar!

—¡Perfecto!

Los dos se quedaron furiosos mirándose.

Pasaron varios segundos. Luego Ranma se aclaró la garganta.

—Solo... solo tengo que recordar donde está —comentó mirando hacia otro lado. Soltó una risita.

—¿No recuerdas dónde está? —preguntó Akane incrédula dejando caer los hombros.

—Tú lo guardaste —respondió sencillamente—. Pero debe estar en algún lugar por aquí, no te preocupes.

Todo el olvido está lleno de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora