Capítulo 4 "La depresión atrae a las pesadillas"

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Ella se levantó y lo primero que hizo fue observar el zafiro en su mano, no comprendía cómo su mente podía generar tantas imposibilidades en un sueño. Aquellas fantasías estaban muy por fuera de lugar... O eso pensó hasta que vio un zorro blanco posado sobre su escritorio.

Buenos días.

Primero, gritó exaltada y luego le miró estupefacta.

— ¿Todavía estoy soñando? — habló Camille con voz ronca, tenía la garganta seca. Se frotó los ojos como si eso pudiera disipar las ilusiones que estaban ante ella, aunque fue en vano, para cuando los abrió el guardián seguía ahí.

Me gustaría saber tu nombre, aunque Julie es hermoso prefiero llamarte por tu nombre real.

Camille no escuchó la voz de Rize como tal, era como si las palabras del guardián llegarán directo a su mente. Ella le observó consternada y miró en todas direcciones ¿Era posible que siguiera dormida?

Me disculpo si te incomodo, pero los guardianes no podemos hablar en este mundo, está es la única forma en que puedo comunicarme contigo.

— Rize... ¿Todo fue real? — preguntó ella lentamente, aún debatiéndose entre estar alucinando, haber perdido la cordura por completo... O seguir dormida, aunque de ser así ¿Dónde estaba Zed?

¿Dudas al respecto? Pensé que lo creías dado todas las preguntas que hacías, parecías muy interesada.

— ¡Creía que estaba soñando! — aclaró ella y luego se alteró — ¡¿Cómo voy a explicar que un zorro aparezca de la nada en casa?! Mi madre me matará, no soporta los animales y Silvia seguramente gritará al verte.

El zorro parecía estar sonriendo.

Ellas no pueden verme, solo tú puedes verme en este momento... A menos que a voluntad propia me haga visible.

Camille se tocó la frente, de la nada parecía que un dolor de cabeza había llegado a agobiarla. Ella se sentó de nuevo en la cama, pensando en lo ocurrido la noche anterior y aceptándolo por completo, después de todo, al parecer no eran alucinaciones. Eso quería decir que Zed es real, las pesadillas son reales y la labor de ella era acabar con aquellas criaturas utilizando los dones que Rize posee pero no puede emplear por su cuenta.

Una portadora.

Y no podía negarse... Aunque, pensándolo con serenidad ¿Quién querría negarse? Un mundo mágico y fantasioso existía para ella, el mundo onírico, y sería capaz de hacer cosas que jamás imaginó que serían posibles. Quizá era la respuesta del destino a las constantes quejas de la joven sobre su monótona vida.

— Mi nombre es Camille — dijo al recordar la petición de Rize, mirándolo, parecía saber que en su mente había una crisis, puesto que guardaba silencioso y esperaba pacientemente a que la joven se tranquilizara.

Rize saltó del escritorio a la cama y se sentó junto a ella.

Tu nombre real también es hermoso, admitió el guardián y luego preguntó: ¿Por qué escogiste "Julie"?

— Ninguna razón en particular, siempre me ha parecido un nombre lindo.

Siendo sincero, no comprendo todo este tema del anonimato entre los portadores... Quiero decir, no deben haber muchos portadores reunidos en el mundo terrenal ya que podrían ser detectados por los espectros, pero ¿Es necesario ocultar tu verdadera identidad? reflexionó Rize, más para sí mismo que hablándole a Camille en realidad.

Camille suspiró.

Ella tampoco entendía muy bien pero, dada su inexperiencia, era mejor seguir con lo que le habían indicado. Ella entabló una conversación con el zorro, entretanto recogía y ordenaba un poco el desorden que había en su habitación, empezando por la infinidad de papeles sobre su escritorio para organizarlos según sus clases... Ella está a mitad de semestre, es decir, los trabajos abundan a por montones y no le quedaba tiempo para hacer mucho más, recordó que ese fin de semana no sería diferente, es más, que tenía una entrega importante para el lunes.

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