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Ranma ½ y todas sus situaciones y personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.


Todo el olvido está lleno de memoria

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«El amor es una palabra

un pedacito de utopía».

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(XII)

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Hay mucho viento afuera —comentó Akane desde el interior de la tienda de campaña.

¿Tienes frío? —le preguntó Ranma preocupado.

Ella negó con la cabeza mientras le sonreía. A pesar de estar desnuda bajo las mantas se sentía bien, sobre todo porque la piel de su esposo la tocaba y le daba un calor tibio y agradable.

El muchacho se incorporó en un codo y se puso a mirarla, acercó una mano para ponerle los cabellos detrás de la oreja mientras ella le sostenía la mirada con dulzura.

¿Qué pasa? —preguntó Akane. Pudo ver el momento exacto en que la oscuridad invadió los ojos azules, pero no era la oscuridad provocada por la pasión que ella había aprendido a identificar con el tiempo, era una opacidad de tristeza.

Te mereces... algo mejor —respondió—. Deberíamos estar en un hotel lujoso, uno que tuviera jacuzzi en la habitación.

¿Jacuzzi? —Akane pareció meditar la idea—. Nunca usé un jacuzzi... y nunca estuve en un hotel lujoso.

Claro... es que yo... no puedo llevarte a esos lugares.

¡A mí no me interesan! —replicó ella riendo—. ¡Jacuzzi! ¿De dónde sacas esas ideas? Mientras estemos lejos de casa por un tiempo, no me importa si es en una carpa o una cueva del camino.

Ranma hizo una mueca de desagrado.

Espera —continuó la muchacha—, ¿te imaginas si comienza a llover y se nos mojan las cerillas y no podemos calentar agua? —preguntó emocionada y luego rió.

¡No digas esas cosas ni en broma!

Bueno —Akane se encogió de hombros—, son los gajes por estar casada con alguien con una maldición de Jusenkyo —le sacó la lengua.

No tienes que conformarte —susurró Ranma.

¡Por favor! ¿No crees que si no quisiera estar aquí ya me habría ido? —arqueó una ceja—. Tú me conoces.

Pero... siempre pienso...

Deja eso. Mejor piensa en encontrar un lugar con aguas termales para la próxima —dijo mirando hacia otro lado.

Ajá. Ahora te pones exigente, ¿eh?

Ella no dijo nada, levantó un brazo y se lo puso bajo la cabeza a modo de almohada, lo que provocó que la manta se bajara un poco, revelando el inicio de sus senos. Ranma dibujó una sonrisa y terminó de bajar la manta, para mostrar los pechos de su esposa en todo su esplendor.

Todo el olvido está lleno de memoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora