Tristemente, la noche anterior, Moira no les comentó mucho más y dada su pérdida de memoria, se estaba haciendo un tanto tedioso intentar hablar con ella. En varias ocasiones, Camille intentó traer a la vida su poder, pero le fue imposible, por más que trató parecía que lo que había sucedido cuando Moira tomó su mano no volvería a ocurrir por el momento.
Así que Zed y ella la dejaron irse de nuevo, temiendo por las primeras palabras que les había dicho. Ella les había pedido con total seriedad que la matasen y fue el único momento durante la noche en el que pareció completamente coherente, no dudaba, no sonreía, de hecho parecía que una voluntad inaplacable se escondía tras esas palabras.
Zed y Camille se habían mirado en aquel instante, sin saber muy bien cómo debían responderle... ¿Por qué quería ella que la mataran?¿Acaso se había hecho eso a sí misma? Aquello había sido lo que Zed sugirió y dadas las palabras de Moira, parecía una gran posibilidad. Sin embargo, entonces cuál sería la razón para mantener el conocimiento sobre sus poderes si quería morir, hubiese sido mucho más simple que se lanzara ante un espectro sin luchar.
No tenía sentido.
Para cuando Moira se marchó, Zed le dijo que Julie que sería mucho mejor que se reunieran en el mundo terrenal, a pesar del peligro, para pensar seriamente en que podían hacer y que lamentaba no haberle creído desde un principio. En esta ocasión, tanto Rize como Rave se habían mostrado en desacuerdo con la idea, puesto que los espectros podrían ser capaces de sentirlos con más facilidad si se encontraban juntos, a lo que Zed y Julie respondieron que correrían el riesgo, que no hacía falta que lo repitieran, ellos sabían muy bien los inconvenientes que tendrían.
Lo que conllevo a que acordaran una hora y un lugar para encontrarse, ambos concordaron que no sería en la universidad, así que decidieron verse en un café que se encuentra a un par de calles del edificio donde vive Camille.
Ella ya había ido ahí en varias ocasiones a pasar el rato, así que no vio nada nuevo cuando cruzó la puerta de entrada y se dirigió hacia una de las mesas disponibles, de otro lado del local, junto a una amplia ventana de marco cuadrado. Había llegado diez minutos antes de lo acordado y por primera vez en mucho tiempo se preocupó por las prendas que utilizaría, pasando unos buenos veinte minutos frente al espejo en su casa antes de salir, al final se decidió por la única falda que tenía y gracias a que el cielo permaneció oscuro desde la mañana, la acompañó con un saco con capucha en caso de que lloviera.
Por todo lo demás, lucía igual, no llevaba una pizca de maquillaje y llevaba sus apreciadas gafas que le permitían ver el mundo como debía ser.
Pareces nerviosa, observó Rize sonriendo desde donde se encontraba, acostado junto a la silla donde Camille se sentó. Ella no pudo responderle hasta que le trajeron el menú, le sonrió a la camarera y se tapó la cara con él.
— Tu apreciación no es necesaria —reprendió ella y bajó el menú para observalo como una persona normal, no se molestaría en contestarle más a su molesto guardián, había sido más que suficiente cuando se burló de ella al estarse cambiando una y otra vez en su habitación.
Aunque, si Camille era sincera consigo misma, se había sentido completamente ridícula al darle tanta importancia a lo que utilizaría, no se trataba de una cita, ni mucho menos. Ellos simplemente se reunirían para decidir qué hacer con respecto a Moira, es más, a Camille se le había ocurrido una idea antes de venir.
Decidió que le diría a Dylan que debían ir al hospital para ver el estado de Moira en persona y ver cómo conseguir el número de contacto de la madre de la portadora para disuadirla de su decisión, Camille de verdad esperaba que no fuera demasiado tarde y que Mónica pudiera tener una segunda oportunidad que seguramente se merecía.
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Ilusión
FantasyLa primera vez que lo vi pensé que me mataría: usaba prendas negras, cargaba una afilada hoz y un cuervo le hacía compañía; al despertarme en medio de la noche, lo único que logré pensar es que la muerte había llegado por mi alma. Y luego, escuché...