Esta mañana Jill se encontraba mucho mejor, se veía agotada todavía pero tenía una buena actitud, estaba igual de nerviosa que yo por llegar a la isla. Cuando el avión aterrizó pudimos observar la belleza del lugar donde estábamos, las costas estaban bañadas por unas aguas cristalinas, un clima agradable, brisa y en ese momento decidí que algún día tenía que ir a alguna de estas playas.
- ¿Y ahora a dónde?- pregunté mirando en todas las direcciones una vez fuera del aeropuerto. - No sabemos nada.
- Mis padres me dejaron la dirección en mi carta, vamos a un taxi- dijo.
Jill y yo no podíamos estar más encantados por el lugar donde estábamos, sin duda era un lugar hermoso, y ambos esperábamos que la base fuera igual de bella que todos los sitios por los que hemos pasado. Media hora después el taxi se detuvo y le pagué al sujeto, me pareció que se quejaba pero no le entendí, hablaba demasiado rápido.
- ¿Aquí es?
El lugar donde estábamos lucía como una hacienda, era bastante grande y tenía animales por todos lados, sin mencionar lo lujosa que era la casa, al ver la piscina me dieron ganas de entrar y saltar, si este era el lugar estaría más que complacido.
- Ja, claro que no, tenemos que caminar dos kilómetros más, a ese lugar no podemos llegar en taxi.
- Fabuloso, amo caminar- dije con un notable sarcasmo. - ¿No vuelas?
- Me parece que no estás en posición de querer descubrir más habilidades mías en este momento- comentó Jill mirándome de reojo.
- Es un buen punto, olvida que hablé.
- Pero creo que entendí algo, me parece que ambos están relacionados con las emociones- explicó haciendo montones de gestos con las manos.
- ¿Cómo así?
- Cuando intenté controlar el aire me sentía feliz y alegre, eso lo hizo mucho más fácil- explicó. - Luego ayer, empecé a recordar cosas que me hicieron sentir enojo, ira y por eso me prendí como árbol de Navidad.
- ¿En qué pensabas?
- Digamos que tuve un pasado difícil...
- ¿Qué tan difícil del 1 al 10?- pregunté analizando si no estaba yendo más allá con mi insistencia.
- Como un 9, creo que pudo haber sido peor.
- ¿Y qué hubiera sido un 10 para ti?
- No haber tenido a nadie... pero eso ya no importa, quedó atrás, ahora estoy contigo y no estoy sola.
- Y nunca lo estarás, ahora somos familia- dije antes de chocar los 5 con ella.
Caminamos por bastante tiempo en silencio hasta que Jill volvió a hablar.
- Siempre he odiado ese nombre, es feo... Jillian.
- Así se llamaba la entrenadora de "The bigest loser".
- Que interesante dato- dijo sonriendo.
Seguimos caminando y noté que a Jill le costaba respirar y estaba pálida, pensé que estaba cansada o quizá era el cambio de ambiente, por eso tomamos un descanso en un paradero durante diez minutos, luego caminamos cinco kilómetros más.
- Al fin llegamos, es ahí- Jill señaló una casa parecida a la que vimos primero, con la diferencia de tamaño y de mantenimiento.
Atravesamos una cerca y mientras caminábamos a la casa Jill se detuvo de repente. Segundos después del techo de la casa aparecieron dos rifles que nos apuntaban y Jill no dudó en formar dos enormes bolas de fuego en sus manos.
- Drew, atrás de mi- ordenó.
Como no quería una bala en mi bello rostro obedecí y cuando Jill se disponía a disparar un remolino negro se empezó a formar alrededor de nosotros ahogando las llamas de Jill, segundos después ésta se empezó a asfixiar y cayó de rodillas al suelo. El remolino se detuvo y pude ver que era un hombre el que lo causaba, parecía mayor que nosotros y vestía de negro, pero algo llamó mi atención, sus ojos eran igual a los de Jill: turquesa.
- Jill- llamé y al mirarla había vuelto a sangrar por la nariz y se notaba más pálida que antes. - ¿La quieres matar acaso? Se supone que venimos a refugiarnos y ahora parece que asesinaste a mi amiga... si le pasa algo tu vas a sufrir las consecuencias, copia de flash.
