Capítulo 14 "Espero la hora de mi muerte"

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Esa noche, Camille esperó hasta último momento, posponiendo la hora de ir a dormir como la cobarde que era para no encontrar a Zed. Estaba completamente segura de que el portador iría a verla y quizá, Rave había decidido decirle lo de su pequeño acuerdo y por ende, él le preguntaría por qué lo había evitado.

Y ella no tenía una respuesta lógica, simplemente no quería encontrarse con él aún.

Camille caminó por su habitación, escuchaba un murmullo sordo a su alrededor, sabía que Rize le estaba hablando pero ella procuraba ignorarlo y aislarlo tanto como pudiese, en ese momento no quería hablar, no quería pensar más en Moira, ni en Zed o Rave. Por un segundo, deseó regresar al tiempo en que desconocía la existencia del mundo onírico y que sus únicas preocupaciones provenían de la universidad y su disfuncional familia, había aprendido a lidiar con todo aquello, pero ahora... Sentía que debía ayudar a Moira, costase lo que costase y ocultar los sentimientos que hasta el momento había estado experimentando por cierto portador.

La joven tomó una respiración profunda y alzó el collar de su cuello para observar el Zafiro con detenimiento, a sus ojos la roca parecía resplandecer más que cuando recién la encontró.

No creo que lo que sucedió con Zed sea para tanto, escuchó Camille la voz de Rize, por fin después de un rato de haber estado ensimismada en sus turbios pensamientos. El guardián no estaba molesto, ni mucho menos, le preocupaba que su portadora le diera tanta importancia a ese inusual encuentro.

— No lo es... No sé por qué siento una opresión en mi corazón, como si alguien lo estuviera sosteniendo en un apretado puño —murmuró Camille por lo bajo, admitiendo su dolorosa sensación. Era verdad, desde que había visto a la joven y a Dylan se había sentido apesadumbrada y un tanto confundida, puesto que no podía relacionar esa clase de sentimiento con algo más... Nunca a lo largo de su vida había experimentado algo así, no comprendía su reacción.

Rize la miró con lástima.

No sé qué decirte, pero evitarlo no servirá de nada, aportó el zorro.

Camille sabía que Rize tenía razón ¿Cuándo no? Su guardián había demostrado que sus decisiones y sus razones eran mucho mejores de lo que serían los de Camille jamás. El zorro siempre mostraba su preocupación y exponía su punto de vista sin dudar, estaba presente en todo momento y se había convertido en un excelente compañero para la joven.

Ella asintió y se acostó.

No tardó mucho en llegar al mundo onírico, a lo largo de las semanas, se había acostumbrado a la abrumadora sensación del desprendimiento de su alma y también, en una ocasión, descubrió que podía verse a sí misma durmiendo en la cama si estrechaba la vista y se concentraba mirando ese lugar por un momento... Sería una visión borrosa e inquietante, más que nada inquietante considerando que era sumamente extraño poder ver su cuerpo dormido.

Ella miró a Rize y luego una forma que no suele estar en la ventana llamó su atención, haciendo que volviera la cabeza y se concentrara en ese punto, se trataba de Zed inclinado contra el marco de la ventana mientras miraba hacia afuera, estaba sosteniendo su guadaña con desgana y Rave estaba posado en la afilada hoja, como de costumbre... Aunque esta vez no decía palabra alguna, para variar, el cuervo estaba en completo silencio.

— Me siento un tanto es desventaja considerando que ahora conoces mi nombre real —habló Zed primero, dejando que sus ojos se encontraran con los de la joven, robándole el aliento. Generalmente, él siempre llevaba un sonrisa en los labios pero su apariencia cambiaba por completo cuando adquiere una expresión seria, su semblante luce amenazador y oscuro, sus ojos se enfrían y parece carecer de empatía.

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