Moira - 10 años atrás.
Moira suspiró, últimamente lo hacía con mucha frecuencia y aún no encontraba la razón, mejor dicho, no la aceptaba. Puesto que el motivo de sus suspiros estaba a unos cuantos metros de distancia, jugueteando con un par de dagas, lanzándolas al aire y atrapándolas como si no pudieran lastimarlo.
Sí, Moira lo observó con detenimiento, definitivamente había perdido su corazón, el órgano traicionero se había enamorado sin consultarle y palpitaba desenfrenado con cualquier cosa que incluyera a Owen. Ellos jamás tendrían una oportunidad de estar juntos realmente, su amor parecía una vaga ilusión que hace acto de presencia en el mundo onírico, además, no se conocían en el mundo terrenal, ni siquiera sabía el nombre real del otro.
Owen la miró y sonrió.
Aquel pequeño gesto fue más que suficiente para que el corazón de Moira se saltara un par de latidos, órgano inservible, un día de estos escaparía del pecho de la portadora para estar junto al joven durante todo el tiempo que pudiese.
Él se acercó lentamente, guardando sus armas y peinándose con los dedos el desorganizado cabello marrón, en cuanto llegó a donde se encontraba la otra portadora, se sentó junto a ella en la banca y alzó la mirada al cielo de mil colores.
— Cometa me comentó que ayer fue tu cumpleaños — comenzó a hablar Owen, sin mirar a Moira.
Efectivamente, ayer había sido el cumpleaños de la portadora, nada más y nada menos que quince años, aunque no se había molestado en hacer mucho. Es más, le había asegurado a sus familiares que no quería nada, que podían obviar el día y hacer de cuenta que era como cualquier otro. La madre de Moira se había molestado pero no le llevó la contraria, simplemente le dijo que algún día se arrepentiría por no haber celebrado y se enfurruñó por un par de horas, jamás era capaz de enojarse por mucho tiempo.
A Moira le daba igual la fecha, por eso tampoco se lo había contado a Owen pero al parecer su guardián no podía mantener la boca cerrada.
— ¡Cometa, ese maldito conejo! Se supone que no debería decir nada al respecto — murmuró ella con desgana, mirando a Owen, a ella le encantaba su firme línea de la mandíbula y su cálida sonrisa.
Desde la primera vez que lo vio, Moira supo que no podía evitar sentirse atraída por él. Es un par de años mayor y la mayoría del tiempo usa ropa casual, en especial, camisetas con estampados raros y en tonos oscuros. Lleva el cabello marrón corto y la amabilidad que se refleja en sus iris verdes podría dejar sin aliento a cualquiera, su nariz es recta y tiene una pequeña cicatriz, apenas notable, sobre el arco de la ceja izquierda, al parecer de una herida que se hizo de pequeño.
— ¿Por qué no lo mencionaste? Podríamos haber realizado algo especial — dijo él, bajando la mirada para que sus ojos se encontraran con los de Moira.
Ella se quedó sin aliento.
— No quería nada, mucho menos una celebración, es mejor que pasara desapercibido — habló ella con un hilo de voz, le preocupaba la cercanía de sus rostros.
— Una fecha tan especial no debería pasar desapercibida.
Se quedaron en silencio durante un instante, ninguno de los dos se atrevió a deshacer la magia del momento. A esa clase de ilusión es a la que se refería Moira, por alguna razón, nada le parecía real, sabía que cuando se despertara, en el mundo terrenal, ella y Owen serían un par de desconocidos y todo lo que sucediera en el mundo onírico a duras penas podría ser considerado real.
Era tan cruel, Moira siempre lo había pensado así, de no ser porque serían mucho más sencillo hallarlos para los espectros si están juntos. Ella ya habría buscado a Owen, le habría dicho su verdadero nombre e incluso, le habría contado sobre sus sentimientos.
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Ilusión
FantasyLa primera vez que lo vi pensé que me mataría: usaba prendas negras, cargaba una afilada hoz y un cuervo le hacía compañía; al despertarme en medio de la noche, lo único que logré pensar es que la muerte había llegado por mi alma. Y luego, escuché...