Jill respiraba con bastante dificultad y no entendía el motivo. A lo lejos pude ver a 3 sujetos más acercarse, dos mujeres y un hombre, todos usando negro también. ¿Acaso negro es el color feliz de todos aquí?
- Jill... Jill, despierta, no quiero morir sólo- pedí antes de levantarme con ella en brazos.
El tipo que acababa de aparecer imponía respeto y confianza, cabello rubio largo peinado hacia atrás, ojos azules "comunes", musculoso y no soy gay pero tengo que admitir que es atractivo para los 40 que parece tener, si mis cálculos películistas no fallan diría que es el líder, la mujer a su lado parecía tener la misma edad y al ver que usaba el mismo anillo del hombre diría que están casados, se veía menos intimidante pero igual daba algo de miedo y más aún cuando noté que tenía un arma en su mano, sus ojos eran cafés y su cabello castaño, por último la otra chica era morena, tenía el cabello repleto de trenzas y era color negro con las puntas blancas y adivinen, también tenía los ojos turquesa.
- ¿Quiénes son?- dijo el líder.
- Andrew Meyer, esta de aquí es Jillian Wagner- hablé rápidamente.
- ¿Quién los envió?
- Eh... nuestros padres, Noah Meyer y Jack Wagner- dije y miré a Jill que continuaba sangrando. - ¿Nos van a ayudar o no? Aquí Jill se está desangrado por la nariz y ustedes están en modo interrogatorio, si quieren ayudenla a ella y yo contestaré todo lo que quieran, pero ahora ella necesita un médico y si no van a hacer nada díganme de una vez para llevarla a un hospital.
El "líder" le hizo un gesto con la cabeza al tipo rápido y antes de que pudiera parpadear Jill ya no estaba en mis brazos y el otro tipo tampoco.
- ¿Ella va a estar bien?- pregunté cargando su mochila en el otro hombro.
- Sí- contestó la joven morena.
- Bien- suspiré aliviado. - Eso fue un poco grosero, lo siento, es que al parecer ella es lo único que tengo ahora...
- Vienes conmigo, ustedes dos continúen con las actividades establecidas- ordenó el líder y me aseguré de que realmente era el líder aquí.
Lo seguí en silencio hasta que entré en la casa y noté que no era para nada como se veía por fuera, por dentro era hermosa, me recordaba a mi casa, esto no parecía ser una base secreta, parecía un hogar, bueno el hogar de un mafioso millonario.
El suelo era de madera pulida, muebles blancos alrededor de una mesa hexagonal completamente hecha de vidrio color turquesa y en todas las mesas había al menos una lámpara, cada una iluminando la sala con un color diferente, era extraño, pero tenía que admitir que era muy creativo y no quedaba mal. Por no mencionar que había un gran piano de cola blanco al otro lado de la sala. El comedor quedaba en otra habitación atravesando dos puertas de madera que se encontraban abiertas, esa no era una mesa común, parecía tener forma de... ¿asterisco? Lo poco que pude ver fueron varias ramas saliendo de un mismo punto en varias direcciones, había un montón de sillas. No pude ver más debido a que tuve que seguir al hombre de negro por unas anchas escaleras rectas.
- A mi mamá le hubieran encantado esas lámparas- comenté admirando el diseño de animales que tenían.
El sujeto de negro no me respondió, en cambio me ignoró y me hizo entrar en la primera habitación que apareció y sentarme en una de esas sillas metálicas que son horriblemente incómodas, en la mesa que tenía enfrente habían unos cuantos papeles bien organizados que parecían formularios y un bolígrafo negro.
Al otro lado de la mesa se sentó él y me miró serio, luego apoyó sus manos entrelazadas con fuerza y yo salté del susto.
- Empezemos.

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EURUS
De TodoCuando eres joven tienes la costumbre de creer que siempre tienes la opción de hacer algo con tu vida, puedes elegir que hacer, como pensar, con quien estar, como vestir, que decir, y ese tipo de cosas que hace parte de la libre expresión. Se puede...