10

2.7K 157 58
                                    

Ranma ½ y todas sus situaciones y personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

.

Todo el olvido está lleno de memoria

. . .

. .

.

.:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:-:.

«Ahí nomás

precisamente ahí».

. . .

. .

.

(X)

.

Ranma abrió los ojos sobresaltado. De pronto estaba completamente despierto. Había tenido de nuevo ese sueño horrible sobre el agua caliente y el corazón le estaba latiendo a toda velocidad como si viniera de una carrera. Se incorporó despacio y se pasó una mano por la cara, para borrar los últimos recuerdos de la pesadilla, entonces se dio cuenta de que Akane no estaba en la habitación.

Hacía por lo menos una hora que la muchacha había abandonado la cama después de pasar una noche terrible. Primero tardó siglos en poder dormirse, rememorando todo lo que había pasado en la noche. No es que quisiera hacer un escándalo del asunto, pero por primera vez en su vida (que ella recordara, por lo menos) había besado a una mujer. Claro que era Ranma, y ella lo sabía, pero era un cuerpo de mujer, unos labios de mujer, y no sabía cómo sentirse con respecto a eso. Se había tranquilizado, pero era su mente la que insistía en volver una y otra vez sobre lo mismo.

Cuando por fin pudo cerrar los ojos y perderse en la inconsciencia (luego de maldecir la capacidad innata de su amadísimo esposo de dormirse como un tronco) el descanso fue únicamente un engaño momentáneo. Por su mente pasaron un sinfín de imágenes sin sentido, aisladas, inconexas; escuchaba voces de gente que conocía, pero a las que no podía ponerles un rostro definido, tampoco escuchaba lo que le decían y no entendía sus propias respuestas a los comentarios. En alguna esquina de su mente supo que esos eran recuerdos, que eran cosas que había vivido e insistían en venir hacia ella, y ella quería que vinieran, quería poder abrazar esas memorias e inundarse con ellas, pero su esfuerzo y sus intentos eran inútiles.

Cuando faltaba poco para que amaneciera se despertó del todo gracias a que su estómago había decidido unilateralmente comportarse como un lavarropas automático. Tomó la ropa y salió hacia el pasillo, deseosa de ir a un espacio abierto y poder tomar un poco de aire.

Estuvo caminando descalza por la casa silenciosa mientras el sol empezaba a despuntar. Se sentó un momento en el pasillo exterior frente al estanque, pero no tardó mucho en levantarse de nuevo, intranquila. Sus pasos la encaminaron finalmente hacia el dojo. Abrió las puertas de par en par y se sentó sobre la duela con las manos en el regazo, respirando honda y lentamente una y otra vez.

Fue así como la encontró Ranma después de mirar en toda la casa. Ya casi renunciaba a la búsqueda pensando que se había ido a correr como solía hacer, aunque era bastante más temprano que de costumbre, cuando vio el salón de entrenamiento abierto. Se asomó por la puerta y observó a la muchacha por largos segundos, habló cuando supo que ella había percibido su presencia.

—¿Qué haces? —preguntó.

Akane se tomó un pequeño momento para responder.

—Nada —dijo con sinceridad.

Todo el olvido está lleno de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora